Daniel Cáceres, Felicitas Silvetti,
Gustavo Soto, Walter Rebolledo
Facultad de Ciencias Agropecuarias
Universidad Nacional de Córdoba
CC 509, 5000, Córdoba, Argentina
Horacio Crespo
Centro de Estudios Avanzados
Universidad Nacional de Córdoba
Av. Vélez Sarsfield 153, 5000, Córdoba, Argentina
1 Este trabajo forma parte de un proyecto mayor en el que se investiga la adopción tecnológica de antiparasitarios caprinos en unidades de pequeños productores del Noroeste de Córdoba (Argentina). Esta investigación ha sido financiada por el Consejo de Investigaciones de la Provincia deCordoba(CONICOR) y la Secretaría de Ciencia y Técnica de la Universidad Nacional de Córdoba (SECyT).
Recepción de originales: Febrero 20, de 1997
Technological adoption in peasant systems
Key words: technology, technological adoption, rural extensión, peasant systems.
Using a theoretical framework that considers technological change as a regular component of peasant behaviour, this paper analyses the main features of the adoption of technologies by resource-poor farmers. The process of technological adoption is complex due to there are at stake both productive issues, and an intricate web of social relations. Along this process the different social actors involved develop different activities, confront specific logics, and struggle for reaching the best possible position in the field where they develop their socio-economic activity. Therefore, the adoption of new technologies should not be analysed without putting them in the context of more inclusive socio-economic and historical processes.
Partiendo de un marco teórico que considera al cambio tecnológico como un componente normal de la conducta campesina, este trabajo analiza las principales características del proceso de adopción tecnológica por parte de pequeños productores rurales. El proceso de adopción tecnológica es complejo debido a que no sólo están en juego factores técnico-productivos, sino también una intrincada red de relaciones sociales donde los agentes involucrados confrontan lógicas distintas, desarrollan actividades muy diferentes y pugnan por lograr un mejor posicionamiento en el campo donde desarrollan su actividad socio-económica. Por lo tanto, la adopción de nuevas tecnologías no puede ser estudiada sin contextualizarla en procesos socioeconómicos e históricos más integradores.
INTRODUCCIÓN
En el presente trabajo se presenta un análisis de las particularidades que asumen los procesos de incorporación tecnológica en unidades de pequeños productores agropecuarios durante la implementación de proyectos de desarrollo rural.
Con la finalidad de colocar al problema de la adopción tecnológica en el contexto de procesos socioeconómicos más globales, la presente introducción incluye algunas de las reflexiones formuladas por Cáceres (1993,1995) en una investigación anterior. Este autor critica la postura de autores como Lerner (1964), Foster (1967) y Hagen (1970), que considera a los pequeños productores como conservadores y con escasa predisposición al cambio. Desde esta perspectiva, se entiende a la conducta campesina como la resultante de factores psicológicos individuales que determinan un "estado mental" particular caracterizado por escasas "espectativas de progreso, propensión al crecimiento y predisposición para adaptarse al cambio".
Esta postura teórica ha sido criticada en numerosos trabajos que señalan que constituye una excesiva simplificación de la realiadad y que omite los procesos históricos que generaron a los sectores campesinos y no campesinos de la sociedadad rural (Frank 1967, Cardoso y Faletto 1979). El cambio tecnológico es un componente normal de la conducta campesina, y constituye la base del diseño de sus estrategias de producción. Si esta capacidad de cambio no existiera, difícilmente podrían ajustar su actividad productiva a las permanentes variaciones ecológicas, sociales y económicas de su contexto y, en consecuencia, los sistemas campesinos no hubieran persistido por tanto tiempo2. En vez de considerar a los campesinos como actores sociales sujetos a la tradición y refractarios a todo tipo de cambio tecnológico, esta perspectiva conceptual postula que los campesinos deberían ser entendidos como sujetos que basan su operación socioeconómica en una lógica diferente a la capitalista dominante (Dillon y Scandizzo 1978, Schejtman 1980, Binswanger y Silles 1983, Chambers 1991). Por lo tanto, los pequeños productores supeditan el cambio tecnológico a criterios distintos a los seguidos por los productores capitalistas.
El Proceso de Adopción Tecnológica
En el marco de este trabajo se conceptualiza a la tecnología en su sentido más amplio incluyendo no sólo a los artefactos tecnológicos (hardware) sino también alas distintas técnicas, conocimientos y fundamentos (software) que permiten al hombre transformar la naturaleza (Dorfman 1993, Custer 1995). Al respecto, Cáceres (1995) señala que la tecnología debería ser entendida como un medio que permite actuar sobre la naturaleza, pero también, como una forma de construir la sociedad y las relaciones humanas. Esto implica que tecnología y sociedad están íntimamente relacionadas. El hombre crea la tecnología y la tecnología impregna la sociedad toda, recreando a esta en un proceso continuo y dialéctico. Contrariamente a lo que afirman algunos autores (por ej., PPCA 1980), la tecnología no debería ser considerada como un mero producto científico con un impacto neutro sobre las sociedades que las utilizan (Ferguson 1994). De acuerdo a Reddy (1979) la tecnología es como el material genético: lleva el código de la sociedad en la que fue creada y cuando existen condiciones favorables, tiende a replicar la sociedad de origen. Esto lleva a considerar a la tecnología como un "conjunto de conductas sociales actuando sobre la sociedad", desechando de esta forma ciertas visiones que la consideran una variable no social e independiente (Pfaffenberger 1988:244). Por lo tanto, cuando se considera la transferencia de tecnología de una sociedad a otra, en realidad se está hablando "del impacto de un tipo de conducta sobre otra" (MacKenzie y Wajcman 1985). Trigo, Piñeiro y Sábato (1983) son claros sobre este punto cuando señalan que el aislamiento de la cuestión tecnológica de su matriz social, tiene que ver con tres ideas principales constatables en la sociedad: i) el hecho de que la tecnología constituye la base principal sobre la que se asienta el desarrollo económico; ii) que está orientada a producir el "progreso" social; y iii) que de una forma u otra va a incidir favorablemente en el bienestar de la sociedad.
A diferencia con lo que ocurre en otros trabajos que estudian la misma temática, los términos innovación tecnológica y adopción tecnológica no son considerados sinónimos. El concepto de innovación tecnológica es más amplio y englobador que el de adopción tecnológica ya que incluye no sólo a aquellas tecnologías que los productores toman del contexto (exotecnologías), sino también a aquellas tecnologías que han sido generadas por los mismos productores como con-secuencia de procesos de experimentación y adaptación tecnológica (endotecnologías) (Fig. 1). El concepto de adopción tecnológica, en cambio, hace referencia a aquellas tecnologías de origen exógeno que los productores incorporan a sus sistemas productivos. En otras palabras, las tecnologías adoptadas por los productores corresponden a aquellas tecnologías provenientes del exterior de sus unidades de producción y en consecuencia, constituyen sólo un subconjunto de la totalidad de innovaciones tecnológicas introducidas por los productores en sus explotaciones.
2 Sin embargo, esto no significa que la persistencia campesina se deba exclusivamente a la capacidad que tienen los pequeños productores para incorporar nuevas respuestas tecnológicas a sus problemáticas productivas. La reproducción campesina no sólo depende del desarrollo de conductas tecnológico-productivas apropiadas, sino también de la elaboración de una compleja red de estrategias de reproducción que trascienden la esfera meramente productiva
Recientemente, Ruttan (1996) ha publicado una excelente revisión acerca de la evolución de los estudios de adopción y difusión tecnológica desde que se realizaron las primeras investigaciones en la década del '40, hasta la actualidad. Este autor identifica dos grandes escuelas de pensamiento que abordan el problema de la adopción tecnológica desde perspectivas muy diferentes: i) modelos de equilibrio y ii) modelos evolutivos.
Los "modelos de equilibrio" consideran a la adopción/difusión de nuevas tecnologías como la transición entre distintos niveles de equilibrio definidos por atributos económicos cambiantes (por ej., precios, costos) y los cambios observados en el contexto económico en el que operará la unidad de producción (por ej., diferencias en la estructura de mercado). La difusión tecnológica no es interpretada como un proceso socioeconómico con un fuerte componente educativo, sino más bien como la interacción económica entre quienes proveen la innovación y quienes son sus potenciales demandantes. La línea más radical dentro de este enfoque señala que los problemas de adopción no se deben a inconvenientes en la comunicación entre los agentes involucrados, ni tampoco reconocen la importancia de las particularidades de la población destinataria. Proponen en cambio que la no adopción se debe a dos motivos: i) que la nueva tecnología no supera a las actualmente usadas por los productores y ii) que la no adopción no se debe a que los productores no estén convenientemente informados o a que se comporten irracionalmente, sinoque están simplemente esperando el momento óptimo para la adopción.
Los "modelos evolutivos" describen a la adopción/difusión tecnológica como un proceso de cambio permanente que se desenvuelve bajo condiciones de incertidumbre, diversidad de agentes socio-económicos y desequilibrios dinámicos. El tipo de modelos explicativos que se elaboran desde este abordaje intentan reflejar los complejos mecanismos de retroalimentación que se observan a nivel micro entre los distintos agentes involucrados en el proceso. En estos modelos, los cambios estructurales inducidos por la difusión de una innovación son regulados por una serie de conductas productivas particulares, procesos de aprendizaje y mecanismos de selección. La presente investigación se encuadra teóricamente den-tro de esta última vertiente y parte del supuesto de que la adopción de una nueva tecnología no es sólo el resultado de decisiones que se toman en el campo económico.
Los productores agropecuarios continuamente están inmersos en procesos de cambio tecnológico en sus unidades productivas. Esto les permite reformular continuamente sus estrategias productivas a fin de adecuarlas de una manera más ajustada a los permanentes cambios ambientales, económicos, sociales y políticos que se producen tanto en el interior de sus sistemas, como en el entorno en el cual desarrollan su actividad productiva. Si los productores no incorporaran innovaciones tecnológicas en sus explotaciones difícilmente podrían hacer frente a los cambios y nuevas demandas que imponen los escenarios socioeconómicos emergentes. Sin embargo, es necesario destacar que en no todos los casos el cambio tecnológico permite a los pequeños productores adecuar sus sistemas productivos a los cambios contextúales. Esto se debe a que i) no todas las innovaciones realizadas por los productores son exitosas desde el punto de vista productivo y ii) en muchas oportunidades la velocidad de cambio de las condiciones contextúales, superan ampliamente la capacidad de generación de nuevas respuestas tecnológicas por parte de los productores. Por lo tanto, la innovación tecnológica es una variable de importancia (aunque no la única, ni tampoco la más relevante) que deben tener en cuenta los productores a fin de readecuar sus estrategias productivas ante los profundos cambios que se observan en las sociedades contemporáneas.
La adopción tecnológica como proceso dinámico
Una típica conducta campesina en relación a las propuestas tecnológicas formuladas desde los equipos técnicos que implementan proyectos de desarrollo rural es la selección y transformación de las tecnologías ofrecidas (Olivier de Sardan 1988, Domínguez C y C. Albaladejo 1995). En vez de aceptar e incorporar una propuesta técnica tal como la presentan los extensionistas, los productores usualmente rescatan e incorporan sólo algunos de los elementos ofrecidos, transforman algunos otros y, finalmente, ignoran los restantes componentes de la propuesta inicial. Al respecto Berdegué y Larraín (1987) señalan en relación al campesinado chileno que cuando se observa cuál es la tecnología que efectivamente están utilizando los productores se comprueba que éstos no se "comprometen" con ninguna propuesta sino que mezclan diversos elementos exógenos y endógenos constituyendo verdaderas situaciones tecnológicas híbridas.
Esta conducta selectiva y transformadora coincide con el análisis realizado por Chambers (1991), quien señala que los pequeños productores difícilmente adoptan "paquetes tecnológicos". En cambio, este autor sugiere que los agentes externos deberían ofrecer "canastas de opciones tecnológicas", que les permitan a los productores elegir lo que a su criterio se adecúa mejor a su realidad socioproductiva. En otras palabras, las propuestas rígidas y muy estructuradas difícilmente se adoptan debido a la elevada heterogeneidad de situaciones socioproductivas que se observan en las comunidades de pequeños productores. Sin embargo, la alternativa de la canasta de opciones tecnológicas puede presentar algunos inconvenientes si no es manejada en forma adecuada por el equipo técnico. Las propuestas más laxas tienen el inconveniente de ser más fácilmen-te desmembrables e inevitablemente se corre el riesgo de que se manifiesten algunos efectos adversos si se alteran aspectos esenciales que afectan la coherencia global de la propuesta. Esto es particularmente importante si los productores desconocen (o no comprenden) algunos de los aspectos fundamentales de la nueva tecnología, de los cuales depende en gran medida el éxito o fracaso de la propuesta técnica. Por ejemplo, un productor pueden tomar la decisión de adoptar antiparasitarios para mejorar la sanidad de su majada de cabras. Este productor puede atender en forma ajustada a una serie de elementos técnicos tales como tipo de antiparasitario, época en la que debe realizar el tratamiento, categorías caprinas a las que debe desparasitar, dosificación del antiparasitario y modalidad de aplicación del producto. Puede incluso comprender la importancia de desparasitar a sus animales y las diferencias productivas observadas entre majadas con o sin parásitos. Sin embargo, si no prestan atención a factores que desde su perspectiva pueden tener importancia secundaria, tales como la eliminación a las fuentes de inoculo que causan las parasitosis para de esta forma evitar la reinfección de la majada (por ej., retirar diariamente el guano del corral), el impacto de la nueva tecnología no será el esperado.
En este sentido Zutter (1990) después de muchos años de apoyo a proyectos de desarrollo rural en Perú, Bolivia y Ecuador advierte sobre las prácticas de los agentes del desarrollo quienes actúan como si existiese una "ferretería del desarrollo" donde escoger "paquetes" de técnicas y procedimientos, olvidando que los resultados dependen más de los contextos que de las herramientas elegidas. Berdegué y Larraín (1987) señalan en este sentido que una de las equivocaciones más frecuentes por parte de los técnicos es la creencia de que la tecnología sólo consiste en "artefactos" o "insumos". Esta concepción no tiene en cuenta que la tecnología además de los artefactos involucra una forma de utilización, una relación entre el artefacto y el trabajo humano que incluye un conocimiento y un objetivo.
El rol de los agentes externos es de vital importancia en este proceso, ya que no sólo deben funcionar como un mediador que pone a disposición de los productores una nueva propuesta técnica, sino que también debe convertirse en un catalizador del proceso. Lejos de ser un proceso unidireccional, la incorporación de una nueva tecnología por paite de los productores implica un flujo activo de intercambio de información entre dos sujetos sociales esencialmente distintos. Para que este proceso se desarrolle de una manera favorable, tanto productores como técnicos deberían acordar con los siguientes presupuestos básicos:
a) Productores y extensionistas deberían discutir y confrontar las representaciones diagnósticas que cada uno posee sobre la realidad que se propone transformar. Esta confrontación es necesaria a fin de lograr significados compartidos entre percepciones que con frecuencia presentan diferencias. De no existir una base diagnóstica compartida, será necesario que se genere primero un proceso de reflexión que posibilite a los sujetos sociales involucrados un análisis crítico de la realidad s obre la que pretenden actuar.
b) El diagnóstico debería permitir la identificación de algunos problemas productivos. En muchos casos los problemas priorizados por los pequeños productores se refieren a cuestiones que no tienen que ver en forma directa con la esfera productiva (por ejemplo, la infraestructura de servicios comunitaria). En otros casos, y aún cuando los problemas identificados se relacionen con cuestiones productivas, no es posible resolverlos con la simple incorporación de una innovación tecnológica (por ejemplo, concentrar los esfuerzos en aumentar la productividad de un rubro determinado cuando el problema real es el mercado).
c) Debería existir una (o varias) alternativas técnicas viables capaces de solucionar el problema productivo identificado. Esta respuesta técnica deberá ser apropiada a las condiciones socio-productivas particulares, independientemente de que ésta se fundamente en conocimiento científico o local (o una combinación de ambos). En el caso de que no existan desarrollos tecnológicos capaces de dar respuesta al problema será necesario realizar primero las tareas de investigación o experimentación adaptativa que correspondan. Dependiendo de la naturaleza del problema tecnológico, estas nuevas tecnologías podrían desarrollarse a partir de las investigaciones realizadas por el sistema científico formal, o en las mismas explotaciones de los productores utilizando algunas de las propuestas de desarrollo participativo de tecnologías existentes en la actualidad (por ejemplo, Biggs 1980, Rhoades y Booth 1982, Chambers y Ghildyal 1985, Chambers y Jiggins 1986, Farrington y Martin 1988, Chambers 1991, Chambers et al 1991, Haverkort et al 1991, Joshi y Witcombe 1996, Sthapit et al 1996, Witcombe et al 1996) Otra alternativa al problema de la inexistencia de soluciones técnicas viables, es laño priorización de aquellos problemas productivos para los cuales no existe una respuesta tecnológica fácilmente disponible (Herrera 1981). En estos casos se sugiere comenzar a trabajar con los productores en aquellos problemas para los cuales existan respuestas técnicas concretas. La propuesta de este autor se fundamenta en la idea de que generalmente los desarrollos tecnológicos que responden a nuevas problemáticas productivas son bastante lentos (sobre todos si involucran al sistema científico formal). Estas demoras (con frecuencia de años) pueden producir dos situaciones indeseables: i) puede disminuir el interés de los productores en el proceso de cambio en el cual se hayan comprometidos con el equipo técnico y ii) en otros casos, la prolongada demora hace que la respuesta técnica esté disponible para ser considerada por los productores cuando los problemas productivos se han modificado, o cuando el contexto socio-económico de aplicación ha variado substancialmente. No obstante, es difícil fijar una regla general que permita orientar la acción de productores y técnicos en relación a la falta de soluciones técnicas inmediatas a problemas productivos. Es necesario considerar cada caso en particular ya que en algunas oportunidades la gran importancia de un determinado problema puede justificar su abordaje aún cuando no existan tecnologías disponibles con capacidad de resolverlo en el corto plazo.
d) Los sujetos involucrados no sólo deberían mostrar determinación para superar el problema productivo (productores), sino también solvencia técnica-metodológica (extensionistas). Si los productores no están conscientes de los desajustes que provocan estas limitantes productivas en sus explotaciones y no reconocen la necesidad de transformar algunos aspectos de su actividad productiva, difícilmente tomen la decisión de incorporar una nueva tecnología. En términos de Kaimowitz y Vartanian (1990), los productores no sólo deberían tener conciencia de sus problemas tecnológicos, sino también estar dispuestos a incorporar las recomendaciones tecnológicas formuladas por los extensionistas. Por otra parte, si los extensionistas no poseen la solvencia técnica y metodológica indispensables para manejar en forma adecuada el proceso de tran sformación tecnológica, no podrán convertirse en dinamizadores del proceso de cambio.
La adopción tecnológica en el marco de los proyectos de desarrollo rural
De acuerdo a Olivier de Sardan un proyecto de desarrollo rural puede entenderse como un "campo de batalla" (1988:) donde se enfrentan distintos grupos sociales con intereses diversos y donde la relación entre los contendientes es regulada por un permanente proceso de negociación entre grupos dentro de la comunidad y entre individuos dentro de los grupos. Este enfoque también es compartido por Piñeiro y Trigo (1982), quienes señalan que los conflictos entre distintos actores sociales se manifiesta entre los sujetos que participan en el proceso productivo y trasciende la escala microeconómica. Esta concepción contrasta con otros abordajes que conciben a los proyectos de desarrollo rural como procesos de cambio donde las distintas partes involucradas alcanzan mágica y armoniosamente el consenso acerca de las acciones a desarrollar y las metodologías a implementar a fin de lograr las metas propuestas. La complejidad de la realidad social y la naturaleza de las relaciones humanas hace que el consenso entre partes sea la excepción y no la regla en los proyectos de desarrollo rural. En consecuencia, este tipo de proyectos se implementan en el marco de las relaciones de poder existentes entre agentes sociales que disputan la posibilidad de lograr un mejor posicionamiento en el campo socio-económico en el que desarrollan sus actividades. En vez de consenso, otras situaciones que tienen que ver con el conflicto, la crisis, las alianzas, el compromiso y la disputas por poder son realidades difíciles de ignorar durante su implementación.
Si bien todos estos procesos son factibles de ser objetivados y analizados en cualquier proyecto de desarrollo microregional (por ej., a escala comunitaria), es necesario destacar que situaciones macro más generales (por ej., políticas económicas) ejercen una influencia directa sobre todos los agentes involucrados en el proyecto. Sin embargo, es necesario aclarar que las restricciones externas actúan como condicionantes más que determinantes de los procesos sociales que se propone impulsar el proyecto. Esto no quiere decir que cada productor agropecuario o comunidad rural que participe en el proyecto puedan convertirse en los "artífices de su propio destino". Lo que aquí se cuestiona es el abordaje producido desde ciertas visiones deterministas que supeditan toda posibilidad de transformación a nivel local, a las posibilidades de cambio que ofrece la estructura global en la cual se implementa el proyecto de desarrollo.
El enfoque teórico que sigue la línea conceptual aquí propuesta, es comúnmente conocida como "perspectiva orientada al actor" (Long 1977). Este abordaje proporciona herramientas conceptuales apropiadas a fin de no sobrestimar (ni subvalorar) la incidencia que sobre los proyectos de desarrollo ejercen los condicionantes estructurales y otorga a los grupos que actúan a nivel local, cierto margen de maniobra que les permite intentar la transformación de la realidad socio-productiva en la que tiene lugar su operación económica. De acuerdo a Ferguson (1994) la perspectiva orientada al actor permite realizar un estudio más ajustado de las relaciones sociales presentes en los procesos de desarrollo rural, ya que considera la "interpenetración dialógica" (Kloppenberg 1991:269) que se observa en los distintos planos de la realidad y entre los distintos agentes sociales que operan en el mismo campo, ya sean estos actores locales o externos.
Debido a que la tecnología no es una variable independiente sino el producto de una compleja red de interacciones sociales, los procesos de generación y/o transferencia tecnológica deberían ser estudiados desde perspectivas teórico-metodológicas como la aquí propuesta (Cáceres y Woodhouse 1998), que permitan contextualizar al problema de la adopción en un marco explicativo más englobador. Desde la perspectiva del actor, la mejor posición desde la cual analizar el proceso de adopción tecnológica seria el estudio de aquellas "situaciones de interfase donde distintas visiones del mundo se interrelacionan e interpenetran" (Long y Long 1992:6). Estas situaciones son claramente observables en los proyectos de desarrollo rural a escala local, especialmente si se presta atención al campo en el que interactúan productores y extensionistas. En estas situaciones de interfase es posible observar las diferentes lógicas que orientan el accionar de los distintos actores involucrados. Este es un aspecto fundamental a considerar cuando se pretende estudiar el proceso de adopción tecnológica. Al respecto, Olivier de Sardan (1988) señala que la lógica de los proyectos de desarrollo rural por un lado y la de los productores por otro, son las dos principales lógicas en conflicto identificables en los procesos de desarrollo rural.
En la mayoría de los casos, la lógica de los proyectos de desarrollo rural está regida por enfoques productivistas diseñados por técnicos especialistas en aspectos productivos, que rara vez consideran el entorno socio-económico, la heterogeneidad social y la racionalidad específica de los pequeños productores. Las propuestas tecnológicas formuladas en el marco de este tipo de proyectos se basan en los conocimientos científicos generados en las unidades experimentales de los centros internacionales de investigación (Olivier de Sardan 1988), y casi nunca tienen en cuenta ni las condiciones locales donde las nuevas tecnologías se aplicarán, ni tampoco los conocimientos disponibles por parte de los productores en relación al problema productivo que se pretende solucionar. En consecuencia, las propuestas tecnológicas típicas se relacionan generalmente con la incorporación de nuevas técnicas o insumos productivos, diseñadas para operar satisfactoriamente en condiciones promedio de clima y suelo (por ej., la utilización de nuevos cultivares con alto potencia productivo). Esto, obviamente, contrasta fuertemente con la gran heterogeneidad ambiental observable entre las distintas unidades de producción de los pequeños productores. La pregunta que pareciera orientar a gran parte de los proyectos de desarrollo rural es ¿que tecnologías sería necesario incorporal* a fin de modernizar los sistemas productivos campesinos e incrementar sus rendimientos por unidad de superficie?. La idea principal que orienta esta lógica de proyectos se esquematiza en la Fig. 2
Figura 2. | Lógica que orienta el
enfoque dominante en proyectos de desarrollo rural |
Rationale that guides the prevailing approach
to rural-development projects. |
Este pensamiento lineal que caracteriza la formulación e implementación de gran parte de los proyectos de desarrollo, rara vez logra cristalizar su promesa de mayor ingreso para las familias rurales. Esto no sólo se debe a que el ingreso percibido por el productor tiene una alta dependencia de factores extra productivos (por ej., estructura de los mercados, políticas para el sector, escala productiva), sino también porque los paquetes tecnológicos propuestos no se adaptan, en la práctica, a los intereses de los pequeños productores y a las condiciones socio-productivas en las que tiene lugar su proceso de produc-ción.
Bentley (1989:52) analiza para el caso de campesinos hondureños cómo éstos han aprendido a dudar de los extensionistas: "varios campesinos relatan como han perdido cosechas por causa de los malos consejos que los agrónomos los obligaron a aceptar". Sin embargo sostiene que esta situación constituye una paradoja en tanto "la falta de confianza en gente ajena no es balanceada por una confianza total en el propio conocimiento de los campesinos". A pesar de que el conocimiento tradicional puede ser mejor que la agricultura moderna para el manejo de plagas (Altieri 1984), demasiado contacto con extensionistas puede hacer que el pueblo pierda su confianza en el conocimiento tradicional (Farrington y Martin 1988).
La lógica de los pequeños productores parece basarse en un desarrollo diferente sustentado principalmente por la experiencia cotidiana. Debido a que su operación económica se desenvuelve en un marco de elevada incertidumbre ambiental y socioeconómica, los pequeños productores han desarrollado una lógica particular que apunta a priorizar aquellas estrategias de reproducción social que han demostrado ser comparativamente más efectivas y seguras a lo largo de la historia. Sin lugar a dudas, esta situación tiene mucho que ver con la forma particular en la que estos productores internalizan la idea de riesgo (Durand 1994). Según Scott (1976) la lógica que orienta sus estrategias productivas se basa en un principio que prioriza la seguridad ("safety first principle"), independientemente de los beneficios potenciales que obtendrían si tomaran riesgos mayores. Sin embargo, esto no significa que todos los pequeños productores toman bajos niveles de riesgo. Algunos, como consecuencia de una muy escasa dotación de recursos productivos, o de un muy desfavorable posicionamiento en el campo donde desarrollan sus actividades, se ven obligados a desarrollar estrategias productivas (o comerciales) que en términos comparativos demandan la toma de un mayor nivel de riesgos. No obstante, se podría afirmar que los pequeños productores toman la menor cantidad posible de riesgo que le permite su posición relativa en el campo donde desarrollan su actividad económica.
Esta aversión al riesgo no necesariamente implica que los pequeños productores sean tecnológicamente conservadores. Debido al continuo cambio de las condiciones contextúales en las que tiene lugar el proceso productivo (internas o externas a su unidad de producción), estos productores modifican permanentemente sus estrategias productivas, para lo cual deben incorporar regularmente innovaciones tecnológicas. Su disposición a la innovación sin embargo, no significa que estén dispuestos a incorporar cualquier tipo de tecnologías, siendo particularmente reticentes a adoptar aquellas tecnologías que no se ajustan satisfactoriamente a su lógica productiva. Este es el caso de muchas de las tecnologías externas propuestas por los extensionistas en el marco de proyectos de desarrollo.
El proceso por el cual los pequeños productores incorporan innovaciones tecnológicas, parece basarse en una lógica "pre-reflexiva" entendida como "sentido práctico"3, más que en una elección típicamente "racional". Este proceso de ajuste de las nuevas tecnologías a las condiciones particulares en las que tiene lugar su existencia, no siempre es exitoso, ni se ajusta en todos los casos a sus condiciones estructurales de existencia. En consecuencia, en muchas oportunidades las innovaciones tecnológicas incorporadas no solucionan el problema productivo en la magnitud esperada, o incluso pueden producir efectos negativos no previstos o no deseados.
3 Para dar cuenta de la lógica real de la práctica propuse una teoría de la práctica como producto de un sentido práctico, de un sentido del juego socialmente constituido. Se trata para mí, en un principio, de describir las formas más humildes de la práctica.... escapando tanto del objetivismo de la acción, entendida como de acción mecánica carente de agente, como del subjetivismo, el cual describe la acción como la realización deliberada de una intención conciente, como libre propósito de una conciencia que establece sus propios fines y maximiza su utilidad mediante el cálculo racional! (Bourdieu y Wacquant 1995:83).
Desde la lógica de los pequeños productores la principal pregunta que orienta su operación económica no se relaciona estrictamente con la faz tecnológica (ni tampoco en forma exclusiva con la faz productiva) y podría formularse de la siguiente manera: ¿cual es la combinación de actividades (productivas y extra-productivas) que mejor garantizan la reproducción social (simple o ampliada) del grupo familiar?.
Desde el punto de vista productivo, los pequeños productores no necesariamente seleccionan aquellas actividades que poseen un más alto ingreso potencial. Es el caso típico de la importancia que reviste la producción bovina en las explo-taciones de pequeños productores del Noroeste de Córdoba. A pesar de que los vacunos están menos adaptados que el ganado caprino a la región y aún cuando en términos comparativos es una actividad menos rentable, los bovinos ocupan un lugar destacado en la mayoría de sus sistemas productivos.
Este comportamiento, aparentemente irracional desde el punto de vista económico, encuentra su explicación si se incluyen algunas variables con mayor contenido social, ya que en este tipo de explotaciones los productores le dan un lugar destacado a la producción ganadera por lo que ésta representa en términos sociales. Ser un productor ganadero tiene mayor status social que ser un productor caprino, ya que les permite acercarse al perfil productivo de los productores medianos o grandes de la región y en consecuencia sentirse partícipes del "éxito" y reconocimiento social que estos estratos productivos poseen.
En el ámbito estrictamente tecnológico se observan procesos similares. La innovación tecnológica no está ligada exclusivamente al posible rédito económico que estas tecnologías pudieran ofrecer. La conducta de los pequeños productores también está condicionada por la capitalización simbólica (Bourdieu y Wacquant 1995) que puedan alcanzar como consecuencia de la incorporación de las innovaciones. La adopción de tecnologías tales como tractores, agroquímicos o semillas híbridas ilustran este tipo de situaciones. Independientemente de la adecuación que estas tecnologías puedan tener a las condiciones socioproductivas de los pequeños productores de la región, su adopción les posibilita compartir, aunque más no sea efímeramente, la idea de "progreso", "modernidad" y "camino al éxito" que han internalizado a lo largo de su historia en el espacio social donde desarrollan su actividad.
Esto no significa que se sostenga aquí que este tipo de tecnologías sean adecuadas a sus condiciones socio-productivas ya que esto dependerá de los contextos particulares en los que cada tecnología deberá insertarse. Por el contrario, en la mayoría de los casos las tecnologías referidas son inapropiadas para su realidad productiva ya que fueron concebidas y desarrolladas para otro contexto de aplicación. Lo que aquí se sugiere, en cambio, es que los pequeños productores no se comportan exclusivamente como adoptantes de aquellas tecnologías que le ofrecen la posibilidad potencial de mejorar sus volúmenes productivos y su ingreso económico. En otras palabras lo que moviliza su conducta es la posibilidad de incorporar tecnologías que le permitan mantener o mejorar su posición en el campo en el cual desarrollan su actividad. Para lograr este objetivo los productores ponen en práctica una serie de conductas relacionadas con la incorporación de aquellas innovaciones que, desde su perspectiva, le permi ten alcanzar un mejor posicionamiento relativo en el campo en el cual operan a través de una mayor capitalización en el plano económico, social o simbólico (Fig. 3). Este comportamiento, cons-truido cotidianamente, es permanentemente reconstruido en función del éxito o fracaso alcanzado en su lucha por lograr un mejor posicionamiento en el campo y a su vez retroalimenta el marco lógico que orienta sus estrategias.
En síntesis, cuando se analiza el proceso de adopción tecnológica desde la perspectiva orientada al actor, se identifican situaciones de interfase que ponen en evidencia el conflicto existente entre las lógicas de los proyectos de desarrollo rural y la de los productores a los que éstos van dirigidos. Mientras el mensaje de los agentes externos se caracteriza por la formulación de afirmaciones categóricas del tipo "si adopta la NT aumentará su producción y consecuentemente su ingreso", la evaluación de la situación por parte de los pequeños productores está motivada por la expectativa de que estas tecnologías le ayuden a mantener o mejorar su posición en el campo en el que desarrollan su actividad socio-económica.
Esta confrontación de lógicas diferentes pone en evidencia además, lo que cada uno de estos actores pone enjuego en el proceso. Mientras que los extensionistas ponen en juego cuestiones tales como el éxito del proyecto, la posibilidad de conseguir futuros financiamientos, o su prestigio profesional, los productores se juegan la posibilidad misma de alcanzar (o no) la reproducción social de su grupo familiar.
Un segundo plano de divergencia entre estas dos lógicas se relaciona con la naturalidad con la que a menudo los agentes externos manejan la idea de "presente" y "futuro" (Fig. 2). La escasez de recursos económicos disponibles por parte de los pequeños productores para invertir en nuevas tecnologías, dificulta el proceso de adopción de gran parte de las tecnologías externas ofrecidas por los proyectos. Por grande que sea la promesa de altos rendimientos o ingreso, los productores están demasiado preocupados por alcanzar su reproducción en el tiempo presente como para pensar en hipotéticos beneficios que se presentarán en el futuro. Esto sin considerar aún lo adecuada (o no) que sea la propuesta tecnológica a las condiciones reales de producción de los pequeños productores. Los técnicos, en cambio, son más proclives a planificar procesos de cambio de las unidades productivas que abarcan periodos de más de un año. Desde su lógica, no sólo planifican el manejo ideal que deberían tener las explotaciones, sino que con frecuencia planifican también la forma en que los pequeños productores deberían reinvertir sus (supuestos) mayores beneficios económicos a fin de que se inserten en un proceso de progresiva capitalización.
Finalmente, un tercer plano que manifiesta el conflicto entre la lógica de los proyectos y la de los pequeños productores se relaciona con las metodología de trabajo seleccionada por los agentes extemos y la naturaleza de la propuesta técnica. Usualmente, los extensionistas observan su trabajo de asistencia técnica como si estuvieran desarrollando sus acciones en un territorio "virgen" e inexplorado por otros actores sociales. El hecho de ignorar que los productores reciben casi permanentemente un flujo variable de información técnica a través de los medios masivos de comunicación, o de distintas organizaciones o instituciones, es una de las causas que explican porque los técnicos no comprenden algunos com-portamientos de los productores en relación a la innovación tecnológica. Debido a que la información técnica que llega a los productores es en muchos casos contradictoria, éstos se sienten confundidos por la falta de coherencia del mensaje técnico recibido y en consecuencia imposibilitados de tomar decisiones que impliquen la adopción de tecnologías extemas. Estas situaciones, que ocurren con frecuencia en todas las comunidades de pequeños productores, no pueden ser ignoradas por los técnicos del desarrollo.
En síntesis, el proceso de adopción tecnológica es complejo debido a que no sólo están en juego factores técnico-productivos, sino también una intrincada red de relaciones sociales donde los agentes involucrados confrontan lógicas distintas, desarrollan actividades muy diferentes y pugnan por lograr un mejor posicionamiento en el campo donde desarrollan su actividad socio-económica. Por lo tanto, la adopción de nuevas tecnologías no puede ser estudiada sin contextualizarla en procesos socioeconómicos e históricos mas integradores. En otras palabras, para comprender como se producen los procesos de adopción tecnológica en una comunidad rural particular, es necesario tener una teoría global que explique la estructura y el funcionamiento de esa comunidad. Si no se dispone de este marco explicativo global se desconocería el comportamiento de una serie de factores tales como tipos de acceso a los recursos naturales, estructura familiar, patrón de migraciones, principales estrategias de reproducción social, composición política de la comunidad, nivel de organización de los productores, etc., los cuales tienen una importancia central para comprender los procesos de adopción tecnológica.
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