Arch. Med. Vet. XXIX, Nº 1, 1997
DOI: 10.4067/S0301-732X1997000100018

COMUNICACIONES

Aspectos anatomopatológicos del linfosarcoma en el cerdo

Anatomopathological aspects of lymphosarcoma in pigs

 

A. RUIZ, M.V.; P. HEBEL, M.V., Dr. med. vet.; M. QUEZADA, M.V., Dr. Vet.
 
Departamento de Patología, Facultad de Medicina Veterinaria, Universidad de Concepción, Casilla 537, Chillán, Chile.

SUMMARY

Three cases of lymphosarcoma in industrially-bred pigs are described, in which two of the pigs had a live weight of 60 kg, and the third, a reproductive female, had a live weight of 280 kg. The animals did not present any signs, nor specific clinical symptoms attributable to the disease. During the necropsy, an enlargement in the size of the lymphatic nodes, spleen, liver, and Peyer's Plate was observed, as was the presence of white spots or nodules of various sizes on the liver and kidney. The histopathology carried out on the tissue revealed the presence of cells of lymphoid origin, and of a histological aspect of lymphosarcoma.

Palabras claves: linfosarcoma, tumor, cerdos, tumor linfático.

Key words: lymphosarcoma, pigs tumors, lymphoid tumors.

INTRODUCCION

Las neoplasias en el cerdo son poco frecuentes, debido a su corta vida, siendo además poco variadas. Schifferli y col. (1995) al revisar las neoplasias de cerdos en 10 años encontraron 13 tipos de tumores en cerdos de la provincia de Río Cuarto, Argentina. Uno de ellos fue el linfosarcoma, neoplasia semejante a la que se describe en el curso de la leucosis, enfermedad que afecta a muchas especies domésticas y en las que puede tener un origen viral (Dahme y Weiss, 1989; Moulton, 1990). El cerdo no está ajeno a este tipo de neoplasias. Es así como desde el primer reporte de linfosarcoma en cerdo descrito por Leisering's en 1865 (citado por Head y col., 1974) se han descrito numerosos casos de linfosarcomas en el cerdo (Mc Taggart y col., 1979; Moulton, 1990), calificándose a este cuadro incluso como leucosis (Zettl y Folker, 1981).

La principal característica de este cuadro es la presentación de tumores o de linfosarcomas, especialmente en los tejidos linfáticos, precedido de una proliferación desordenada de leucocitos a nivel mieloide que casi siempre corresponden a la serie linfocítica. El incremento de estas células en circulación o linfocitosis se puede detectar en hemogramas de rutina (Moulton, 1990) y en la actualidad se emplean técnicas inmunohistoquímicas para diferenciar los distintos tipos de linfocitos que participan en los tumores (Gotoh y col., 1984; Nakajima y col., 1988; Kadota y col., 1990).

El linfosarcoma del cerdo se ha asociado a diferentes causas, destacándose entre ellas la posibilidad de infección viral (Busse y col., 1978) o su asociación a un gen recesivo autosomal, que afecta a cerdos de ambos sexos y principalmente animales jóvenes (Mc Taggart y col., 1971; Head y col., 1974; Mc Taggart y col., 1979; Moulton, 1990).

La enfermedad se presenta en forma esporádica y con casos aislados, observándose en los animales ataxia o parálisis, aumento de tamaño de los ganglios linfáticos periféricos, particularmente los ganglios submandibulares y preescapulares. También se observa anorexia, emaciación, disnea, taquicardia y muerte súbita. En estados terminales es común una fase leucémica, pero los exámenes hematológicos pueden ser normales o mostrar una linfocitosis poco marcada (Head y col., 1974; Leman y col., 1984).

Dependiendo de la localización primaria de los tumores se le ha dado los siguientes nombres a la enfermedad:

    1. Linfosarcoma multicéntrico: en esta forma hay aumento de tamaño de los ganglios linfáticos superficiales y una infiltración variable de linfocitos en vísceras (Anderson y Jarret, 1968; Zettl y col., 1981; Saito y col., 1982).
    2. Linfosarcoma tímico: puede ser también diseminado, pero el tumor se origina o nace en el área del timo, extendiéndose luego a los ganglios linfáticos mediastínicos. Los linfomas malignos están constituidos por células T, o por stem cell de la médula ósea (Kadota y col., 1990a, b).

    3. Linfosarcoma del tracto digestivo: se afecta la mucosa del estómago e intestino causando un gran engrosamiento de la pared. Las placas de Peyer son reemplazadas por proliferación de células tumorales que igualmente invaden la submucosa. También son afectados los ganglios mesentéricos, las superficies serosas, el hígado y el bazo (Kashima y col., 1990).

    4. Linfosarcomas de la piel: es un linfosarcoma diseminado que provoca una infiltración linfoide en la piel y el subcutáneo, con pérdida de las cerdas (Leman y col., 1984).

En el cerdo, en la mayoría de los casos, incluyendo los linfosarcomas hereditarios, se presenta la forma multicéntrica y el resto son tumores tímicos especialmente en cerdos jóvenes (Leman y col., 1984; Moulton, 1990). En estas dos fases de presentación es común que exista infiltración tumoral del hígado, bazo y riñones, pero también puede haber infiltración en el pulmón, páncreas, ovarios, corazón, músculo esquelético y médula ósea (Head y col., 1974; Fisher y Olander, 1978; Zettl y Folker, 1981; Saito y col., 1982).

Los ganglios linfáticos afectados son muy grandes con una superficie de corte convexa y homogénea que impide reconocer su corteza y médula debido a la gran infiltración de células neoplásicas que invaden todo el órgano. Además, muchos ganglios presentan simultáneamente hemorragias focales (Head y col., 1974; Allsup y col., 1981; Leman y col., 1984).

Cuando el bazo está comprometido, aumenta considerablemente de tamaño, es de color rojo grisáceo y de consistencia friable. Contiene numerosos nódulos esféricos, pálidos y de unos pocos milímetros de diámetro que corresponden a corpúsculos de Malpighi infiltrados con células tumorales (Bostock y Owen, 1973).

Las lesiones del hígado pueden estar representadas por numerosos nódulos pálidos pequeños o infiltraciones difusas. También es característica la infiltración masiva y selectiva del tejido periportal que da un patrón lobulillar muy acentuado de hasta 2 mm de diámetro (Head y col., 1974; Leman y col., 1984).

Los riñones pueden tener nódulos grandes especialmente en la corteza, produciendo irregularidades en su superficie. Algunas veces no se aprecian tumores macroscópicos pero histológicamente hay infiltraciones intersticiales en especial en la corteza (Head y col., 1974; Allsup y col., 1981).
A nivel intestinal, las células tumorales infiltran las placas de Peyer, observándose un engrosamiento de hasta 5 mm de ellas. La submucosa también puede estar comprometida (Head y col., 1974).

La médula ósea a nivel de la diáfisis de los huesos largos se presenta roja y translúcida, con algunas áreas más opacas y focos blancos de hasta 25 mm. Histopatalógicamente se producen acúmulos de células tumorales y hematopoyéticas (Head y col., 1974).

DESCRIPCION DE CASOS

En el Laboratorio de Patología Animal de la Facultad de Medicina Veterinaria de la Universidad de Concepción se ha realizado el diagnóstico de tres casos de linfosarcomas en cerdos durante los años 1990, 1993 y 1994, respectivamente. Los cerdos afectados pertenecían a tres planteles de crianza industrial y los animales no presentaban signos, ni síntomas clínicos específicos atribuibles a la enfermedad.

Dos casos se encontraron en cerdos de 60 kg de peso vivo y el tercero correspondió a una hembra reproductora de 280 kg de peso vivo, de la cual se hicieron llegar al Laboratorio todas las vísceras con los tumores.

PRINCIPALES HALLAZGOS MACROSCOPICOS

Los ganglios linfáticos estaban aumentados de tamaño y de aspecto blanco homogéneo, al corte no se pudo diferenciar la corteza de la médula. En un caso, se observó que los ganglios mesentéricos, específicamente el gastrohepático, estaba aumentado 2 ó 3 veces su tamaño normal y presentaba áreas hemorrágicas (fig. 1). Los ganglios más afectados fueron los submandibulares, retrofaríngeos, mediastínicos y gastrohepáticos.

El bazo estaba extraordinariamente aumentado de tamaño en los cerdos jóvenes (60 cm de largo), con gran espesor y anchura. La cara parietal era lisa, pero en la cara visceral a nivel del hilio se observaron nodulaciones. La consistencia era friable y la superficie de corte irregular (fig. 2).

El hígado estaba aumentado de volumen, con un característico reticulado lobulillar debido a un mayor engrosamiento de los septos, o con presencia de un puntillado blanquecino de aspecto miliar (fig. 3).

En el riñón se observó un puntillado blanco de aspecto miliar y sólo en un caso se observaron grandes nódulos de hasta 3 cm de diámetro, dando al órgano un aspecto de lobulaciones externas (fig. 4). En el corazón se observaron petequias en el epicardio en un caso. El intestino tenía las placas de Peyer levemente aumentadas de volumen. Sólo en un caso fue posible inspeccionar el área tímica y la médula ósea, no encontrándose indicios de tumores.

PRINCIPALES HALLAZGOS MICROSCOPICOS

Los ganglios linfáticos presentaban infiltración de células tumorales de origen linfoide de tamaño y forma variable, con abundantes mitosis. Estas células se encontraban distribuidas en todas las zonas del ganglio, reemplazando los nódulos linfoides de este tejido. En el bazo se observó una infiltración de células linfoblásticas en forma similar a los ganglios linfáticos, siendo difícil reconocer las estructuras histológicas de la pulpa blanca.

El hígado presentó atrofia de los lobulillos causada por la infiltración de tejido linfoblástico perilobulillar, constituido por células inmaduras de tamaño y forma variable. Además, entre los cordones hepáticos también fue frecuente encontrar células linfoblásticas (fig. 5).

Figura 1. Ganglio gastrohepático aumentado de tamaño con presencia de zonas blancas y hemorragias.
Gastrohepatic lymph node, enlarged in size, with white zones and hemorrhages.

 

 

 

Figura 6. Riñón con infiltración intersticial de células linfoides inmaduras.
Kidney with interstitial infiltration of immature lymph cells.

 

En el riñón había infiltración intersticial de células linfoides inmaduras especialmente en zonas perivasculares de la corteza y de la médula. Las mayores infiltraciones se observaron alrededor de arterias de la zona corticomedular (fig. 6). 

El corazón mostraba una infiltración de linfoblastos entre las fibras musculares, observándose a menudo compresión y atrofia de ellas.

Tanto los hallazgos macroscópicos como los microscópicos son similares a los descritos por Schifferli y col. (1995), quienes han diagnosticado esta neoplasia como linfosarcomas. Según Bettini y col. (1996) la mayoría de los linfomas se clasifican macroscópicamente como multicéntricos y microscópicamente como difusos, lo que coincide con el aspecto visto en estos casos, y con lo descrito por Perfumo y col. (1996). Basados en el aspecto histológico correspondería a células mixtas difusas según lo descrito por Bettini y col. (1996). Las observaciones coinciden con lo mencionado por Head y col. (1974), entre otros autores, quienes indican que los principales órganos afectados son: ganglios linfáticos, bazo, hígado y riñón (Moulton, 1990).

De los tres casos estudiados, dos corresponden a animales jóvenes, siendo ésta aparentemente la edad de mayor susceptibilidad para la presentación de la patología (Bostock y Owen, 1973; Moulton, 1990). Los signos clínicos son poco evidentes, como lo han descrito Head y col. (1974), quienes señalan que la disminución de ganancia diaria es uno de los pocos signos ante-mortem encontrados en los animales. En ninguno de los tres casos descritos aquí se observaron signos clínicos específicos como ataxia o parálisis.

Si bien la presentación de los casos fue esporádica entre los años 1990 a 1994, como también lo han encontrado Schifferli y col. (1995) y Bettini y col. (1996), esta patología tiene gran importancia desde un punto de vista económico, como lo indican ya en 1956, Monlux y col., debido a las pérdidas por decomiso y a los atrasos que sufren los animales. Sin embargo, el hecho más grave lo constituye su posibilidad de transmitirse genéticamente como lo han demostrado Mc Taggart y col. (1971). El diagnóstico de animales con este cuadro en nuestro país debe considerarse de extraordinaria importancia debido a la probable presencia de animales con un gen recesivo autosomal causante de linfosarcomas en planteles industriales. Sería interesante conocer la prevalencia de animales con linfosarcomas a nivel de matadero a fin de dimensionar su importancia, ya que si su patogenia es similar a la leucosis enzoótica bovina, la presentación de linfosarcomas en vísceras es una condición terminal de una enfermedad de mucho mayor difusión en el rebaño.

RESUMEN

Se describen tres casos de linfosarcoma en cerdos de planteles de crianza industrial, dos de los cuales tenían un peso vivo de 60 kg y el tercer caso correspondió a una hembra reproductora de 280 kg de peso vivo. Los animales no presentaban signos ni síntomas clínicos específicos atribuibles a la enfermedad. A la necropsia se observó: aumento de tamaño de los ganglios linfáticos, bazo, hígado y placas de Peyer; presencia de un puntillado o nodulaciones blancas de tamaño variable en hígado y riñón. Histopatológicamente estos tejidos tenían infiltraciones de células de origen linfoide, y de aspecto de linfosarcoma.

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Aceptado: 8.01.97.