Estudios
Pedagógicos, Nº 28, 2002, pp. 31-45 INVESTIGACIONES LAS EMOCIONES EN EL AULA Emotions in the classroom
Prof. Nolfa Ibáñez S. Depto. de Educación Diferencial, Facultad de Filosofía y Educación, Universidad Metropolitana de Ciencias de la Educación, Av. J. P. Alessandri 774, Santiago, Chile. E-mail: nibanez@umce.cl ResumenEl artículo destaca el papel de las emociones en la construcción de los aprendizajes. Da cuenta de la primera investigación realizada en la formación docente inicial, que recoge la percepción de estudiantes de pedagogía de todas las carreras de pregrado de la UMCE, quienes contextualizan el surgimiento de sus emociones favorables y desfavorables en la interacción cotidiana en el aula universitaria. Palabras claves: Emociones, aprendizaje, formación docente AbstractThe paper emphasizes the role of emotions in the construction of learning. It provides a general overview and describes some of the main findings of the first research done in higher education with students of pedagogy who contextualize in the classroom interaction, their own emotions in the classroom interaction. Key words: Emotions, learning, students of pedagogy.
INTRODUCCIONSabemos que las emociones constituyen un factor importante al momento de explicar o interpretar el comportamiento humano. Ya a mediados del siglo pasado, en un trabajo conjunto entre investigadores del Instituto de Psicología de la Academia de Ciencias Pedagógicas y profesores de la cátedra de Psicología de la Universidad de Moscú, cuyo propósito era exponer las conquistas más recientes de la ciencia psicológica y los cambios que se han operado en la psicología en los últimos años, se destacaba el papel de las emociones en las acciones humanas: Las emociones influyen grandemente para regular la actividad y la conducta del sujeto. Solamente aquellos fines hacia los cuales el sujeto tiene una actitud emocional positiva pueden motivar una actividad creadora (Smirnov, Leontiev y otros 1960: 356). Actualmente han cobrado relevancia otras teorías que hacen notar la importancia de las emociones en el desarrollo cognitivo y psicosocial (Gardner 1993; Shapiro 1997; Goleman 1996). Sin embargo, en el ámbito educacional las emociones de los estudiantes no han sido parte de los factores a considerar para el diseño de estrategias metodológicas y evaluativas; por el contrario, nuestra cultura escolar desvaloriza lo emocional por considerarlo opuesto a lo racional. En Chile, el destacado científico Humberto Maturana R., Premio Nacional de Ciencias, postula que las emociones son mucho más que sólo un aspecto a considerar para explicar las acciones humanas (Maturana 1990 y 1992). Sostiene que las emociones son disposiciones corporales dinámicas que están en la base de las acciones y que toda acción humana se funda en una emoción: lo que connotamos cuando hablamos de emociones son distintos dominios de acciones posibles en las personas y animales, y a las distintas disposiciones corporales que los constituyen y realizan. ( ) no hay acción humana sin una emoción que la funde como tal y la haga posible como acto. ( ) no es la razón lo que nos lleva a la acción sino la emoción (Maturana 1990: 20-21). Las clases de acciones tienen que ver con las emociones que permiten su realización; así, dependiendo de la emoción en que uno se encuentre será el tipo de acción que puede realizar, en cada momento. Esto lo vivimos cotidianamente. Una de mis estudiantes de la universidad me hizo el siguiente relato para ejemplificar su comprensión de las emociones en esta perspectiva teórica: Estaba muy desanimada y triste esos días porque había peleado con mi pololo (novio), ni siquiera tenía interés en conversar con quienes intentaban animarme. El sábado mis amigos tenían una fiesta; me invitaron y yo no quise ir, sólo deseaba estar sola y acostarme. Ellos insistieron, pero yo les expliqué que no podría bailar ni compartir con ellos. Un momento después recibí una llamada telefónica, ¡era mi ex pololo que me invitaba a salir!, de inmediato le dije que sí y corrí a arreglarme. Ahora sí tenía deseos de bailar. El ejemplo es elocuente: cambia la emoción, cambia el espacio de acciones posibles de emprender. Si las emociones definen el espacio de acciones posibles de realizar, entonces las emociones constituyen el aspecto de mayor relevancia para facilitar los aprendizajes en educación: emociones positivas o gratas permitirán la realización de acciones favorables para el aprendizaje, emociones negativas o no gratas no lo permitirán. En el caso de la interacción en el aula, las emociones que fundan las acciones de los estudiantes serían determinantes para el curso que sigue su aprendizaje, al favorecer o limitar acciones de una cierta clase según sea la emoción que las sustente. Por ejemplo: un alumno molesto o aburrido no realizará acciones favorables para el aprendizaje de las materias o contenidos tratados por el profesor en ese momento, como manifestar su interés en participar, hacer consultas, pedir nuevos ejemplos, discutir un concepto, etc; por el contrario, un alumno motivado e interesado sí podrá hacerlo, favoreciendo así la construcción de su aprendizaje. Esto lo hemos constatado en numerosos estudios realizados con niños y jóvenes en educación diferencial y educación básica, en la línea de investigación de la Metodología Interaccional Integrativa (MII)1, propuesta pedagógica basada en la concepción de aprendizaje de la biología del conocimiento, cuya aplicación considera siempre la disposición emocional de los alumnos (Ibáñez 1988, 1995, 1997, 2002; Ibáñez, Flores Oróstegui 1991). El contexto interaccional en el aula la interacción profesor-alumno/alumno-alumno constituye un modo de relación que tiene importantes consecuencias para la formación de los estudiantes, tanto en lo personal como en lo académico, en los distintos niveles del sistema educativo, incluida la educación superior. La percepción que tienen los estudiantes de sus relaciones interpersonales con los profesores sería lo que mayor impacto tiene en ellos, y no el contenido o materia de estudio. Esto es evidente cuando se realizan actividades con estudiantes de pedagogía en torno a los procesos educativos vividos por ellos: al preguntarles sobre cómo ellos aprendieron a lo largo de su educación básica y media, casi nunca mencionan el aprendizaje de contenidos particulares, la utilización de medios para aprender o métodos pedagógicos determinados; lo que está siempre presente son las vivencias respecto a sus interacciones con los distintos profesores y profesoras y su percepción sobre las características personales de ellos. Por otra parte, uno de los supuestos teóricos que subyace a la actual Reforma es que la construcción y reorganización de la actividad cognoscitiva está estrechamente ligada a las nuevas formas de experiencia social (Vygotski, 1995), por lo que el cambio en las modalidades de interacción profesor-alumno sería un aspecto prioritario para cumplir con el propósito de mejorar la calidad de nuestra educación. Sin embargo, diversas investigaciones realizadas en Chile en los últimos años han mostrado que los estilos tradicionales de enseñanza en las escuelas y liceos se conservan y son poco permeables a cambios significativos. Un aspecto que debe incidir en forma importante en el hecho de que la práctica pedagógica en los distintos niveles del sistema educacional conserve sus principales características por muchos años, independiente de movimientos de renovación y reformas, es el hecho de que los profesores recreamos en nuestras prácticas pedagógicas mucho de lo vivido cuando éramos estudiantes. Quizás la poca o nula atención prestada a las emociones de los actores educativos haya contribuido a ello (Ibáñez 1996). LAS EMOCIONES EN LA FORMACION DE PROFESORESSi deseamos revalorizar el papel de las emociones en nuestra cultura escolar, la formación de profesores es un ámbito prioritario. Para iniciar un trabajo sistemático en este ámbito, es necesario conocer lo que ocurre cotidianamente en los estudiantes: ¿cuál es la percepción que los estudiantes de pedagogía tienen de sus propias emociones en la interacción con sus profesores y pares?; ¿cuáles son las emociones que en ellos surgen con mayor frecuencia?; ¿en qué contextos interaccionales ocurren? Con esta motivación, y asumiendo la concepción de emociones de H. Maturana, desarrollamos una investigación entre 1999 y 2001, en conjunto con un grupo de académicos de otras disciplinas de la Facultad de Filosofía y Educación de la Universidad2, cuyo objetivo principal fue develar las emociones que surgen en los estudiantes de pedagogía de la UMCE en la interacción con sus profesores y compañeros, para proyectar los resultados del estudio a la innovación en las prácticas pedagógicas de los formadores de profesores. La investigación recogió la percepción de mil estudiantes de los cinco mil matriculados en las 16 carreras de pregrado: Educación Parvularia, Educación Básica, Educación Diferencial (con cuatro especialidades), Filosofía, Historia y Geografía, Castellano, Inglés, Francés, Alemán, Biología, Matemática, Física, Química, Artes Plásticas, Música y Educación Física. Estas carreras pertenecen a cuatro Facultades: Filosofía y Educación, Historia Geografía y Letras, Ciencias, y Artes y Educación Física. Se consideraron dos grupos-cursos por carrera, dado que hasta el año recién pasado existían dos planes de estudio impartidos en forma paralela: el plan antiguo vigente hasta el 2001, PAV, y el plan nuevo implementado a partir de 1998 en el marco del proyecto del MINEDUC de Fortalecimiento a la Formación Docente Inicial, FID. Estudiantes de todas las carreras, de ambos regímenes curriculares, respondieron encuestas de respuesta abierta en las que contextualizaron el surgimiento de sus emociones favorables y desfavorables en la interacción en el aula (cuadro 1), y participaron en grupos focales de conversación con el mismo objetivo. El número de estudiantes encuestados por grupo-curso o semestre bajo el plan PAV en cada una de las carreras fluctúa entre 10 y 28, y en el caso de estudiantes bajo el plan FID entre 24 y 50. Los grupos focales de conversación son integrados en promedio por seis estudiantes y se realizan en forma separada según sea la adscripción de los estudiantes a uno u otro plan de estudios, pero sin distinción por carreras o facultades. Las conversaciones son grabadas en audio y transcritas para su análisis.
Dado que se dio cuenta del diseño metodológico general en un avance, en este mismo lugar (Ibáñez 2001), sólo interesa reiterar que lo único que se predeterminó fueron las dos categorías generales para el análisis: Emociones favorables y Emociones desfavorables para el aprendizaje. Las percepciones de los estudiantes vertidas en las encuestas y en los grupos de conversación se procesaron según los indicadores establecidos por ellos mismos, lo que dio lugar a cuatro subcategorías al interior de cada una de las dos categorías generales. Estas subcategorías son: a) Contenido y cumplimiento de los propios objetivos, b) Metodología y participación, c) Relación con profesores y percepción que de él o ella tiene el estudiante y d) Relación con compañeros. Las respuestas y/o apreciaciones, tanto de encuestas como de grupos focales de conversación, se analizaron por Facultad y Carrera, separadamente según los estudiantes estuviesen adscritos al plan PAV o al plan FID para posibilitar su comparación, lo que constituye otro de los objetivos del estudio. Como emociones favorables para el aprendizaje se consideraron: Interés y/o entusiasmo, Alegría y/o satisfacción y Otras emociones favorables. Como emociones desfavorables para el aprendizaje: Rabia y/o Impotencia, Inseguridad y/o miedo y Otras emociones desfavorables. Como Otras emociones, un número muy pequeño de estudiantes contextualizó el surgimiento de gusto y alivio, como emociones favorables; y un número algo mayor, pero también marginal, aburrimiento, desagrado y decepción como emociones desfavorables. Por lo tanto, el grueso de las respuestas o apreciaciones de los estudiantes se concentró en las emociones ya indicadas. Los cuadros siguientes (2 al 5) muestran ejemplos de indicadores de emociones favorables y desfavorables dados por estudiantes de dos facultades, correspondientes a encuestas y a grupos focales de conversación. En cada subcategoría, los indicadores más repetidos por los estudianes de todas o de la gran mayoría de las carreras de las cuatro facultades, tanto en encuestas como en grupos focales de conversación, en ambos planes de estudio, fueron los siguientes: EMOCIONES FAVORABLES
EMOCIONES DESFAVORABLES
Los contextos interaccionales descritos por los estudiantes de todas las carreras al contextualizar sus emociones en encuestas y grupos de conversación son los mismos o parecidos en ambos planes de estudio, tanto para las emociones favorables como para las desfavorables, ambas en similares proporciones. Es de gran significación que los indicadores de emociones favorables y desfavorables sean los mismos o similares en todas las carreras, en ambos planes de estudio, tanto en las respuestas o apreciaciones de las encuestas como en los grupos focales de conversación. Esto indica que los estudiantes de la UMCE vivencian situaciones similares, que deben corresponder a estilos habituales de interacción en el aula en las diferentes carreras. En el análisis cuantitativo se utilizó el mismo procedimiento para la tabulación de las respuestas y apreciaciones de los estudiantes participantes en los grupos focales que para la tabulación de las respuestas y apreciaciones de las encuestas. En el siguiente cuadro se pueden apreciar los porcentajes promedios del total de respuestas y/o apreciaciones de todos los estudiantes participantes, de ambos planes de estudio, correspondientes a emociones favorables y desfavorables para el aprendizaje, por subcategoría:
ALGUNAS CONCLUSIONESLa investigación permitió develar las emociones que surgen con mayor frecuencia en los estudiantes de la UMCE y establecer los contextos interaccionales en que ocurren. Los resultados de este trabajo nos permiten afirmar que:
COMENTARIOSLos resultados de este primer estudio permiten visualizar la potencia que puede tener en las dinámicas relacionales al interior del aula universitaria (y en cualquier nivel y ámbito disciplinario) el que los profesores nos hagamos cargo de que las emociones son el fundamento de las acciones de aprendizaje de los estudiantes, y consecuentemente, de la importancia que tiene considerar una instancia evaluativa que nos permita conocer su percepción con respecto al sistema de interacción que ocurre en nuestros grupos-cursos. Si los profesores consideráramos la evaluación del contexto interaccional de nuestras clases a partir de recoger las percepciones de los estudiantes en esta perspectiva, tendríamos información relevante para retroalimentar nuestras prácticas: ¿qué clases de emociones surgen en los estudiantes durante nuestras clases?; ¿con qué contextos interaccionales se relacionan?, ¿las emociones favorables y desfavorables aumentan o disminuyen en el transcurso del tiempo? Hacer esta evaluación también daría lugar a interrogantes novedosas para nosotros los profesores: ¿cómo nos afecta el conocimiento de las percepciones de nuestros estudiantes? o, dicho de otro modo, ¿qué emociones surgen en nosotros al hacer esta evaluación?, ¿cómo cambia con ello la clase de acciones que realizamos como profesores?. Nuestra investigación
demuestra que las emociones de los estudiantes constituyen un factor determinante
en la construcción de sus aprendizajes: cuando ellos contextualizaron
sus emociones favorables, siempre indicaron aspectos que todos consideramos
prioritarios para mejorar la calidad de los aprendizajes: sentirse motivado
en las clases, tratar contenidos contextualizados en las propias experiencias
cuya aplicación se puede visualizar en la práctica, sentirse
valorado como estudiante, poder participar, confrontar distintos puntos
de vista, etc. Lo contrario ocurre con la contextualización de
las emociones desfavorables. NOTAS1 La línea de investigación de la MII, propuesta pedagógica creada por la autora, se inició en 1986 en el ámbito de los niños con problemas de aprendizaje, con el auspicio de la Dirección de Investigación de la UMCE, y hoy cuenta, además, con una treintena de estudios realizados por estudiantes en función de sus tesis de pre y postgrado en distintos niveles del sistema escolar regular. 2 Proyecto auspiciado por la Dirección de Investigación de la UMCE. Equipo de investigación: Nolfa Ibáñez, Florencia Barrientos, Eduardo Cabezón, Teresa Delgado y Gladys Geisse. REFERENCIASGARDNER, H. (1993). Estructuras de la mente: La teoría de las Inteligencias Múltiples. Fondo de Cultura Económica. México. GOLEMAN, D. (1996). La inteligencia emocional. Javier Vergara Ed. Buenos Aires. IBAÑEZ, N. (1988). Metodología Interaccional Integrativa. Lineamientos generales. Asoc. Chilena de Lectura ACHILS Especial Conferencias. Santiago. IBAÑEZ, N. (1995). La metodología Interaccional Integrativa. Boletín Metodológico 1. Facultad de Filosofía y Educación. UMCE: 21-25. IBAÑEZ, N. (1996). La emoción: punto de partida para el cambio en la cultura escolar. Revista de la UMCE 2: 47-59 IBAÑEZ, N. (1997). La metodología Interaccional Integrativa en escuela rural y escuela urbana integrada, Boletín de Investigación Educacional. Pont. Universidad Católica de Chile. Vol 12: 492-510. IBAÑEZ, N. (2001). El contexto interaccional en el aula: una nueva dimensión evaluativa, Estudios Pedagógicos 27: 43-53 IBAÑEZ, N. (2002). La metodología Interaccional Integrativa: una propuesta de cambio, Revista Teoría e Prática da Educação. Universidade Estadual de Maringá. Paraná. Brasil. (En prensa). IBAÑEZ, N., V. FLORES, I. OROSTEGUI, I. (1991). Aplicación de la metodología Interaccional Integrativa a niños con problemas para aprender. Informe Final de Investigación. UMCE. MATURANA, H. (1990). Emociones y lenguaje en educación y política. Dolmen. Santiago. MATURANA, H. (1992). El sentido de lo humano. Hachette. Santiago. SHAPIRO, L. E. (1997). La inteligencia emocional de los niños. Javier Vergara Ed. México. SMIRNOV, LEONTIEV, LURIA Y OTROS (1960). Psicología. Grijalbo. México. VYGOTSKI, L. S. (1995). Obras Escogidas, Visor. Madrid
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