Agro Sur, Vol. 33 N° 1, 2005, pp. 20-28 CIENCIA AGRARIA
EFECTO DE NIVELES DE NITRÓGENO Y DENSIDADES DE POBLACIÓN EN LOS RENDIMIENTOS DE LOS PRIMEROS AÑOS DE UNA ESPARRAGUERA.
Aage Krarup H. Universidad Austral de
Chile, Facultad de Ciencias Agrarias, Casilla 567, Valdivia, Chile. E-mail:
akrarup@uach.cl ABSTRACT Effect of different nitrogen levels and plant densities on yield, of the first four years, of an asparagus crop. Nitrogen
fertilization in asparagus has been studied using plant populations of
around 22.000 plants per hectare, not having information of its use in
higher populations, which is the tendency nowadays. Results for the first
four years of harvest of a trial that employs two plant densities (22.222
and 44.444 pl/ha) and five levels of N (0, 50, 100, 150 and 200 kg/ha)
are analyzed. Key words: asparagus crop, nitrogen fertilization, plant density, asparagus yield RESUMEN La
fertilización nitrogenada en espárragos ha sido estudiada empleando densidades
de alrededor de 22.000 plantas por hectárea pero no se tienen antecedentes
de su uso en poblaciones de mayor densidad, lo cual es la tendencia actual
en las nuevas plantaciones. Se analiza el resultado de los cuatro primeros
años de cosecha de un ensayo que considera dos densidades de población
(22.222 y 44.444 pl/ ha) y cinco niveles de N (0, 50, 100, 150 y 200 kg/ha)
bajo las condiciones de Valdivia. Palabras claves: espárragos, fertilización nitrogenada, densidad de plantas, rendimiento.
INTRODUCCION La respuesta de espárragos a la fertilización nitrogenada ha sido variable según investigaciones realizadas; Carolus y Brown (1961), Hirsch y Hartmann (1987), Hartmann et al. (1987), Hartmann (1988), Krarup (1991), Douglas y Follet (1996) no lograron mayores rendimientos con dosis de N superiores a 100 kg/ha, como tampoco Krarup et al. (2001) con dosis de 50 kg N/ha en la producción de coronas, en tres distintas áreas geográficas de Chile (Curacaví, Chillán y Valdivia). Sin embargo otros autores como Sanders (1999) e Hikasa y Kamata (1994) obtuvieron respuestas hasta 150 y 200 kg N/ha, respectivamente; incluso Cannell y Takatori (1970) señalan que hubo respuesta hasta 560 kg N/ha. En el sur de Chile no se ha encontrado respuesta a aplicaciones sobre 128 kg N/ha (Krarup y Herrera, 1987). Los trabajos citados anteriormente han utilizado densidades de plantación consideradas tradicionales (20 a 22 mil plantas/ha), sin embargo, en la actualidad la tendencia es plantar a densidades que duplican las anteriores (alrededor de 40 mil plantas/ha), lo que significaría, teóricamente, que podría haber una mayor necesidad de suministro de N/ha; más plantas que satisfacer en igual superficie. Si esto fuese así, las dosis a emplear podrían llegar a límites no deseables y pasar a ser contaminantes de los sistemas de aguas por eventuales lixiviaciones del N, especialmente en zonas lluviosas como es el sur de Chile. En una especie perenne, como lo es el espárrago, se hace necesario considerar al menos tres a cuatros años de observaciones para evaluar resultados de distintas variables, como ha sido señalado por diferentes autores (Corriols, 1983; Krarup, 1993; Uragami et al., 1993; Krarup, 1995; Krarup, 2001), más aún si una de ellas es el efecto de diferentes densidades de plantas. En razón de lo anterior, los cuatro primeros años de cosecha deberían ser un indicador del eventual beneficio de plantar a una densidad que duplica la tradicional y, a su vez, permitir conocer si la variación en la densidad de plantas altera las conocidas respuestas a diferentes dosis de N. MATERIALES Y METODOS La investigación se llevó a cabo en la Estación Experimental Santa Rosa, Universidad Austral de Chile, Valdivia, en un andisol Serie Valdivia. El diseño del ensayo fue un factorial con dos variables (dos densidades de plantación : 22.222 y 44.444 plantas/ha, y cinco niveles de N: 0, 50, 100, 150 y 200 kg/ha, respectivamente), plantado el 21 de diciembre de 1999 con plántulas de seis meses de edad del cultivar Atlas, dispuesto en bloques completos al azar con cuatro repeticiones; encalando (2 t/ha de cal comercial al surco) y fertilizando todas las parcelas, también al surco, con superfosfato triple (300 kg/ha de P2O5) y sulfato de potasio (200 kg/ha de K2O) antes de plantar. Posteriormente, año a año, se ha fertilizado, incorporando con motocultivador y a salidas de invierno (agosto), con 100 kg/ha de P2O5 en forma de superfosfato triple y 50 kg/ ha de K2O como sulpomag, además de aplicar sobre la hilera el correspondiente nivel de N como salitre sódico al inicio de la brotación primaveral (septiembre). Las parcelas experimentales fueron de una hilera de plantas, separando con una hilera borde de igual largo (5 m) los dos conjuntos poblacionales con cinco dosis de N cada uno, ubicadas al azar dentro de cada uno de dichos conjuntos poblacionales. Para el caso de 22.222 plantas/ha la distancia entre hileras es de 1,50 m y de 1,125 m para 44.444 plantas/ha; en la primera población la hilera llevaba 17 plantas a 30 cm y en la segunda 23 plantas a 22,5 cm, respectivamente. Cada bloque, a su vez, poseía dos hileras bordes a cada uno de sus costados. El control de malezas se realizó aplicando glifosato en invierno y diurón después de pasar el motocultivador a comienzos de septiembre. La primera cosecha se realizó en octubre del año 2000, cosechando sólo un turión por planta; la segunda (año 2001) consideró sólo 30 días, en cambio la tercera y cuarta (años 2002 y 2003) consideraron 75 y 77 días, respectivamente. Todas se iniciaron la primera semana de octubre del correspondiente año, finalizando el día 22 de diciembre en el caso de las dos últimas, para así permitir un período de recuperación de las plantas cercano a tres meses y medio. Los datos de cosecha se sometieron a análisis de variancia con arreglo factorial y al test de comparaciones múltiples de Tukey, efectuando las transformaciones necesarias cuando fue del caso. RESULTADOS Y DISCUSION Es necesario tener presente que en Valdivia, en general, la cosecha de espárragos comienza los primeros días de octubre y que los aspectos climáticos pueden variar bastante de un año a otro, especialmente la pluviometría, como es posible observar en el Cuadro 1.
El período de cosecha del año 2003, en lo que a lluvia se refiere, es el que más se aproxima a lo que podría considerarse como de precipitaciones suficientes, no así el año anterior que fue extremadamente lluvioso (944 mm en el período considerado), o los años 2000 y 2001 considerados como insuficientes, en una zona donde normalmente no se riega. Las sumas de los grados días (temperatura base: 10 ºC) fueron relativamente similares para las dos últimas temporadas, primeras cosechadas por el total del período señalado, con un total de 254,8 y 260,5 grados días para los 82 días, respectivamente (Cuadro 1); sin embargo, difieren en los aportes mensuales a dichos totales, lo que podría ser de relevancia en los rendimientos alcanzados, al existir una correlación negativa (r = -0,67: P< 0,05) entre dichos grados días y las precipitaciones. Al efecto y en relación al agua caída en los primeros 21 días de diciembre del año 2003 (102,2 mm) ésta parece adecuada en cuanto a la humedad que pudiera suministrar al cultivo, pero precipitó en 15 días de los 22 días de cosecha, enfriando las condiciones ambientales (13 días con mínimas bajo 10 ºC y una media diaria de 13,9 ºC para esos 21 días), disminuyendo el aporte a la suma de grados días (82,3 grados días para esos días); consecuentemente los rendimientos fueron más bajos para dicho período, al compararlos con los de la temporada anterior que tuvo una temperatura media diaria mayor (15,6 ºC) para los mismos 21 días. Estos resultados se explicarían porque el crecimiento de los turiones depende esencialmente de la temperatura (Culpepper y Moon, 1939), la que definitivamente bajó con las precipitaciones habidas en el referido período. Al respecto hay que recordar que el crecimiento de turiones se incrementa linealmente entre 7 y 31 ºC (Blumenfield et al., 1961) y que su tasa de crecimiento relativo se incrementa desde los 10 a los 30 ºC siguiendo una curva exponencial doble que luego declina a los 35 ºC (Kim et al., 1989). También cabe señalar que estudios previos realizados en Valdivia indican que la emisión de turiones se inicia cuando la temperatura media semanal supera los 9 a 10 ºC (Krarup y Henzi, 1992). Los rendimientos totales y comerciales producidos en los tres primeros años fueron los esperados para la densidad poblacional tradicional (22.222 pl/ha), no así en el cuarto año que debió ser superior a la del tercero (Cuadro 2); similar tendencia mostró la alta densidad poblacional (44.444 pl/ha), la que fue superior a la tradicional en la tercera cosecha (año 2002), como era de esperar, pero que bajó en la cuarta, tanto al nivel de cosecha total como comercial, siendo igual a la baja densidad de población en ambos parámetros (Figura 1). La explicación de este hecho podría estar en las condiciones de clima desfavorables habidas durante el mes de diciembre del año 2003, como se insinuó con anterioridad; sin embargo es de hacer presente los resultados de González y del Pozo (2003) quienes concluyeron que la mayor densidad de población (33.333 pl/ha) sólo incrementó el rendimiento en la primera temporada de cosecha al comparar con una población menor (22.222 pl/ha) y que el máximo rendimiento comercial se obtuvo en la tercera temporada de cosecha; es más, en los años siguientes no obtuvieron un efecto de la densidad de plantas. Al respecto, Sanders et al. (1998) empleando un rango más amplio de densidades poblacionales, obtuvieron resultados similares a los de González y del Pozo (2003), pero durante las primeras ocho temporadas de cosecha. Medina (1990), tampoco obtuvo un efecto sobre el rendimiento comercial en el segundo año de cosecha. A su vez, Kaufmann y Orth (1990) señalan que existe una interrelación compleja entre el número de plantas y la estructura del cultivo y que la mejor densidad para un cultivar de turiones gruesos como Helios es de 30.000 pl/ha, pero que para uno prolífico en tallos delgados es de 45.000. Bussell et al. (1997), analizando los resultados de quince diferentes estudios sobre densidades poblacionales, tampoco obtuvieron una claridad sobre los factores que afectan la óptima densidad de coronas trasplantadas. Todo lo anterior podría estar indicando que las respuestas a diferentes densidades poblacionales no necesariamente producen lo esperado y que las condiciones climáticas imperantes durante la temporada de cosecha pueden afectar seriamente los resultados productivos.
A pesar de lo anterior es de hacer notar que el número de turiones por planta (Figura 2) tiene la tendencia a seguir aumentando a medida que se avanza en temporadas de cosecha, en el caso de la menor densidad poblacional, pero a disminuir a partir de la tercera temporada en el caso de la mayor, al igual que el rendimiento por planta (Figura 3). Es decir, a densidades poblacionales mayores se empezarían a producir competencias entre plantas antes que a menores, lo que parece lógico. Reflejo de lo anterior es que los rendimientos totales y comerciales en la tercera temporada de cosecha (Cuadro 2) fueron superiores con la alta densidad de plantas, pero iguales a las de la baja densidad en la cuarta temporada y que, aparentemente, la tendencia sería a seguir creciendo en número de turiones y rendimiento por planta con la baja densidad (Figuras 2 y 3), sin embargo, para la alta densidad poblacional no existe claridad de lo que pudiera ocurrir en temporadas posteriores. Las respuestas a las aplicaciones de nitrógeno fueron similares para ambas densidades de población (Figura 4 y Cuadro 3) y se confirma lo indicado por Carolus y Brown (1961), Hartmann et al. (1987), Hartmann (1988), Krarup (1991), Douglas y Follet (1996) y Krarup et al. (2001), en el sentido que la especie requiere de poco nitrógeno y que dosis sobre 100 kg/N/ ha no benefician al cultivo, muy por el contrario, tienden a perjudicar la producción tanto en número (Cuadro 3) como en rendimientos totales (Cuadro 4 y Figura 4). Es más, Hirsch y Hartmann (1987) han señalado que el nivel de 100 kg/ha es el límite superior absoluto de fertilización nitrogenada para la especie. A pesar de lo anterior, es de hacer notar que la densidad poblacional alta produjo, en promedio de ambas poblaciones un mayor número total y comercial de turiones, indicando con ello que podría existir una respuesta mayor en los primeros cuatro años de cosecha, con respecto a la población tradicional; lo mismo ocurrió con el rendimiento total, como puede verse en el Cuadro 4, sin embargo, como se muestra en la Figura 5 la tendencia de ambas poblaciones fue bajar sus rendimientos con la aplicación de dosis superiores a 100 kg/ha de nitrógeno, coincidiendo en ello con Hirsch y Hartmann (1987); lo anterior significaría que las necesidades de N no son mayores a densidades poblacionales mayores a las tradicionales.
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