REVISIONES BIBLIOGRÁFICAS
J. Kruze, MV, PhD
Laboratorio de Mastitis, Instituto de Microbiología, Facultad
de Ciencias,
Universidad Austral de Chile, Casilla 167, Valdivia, Chile
SUMMARY
The milking routine and its role in mastitis control programmes
Economic losses due to mastitis in dairy herds, in particular subclinical mastitis, because of less milk yield and poor milk quality, make its control a goal to be achieved in every dairy herd.
The risk of intramammary infection and transmission of mastitis pathogens, mainly contagious organisms, is higher during milking. Consequently, a good milking routine and udder preparation greatly reduces the risk of infection, being specially important the hygiene and the milking machine inducing factors.
A good milking routine involves a number of procedures which must be properly and carefully practised at every single milking. These procedures can be summarised as follows: provide cows with a clean environment, free of stress; check foremilk using a strip-cup to detect clinical mastitis and stimulate milk let-down; wash and thoroughly dry the surface of the teats with an individual disposable paper towel to reduce the spread of mastitis pathogens and to avoid milk contamination during milking; attach the teat cups within 1 minute after initiating udder preparation to get the maximum effect of oxytocin; check and adjust the milking units, as needed, to avoid air admission and prevent liner slip; shut off the vacuum before detaching the milking units to prevent impact; disinfect teats after milking with a safe and effective teat dip to destroy mastitis pathogens remaining on the teat.
In some herds, other optional measures can be added to this routine, mainly teat disinfection before milking (predipping) and disinfection of clusters between cows during milking.
Palabras claves: mastitis, control, ordeña.
Key words: Mastitis, control, milking routine.
INTRODUCCION
Muchos son los factores que participan en la patogénesis de la mastitis, compleja y costosa enfermedad del ganado lechero que, a diferencia de otras enfermedades infecciosas del bovino, no se puede erradicar y está presente, en mayor o menor grado, en todos los rebaños lecheros del mundo.
El control de la mastitis no sólo tiene importancia por las cuantiosas pérdidas económicas para el productor y la industria láctea, sino también para el consumidor, por el deterioro de la calidad nutritiva e higiénica de la leche. Por lo tanto, si el objetivo primordial de la producción de leche es lograr un producto apto de buena calidad para el consumo humano, el control de la mastitis es de vital importancia.
Un programa de control de mastitis para que sea aceptable, además de económico, práctico y factible de ser aplicado bajo diferentes condiciones de manejo, debe ser efectivo para reducir la prevalencia de la enfermedad en un rebaño, para lo cual no basta con evitar las neoinfecciones intramamarias sino que, además, es necesario eliminar las infecciones preexistentes o acortar su duración. Es mucho más probable que una alta tasa de prevalencia de mastitis en un rebaño se deba más a la persistencia de infecciones intramamarias por largos períodos de tiempo que a la mayor ocurrencia de neoinfecciones de la glándula mamaria (Dodd y col., 1969). Investigaciones realizadas con rebaños comerciales han demostrado que las medidas higiénicas durante la ordeña, básicamente lavado de ubres y pezones previo a la ordeña y desinfección de pezones postordeño, junto con la terapia de secado y la eliminación de animales con infecciones crónicas, pueden reducir la prevalencia de mastitis en un 50% en un año y más de un 70% en tres años (Kingwill y col., 1970; Wilson y Kingwill, 1975). Esta fue la razón de introducir la desinfección de pezones postordeño ("dipping") y la terapia de secado en los sistemas de control actualmente en uso en la mayoría de los países (Neave y col., 1966; Smith y col., 1967).
La gran mayoría de los casos de mastitis son de origen microbiano y el nivel de infección depende del grado de exposición de los pezones a los patógenos mamarios. Por lo tanto, las medidas higiénicas, especialmente durante el proceso de la ordeña, son importantes porque reducen la contaminación de los pezones con organismos patógenos, cuya principal puerta de entrada a la glándula mamaria es el conducto del pezón. Las mastitis causadas por organismos contagiosos, como Staph.aureus y Strep.agalactiae, se transmiten mucho más fácilmente durante la ordeña porque el principal reservorio de infección es la glándula infectada; en cambio, las infecciones por patógenos ambientales, como E.coli, Klebsiella sp, Strep.uberis, Strep.dysgalactiae y Pseudomonas, son más frecuentes en los períodos de interordeña, especialmente en animales estabulados, debido a que los pezones se contaminan ya sea por contacto directo con las fecas o por contacto con descargas vaginales, camas contaminadas, o por succión cruzada entre animales (Bramley y Dodd, 1984). En consecuencia, las prácticas de higiene son el complemento más importante de los programas de control y, en el sentido amplio de la palabra, es la suma de todos los intentos para controlar el ambiente de la vaca con la finalidad de minimizar el número de patógenos mamarios que lleguen al conducto del pezón y evitar así una neoinfección.
Dentro de este contexto, una preparación adecuada de las ubres y pezones previo a la ordeña no sólo es importante porque desencadena el reflejo de la bajada de la leche, sino también porque reduce el número de microorganismos contaminantes de la piel, disminuyendo el riesgo de infección intramamaria.
RUTINA DE ORDEÑO
Una buena "rutina de ordeño" involucra una serie de medidas higiénicas y de manejo desde que el animal entra a la sala de ordeño hasta que sale una vez finalizada la ordeña. Estas medidas, que han sido ampliamente recomendadas por el National Mastitis Council de los EE.UU. (Bramley y col., 1996), y en su mayoría adoptadas y recomendadas en Chile por el Consejo Nacional de Mastitis y Calidad de Leche (CONAMASCAL A.G.), permiten reducir considerablemente la contaminación microbiana de la leche, aumentar la producción, acortar el tiempo de la ordeña y reducir la transmisión de organismos patógenos contagiosos y ambientales que pueden causar mastitis (Philpot y Nickerson, 1991).
Para realizar una buena rutina de ordeño es importante realizar los siguientes pasos secuenciales:
1. Proporcionar un ambiente limpio y tranquilo para las vacas
La ordeña debe ser un proceso rutinario consistente para evitar los factores estresantes que pueden interferir con el sistema inmune y los mecanismos defensivos de la glándula mamaria y aumentar el riesgo de infección. La intranquilidad de los animales antes y durante la ordeña por ruidos extraños, cambios de rutina, introducción o separación de grupos de animales, cambio de personal o presencia de personas extrañas en la sala, y el maltrato de las vacas por los ordeñadores, son todos factores estresantes que pueden interferir con una adecuada ordeña por la liberación de adrenalina, hormona que interfiere con la bajada de la leche (inhibe la oxitocina) dando por resultado una ordeña incompleta y una mayor incidencia de mastitis clínica (Philpot y Nickerson, 1991). Además de los factores estresantes antes señalados, cualquier lesión o trauma de la glándula que cause dolor también puede producir inhibición de la oxitocina.
Las ubres con pelos demasiado largos, que pueden cubrir parte de los pezones, son difíciles de limpiar y pueden tener adherido material fecal y de las camas, los cuales deben ser removidos antes de la ordeña. El corte de pelo o el flameo de la parte baja de la ubre puede ser una práctica recomendable en estos casos. En algunos países se recomienda el corte de cola para evitar la contaminación de la ubre durante la ordeña, aunque las ventajas de esta práctica pueden ser contradictorias.
2. Extraer y examinar los primeros chorros de leche para detectar mastitis clínica
El examen clínico de la glándula mamaria y la extracción y examen de los primeros chorros de leche previo a la ordeña ("despunte"), es una práctica importante para la detección oportuna de los casos clínicos de mastitis. La leche que presenta evidentes anormalidades no es apta para el consumo humano y no debe mezclarse con leche de animales sanos. Las anormalidades más frecuentes son decoloración de la leche, presencia de grumos, sangre, o pus. La detección de estas anormalidades es útil también para identificar en forma rápida a aquellos animales que requieren una atención especial.
La mejor manera de realizar el "despunte" es recolectando los primeros chorros de leche sobre una superficie de fondo oscuro (jarro de fondo oscuro), haciendo escurrir la leche en diferentes direcciones sobre el fondo oscuro mediante un movimiento semirrotatorio del jarro; sin embargo, es frecuente observar la extracción de los primeros chorros de leche directamente sobre el piso de la sala de ordeño con el consecuente riesgo de contaminación de las extremidades posteriores de la vaca aumentando el riesgo de contaminación de los pezones, especialmente importante cuando se trata de vacas con mastitis; esta práctica, además, no permite observar con claridad las anormalidades de la leche ya que generalmente cae sobre un piso que contiene agua, orina y fecas. Otra práctica frecuente es la extracción de la leche directamente sobre las manos del ordeñador, lo que nunca se debe hacer porque esto ayuda a diseminar los microorganismos de vaca a vaca a través de las manos durante la preparación de las vacas antes de la ordeña. Idealmente, el ordeñador debería lavarse y secarse las manos antes de ordeñar y utilizar una solución desinfectante suave para enjuagarse las manos al pasar de una vaca a otra.
La práctica del despunte contribuye, además, a estimular el mecanismo que desencadena la bajada de la leche facilitando una ordeña completa.
3. Lavar los pezones y la superficie inferior de la ubre con una solución sanitizante
Una buena preparación de la ubre antes del ordeño mejora la calidad bacteriológica de la leche y reduce la contaminación bacteriana de la piel del pezón. El lavado se debe realizar con agua limpia y con baja presión, mojando y masajeando preferiblemente sólo los pezones; el lavado de la piel de la ubre puede transferir patógenos, especialmente Strep.uberis, a los pezones y penetrar con el agua al interior de las pezoneras durante la ordeña (Bramley, 1981). Se debe evitar el exceso de agua porque es casi imposible secar completamente la ubre antes de la ordeña. Lamentablemente, el manipuleo y lavado de los pezones dentro de la sala inevitablemente transfiere patógenos entre pezones de una misma vaca y entre vacas, especialmente si se usan paños de lavado; para minimizar esta transmisión se recomienda utilizar una solución desinfectante con el agua de lavado (solución clorada con 100-300 ppm/cloro disponible o solución yodada con 25-75 ppm/yodo disponible) y que las manos del ordeñador se laven y sequen antes de preparar cada vaca para la ordeña (Saran, 1995). El uso de guantes de goma es aconsejable porque facilita la remoción de los microorganismos, pero esta práctica no es muy aceptada por los ordeñadores.
En algunos rebaños con un gran número de animales se practica el lavado automático de las ubres antes de ingresar a la sala de ordeño en grupos de 80-120 vacas; en estos casos es necesario permitir un adecuado tiempo de drenaje antes que las vacas entren a la sala.
Algunas investigaciones han demostrado que el efecto combinado del lavado de ubres con una solución desinfectante y la acción mecánica de la manipulación remueve la contaminación transiente de los pezones pero es inefectiva para prevenir o remover la colonización de los pezones por Staph.aureus (Neave, 1971).
Una alternativa de preparación preordeño de las ubres que merece ser considerada es el uso de toallas individuales impregnadas en una solución desinfectante y que han demostrado ser efectivas para reducir la contaminación de la piel de ubre y pezones en Israel (Adkinson y col., 1991; Dan y Paz, 1995; Dan y Pochard, 1995). Esta es una medida higiénica simple, que no agrega tiempo adicional a la rutina de ordeño, y que puede ser aplicada correctamente por los ordeñadores con resultados similares a los obtenidos con el método convencional de lavado y secado.
La preparación de la ubre previo al ordeño, junto con el "despunte" o extracción de los primeros chorros de leche, constituyen el principal estímulo para que la glándula mamaria envíe una señal nerviosa al cerebro y se libere la hormona oxitocina, la que por vía sanguínea llega al tejido mamario y desencadena la eyección de la leche. Si no se libera oxitocina, o ésta es inhibida por la adrenalina que se libera durante el estrés, la ordeña será incompleta.
4. Desinfectar los pezones antes de la ordeña (opcional)
Una práctica complementaria de higiene durante la preparación de la ubre antes de la ordeña es la desinfección de los pezones, por inmersión o aspersión, en una solución desinfectante con concentraciones menores que las usadas en el "dipping" postordeña. Esta práctica se conoce como "pre-dipping" y es bastante popular en los EE.UU. (Jasper y Bushnell, 1978; Galton y col., 1984; Pankey y col., 1987; Galton y col., 1988; Rasmussen y col., 1991; Saran, 1995).
El "pre-dipping" ha sido sugerido como una medida adicional de higiene en aquellos rebaños con una alta incidencia de mastitis clínica por bacterias ambientales, especialmente, coliformes; se ha demostrado que el "pre-dipping" puede reducir aproximadamente en un 50% las infecciones por estos microorganismos y mejorar considerablemente la calidad bacteriológica de la leche en rebaños donde se practica estabulación y no se realiza una buena higiene previa a la ordeña (Pankey y col., 1987; Galton y col., 1988; Langridge, 1991 Philpot y Nickerson, 1991; Shearn y col., 1992; Blowey, 1993).
Cuando se practica "pre-dipping" se debe tomar la precaución de aplicar la solución desinfectante a los pezones previamente limpios, permitir un tiempo de contacto mínimo de 20-30 segundos, y secar completamente los pezones con toallas individuales antes de colocar las unidades de ordeño para evitar residuos del germicida en la leche.
De acuerdo con Nickerson y col. (1990), el "pre-dipping" no reemplaza a la higiene y preparación tradicional de la ubre y, aunque ha mostrado ser beneficioso en rebaños con problemas de mastitis ambientales, no debería ser introducido como una medida rutinaria de control en rebaños con bajos recuentos de células somáticas y baja incidencia de mastitis clínica.
Entre los productos desinfectantes más utilizados como "pre-dipping" en diferentes países (EE.UU., Canadá , España, Dinamarca, Francia, Inglaterra) están los yodóforos (1.000-5.000 ppm), clorhexidina (1.500-5.000 ppm), compuestos clorados (20.000 ppm), ácido dodecilbencil sulfónico (9.400 ppm), dióxido de cloro y ácido hipoclórico (30.000 ppm) y la proteína bacteriana nisina (Saran, 1995).
5. Secar completamente los pezones con toallas individuales
Está demostrado que el factor más importante para producir leche de alta calidad higiénica es el secado de los pezones antes de la ordeña, ya que la piel mojada aporta mucho más bacterias a la leche que la piel seca (Galton y col., 1984; Galton y col., 1986; Rasmussen, y col., 1991; Nakano y col., 1995). Además, el ordeño de pezones mojados aumenta el riesgo de infección intramamaria, especialmente por patógenos ambientales como Strep.uberis y E.coli; estos microorganismos se encuentran presentes en la piel de la ubre y pezón mucho antes que las vacas entren a la sala de ordeño (Kruze, 1983), y pueden desplazarse hacia abajo con el agua hasta la punta del pezón durante la ordeña contaminando la leche y aumentando el riesgo de infección (Saran, 1995). Por lo tanto, independientemente del método de preparación de la ubre pre-ordeño, es absolutamente necesario que la superficie de los pezones esté completamente seca antes de colocar las unidades de ordeño. La mejor manera de secar los pezones es utilizando toallas de papel individuales y desechables, en lo posible, una por cada pezón; sin embargo también se puede usar una toalla por vaca si se tiene la precaución de doblar la toalla para usar una superficie limpia al pasar de un pezón a otro. El exceso de agua en la preparación de la ubre dificulta seriamente el adecuado secado de los pezones, sobre todo cuando además de los pezones se moja la piel de la ubre.
Una alternativa a las toallas de papel que puede resultar más económica en rebaños con un gran número de animales es el uso de paños individuales, siempre que éstos se laven y sequen completamente entre las ordeñas (Philpot y Nickerson, 1991).
6. Colocar las unidades de ordeño dentro de 1 minuto de iniciada la preparación de la ubre
La estimulación de la glándula mamaria durante la preparación preordeña desencadena el reflejo de la "bajada de la leche" por acción de la oxitocina, aumentando la presión intramamaria y llenando los pezones con leche, lo que ocurre aproximadamente 1 minuto después de iniciada la preparación. Por lo tanto, la colocación de las pezoneras debe ser tan pronto como se logre la presión máxima dentro de la glándula para obtener el máximo beneficio del efecto de la oxitocina que dura aproximadamente 5 minutos. Si transcurre mucho tiempo entre la estimulación y la colocación de las pezoneras se perderá el efecto de la oxitocina y la ordeña será incompleta, aumentando el riesgo de infección intramamaria. La colocación de las pezoneras debe ser muy cuidadosa, evitando la entrada de aire dentro del sistema de ordeño.
7. Observar y ajustar las unidades de ordeño cuando sea necesario, evitando la entrada de aire
Una vez iniciada la ordeña se debe observar permanentemente el funcionamiento de las pezoneras, verificando que estén bien ajustadas para que no entre aire al sistema de ordeño. A veces es necesario usar un brazo de soporte para la manguera de la unidad, asegurando un mejor funcionamiento del equipo, con lo cual se evita que las pezoneras se arrastren en el suelo y permite que las copas se encuentren siempre bien alineadas en los pezones mientras se está ordeñando. Las pezoneras mal alineadas pueden bloquear el flujo de la leche y causar "deslizamiento" o, incluso, la caída de las pezoneras. Una baja en el nivel de vacío también puede causar deslizamiento o caída de las pezoneras, por lo que es importante que el operador observe con frecuencia el medidor de vacío del equipo durante la ordeña (Philpot y Nickerson, 1991). Otro factor que favorece el deslizamiento de pezoneras es la ordeña de pezones mojados con lo cual se pierde el normal grado de fricción que debe existir entre la piel del pezón y la superficie interna de la pezonera.
Al inicio de la ordeña, en la mayoría de las vacas, la boca de la pezonera debería quedar ubicada sólo a una corta distancia de la base de la ubre; si las pezoneras están muy arriba pueden causar irritación de la mucosa del pezón y predisponer a mastitis. El exceso de vacío (sobre 15 pulgadas de Hg) es la principal causa de "trepación" de las pezoneras produciendo decoloración de los pezones o heridas en la punta del pezón y una ordeña incompleta favoreciendo el riesgo de penetración de las bacterias a la glándula mamaria (Schultz y col., 1978; Bramley y col., 1996).
Tanto el "deslizamiento" como la "trepación" de las pezoneras deben evitarse al máximo porque son los dos factores relacionados con el equipo que más contribuyen a aumentar la tasa de infección intramamaria (Philpot y Nickerson, 1991).
El período más crítico para la vaca es al final de la ordeña, especialmente en animales de alta producción; la mayoría de las infecciones causadas por un funcionamiento inadecuado del equipo ocurren en este período. Cuando se producen fluctuaciones de vacío dentro de la pezoneras, especialmente al final de la ordeña, se produce un rápido movimiento de gotas de leche cargadas de bacterias en dirección reversa hacia la punta del pezón y golpean con suficiente fuerza como para introducir bacterias a través del conducto del pezón; este mecanismo de infección se conoce como "impacto" (Bramley y col., 1996), y la probabilidad que cause una infección es alta porque al final de la ordeña el flujo de leche disminuye y por lo tanto disminuye también la posibilidad de que estos microorganismos sean eliminados con el flujo de leche.
8. Cortar el vacío antes de retirar las unidades de ordeño
Una vez finalizado el flujo de leche se deben retirar suavemente las pezoneras, pero siempre cortando previamente el vacío. El procedimiento correcto es retirar las pezoneras justo cuando se ha terminado de ordeñar el último cuarto. Uno o dos minutos de sobreordeña con un equipo funcionando correctamente no causa problemas, pero el riesgo de infección es mayor cuando la sobre-ordeña ocurre en equipos defectuosos porque se agrava el efecto del "impacto" (Philpot y Nickerson, 1991; Bramley y col., 1996).
Es frecuente observar en un rebaño animales con cuartos que se ordeñan más rápidamente que otros, lo que generalmente ocurre cuando ya existe una infección intramamaria. En estos casos lo importante es observar y verificar si en estas vacas se produce o no "deslizamiento" de las pezoneras; si se produce "deslizamiento", es necesario retirar la pezonera levantándola suavemente y doblando la manguera para cortar el vacío; en cambio, si la pezonera del cuarto que termina antes de ordeñarse permanece en su lugar sin deslizarse, se debería dejar puesta hasta el final; el retiro descuidado de la pezonera puede permitir la entrada de aire y estimular el "deslizamiento" y causar el efecto "impacto".
El retiro de las pezoneras sin cortar el vacío es un defecto que se observa con mayor frecuencia en los equipos que se retiran manualmente, pero también puede ocurrir en aquellos equipos dotados de retiradores automáticos de pezoneras por mal funcionamiento del sistema. Si a juicio del ordeñador, un retirador automático se desconecta mucho antes o mucho después de lo que él cree que es correcto, debería ser revisado y ajustado. Siempre es importante tener presente que el retirador automático debe cortar el vacío antes de retirar las unidades de ordeño.
9. Desinfectar los pezones con un producto seguro y eficaz
Inmediatamente después de finalizada la ordeña y retiradas las pezoneras, se deben desinfectar todos los pezones con una solución desinfectante apropiada y de eficacia probada. Existen numerosas evidencias en diferentes países que la desinfección de pezones postordeña, práctica conocida como "dipping", es capaz de reducir las neoinfecciones intramamarias causadas por patógenos contagiosos entre 50-90%, constituyendo la medida higiénica individual más importante de un programa de control (Bramley, 1981; Kingwill, 1981; Bramley y Dodd, 1984; Pankey y col., 1984; Fang y Pyörälä, 1995; Saran, 1995; National Mastitis Council, 1997).
Está absolutamente demostrado que la contaminación de los pezones con bacterias patógenas puede originar una infección intramamaria y causar mastitis, y la práctica del "dipping" es recomendable porque destruye las bacterias que quedan en el pezón después de la ordeña, previene y cura las lesiones de la piel del pezón, reduce considerablemente la colonización bacteriana del orificio del pezón, y deja un residuo del germicida en la punta del pezón que lo protege de la contaminación cuando la vaca sale de la sala de ordeño y el conducto del pezón aún permanece abierto (Bramley y Dodd, 1984). En los rebaños donde no se practica "dipping", las lesiones del pezón se transforman en una importante fuente de infección, especialmente de Staph.aureus, y de este modo las vacas mantienen su propio reservorio de patógenos mamarios no siendo necesaria la ordeña para que se produzca una neoinfección.
Aunque el "dipping" ha demostrado ser efectivo para controlar las infecciones por los patógenos contagiosos, tales como Staph.aureus, Strep.agalactiae y Mycoplasma sp, no ha sido igualmente exitoso para reducir las infecciones por los patógenos ambientales, especialmente E.coli, Klebsiella sp y Strep.uberis, porque la contaminación del pezón con estos microorganismos se produce fundamentalmente en los intervalos de interordeña, cuando el producto desinfectante ha perdido su efecto germicida (Wilson y Kingwill, 1975; Bramley, 1981; Bramley y Dodd, 1984). Por esta razón, en los últimos años se han realizado numerosas investigaciones bajo condiciones naturales y experimentales de contaminación para proteger la superficie del pezón entre las ordeñas, ya sea utilizando una barrera física, aumentando la persistencia de la acción germicida del desinfectante, o una combinación de ambos, generando una amplia gama de productos conocidos como "selladores de barrera" (Fansworth y col., 1980; Fansworth y col., 1981; Mc Arthur y col., 1984; Matthews y col., 1988; Oliver y col., 1989; Dreschler y col., 1990; Galton, 1993; Boddie y col., 1994; Kemp, 1995; Nickerson y Boddie, 1995; Timms, 1995; Timms y col., 1997).
El método convencional de aplicación de la solución desinfectante es la inmersión de los pezones en algún tipo de copa ("aplicador") que contiene el producto. El diámetro y la profundidad de la copa debe asegurar una cobertura total del pezón para permitir una adecuada desinfección de la piel y de las lesiones del pezón, siendo recomendable una profundidad de 10 cm y un diámetro de 5.5 cm (Shearn, 1981). Es conveniente que el vaso aplicador tenga algún dispositivo para colgarlo en la sala para evitar derrames por patadas o accidentes.
La frecuencia del relleno del vaso depende del cuidado con que se aplica el desinfectante. Cuando la copa del aplicador contiene suficiente cantidad del producto, se pueden desinfectar los pezones de aproximadamente 25 vacas sin necesidad de rellenar (Saran, 1995). La solución que queda en el aplicador debe eliminarse al término de la ordeña (nunca devolver al envase original), y el aplicador debe lavarse y mantenerse limpio y seco hasta la ordeña siguiente.
Existen también vasos aplicadores de doble cámara, algunos más prácticos que otros, que se pueden colgar en el bolsillo del ordeñador; este tipo de aplicador resulta más económico pero algunos modelos son poco efectivos para desinfectar toda la superficie cuando los pezones son muy grandes debido al tamaño de la cámara superior donde se sumerge el pezón; los diseños más prácticos son aquellos con buena flexibilidad y que no permiten el regreso del desinfectante a la cámara inferior, evitando la contaminación con residuos de leche y el riesgo de inactivación por materia orgánica.
En los últimos años se ha observado la introducción en el mercado de una nueva alternativa de aplicación de los productos desinfectantes para pezones (pre y postordeña), que reemplaza al vaso por un rociador (sprayer), manual o automático, frecuente en las grandes lecherías con gran número de animales. Este procedimiento tiene la ventaja de acelerar la rutina de ordeño, usar menor cantidad de desinfectante, y mantener el producto más limpio y con una concentración más uniforme; sin embargo, el spray sólo es satisfactorio si se tiene la precaución de asegurar que toda la piel del pezón sea completamente cubierta con el desinfectante, lo que no siempre ocurre. Es común observar a ordeñadores que aplican el spray de frente a los pezones dejando gran parte de la superficie de la piel sin cubrir. En la práctica, los rociadores manuales pueden ahorrar tiempo, pero a expensas de una pobre desinfección (Shearn, 1981). Los rociadores automáticos de pezones, cuyo mecanismo es activado por la vaca al salir de la sala, son sistemas que operan más en rebaños experimentales pero no han sido introducidos masivamente en explotaciones comerciales porque, aunque son efectivos, gastan más desinfectante que el spray manual (Saran, 1995).
Independientemente del método utilizado, es recomendable que toda la superficie del pezón sea cubierta por el desinfectante; sin embargo, durante períodos extremadamente fríos y con mucho viento, podría ser aconsejable no realizar "dipping" o sumergir sólo la punta del pezón y secar el exceso de desinfectante con una toalla desechable para evitar lesiones de los pezones (Philpot y Nickerson, 1991).
Debido a la amplia gama de productos comerciales para "dipping" existentes
en el mercado, antes de elegir uno de ellos es importante verificar primero
que dicho producto haya sido debidamente evaluado, tanto en su poder germicida
como en su eficacia para reducir las neoinfecciones intramamarias, utilizando
métodos aprobados internacionalmente como los recomendados por el National
Mastitis Council de EE.UU. (Pankey y col., 1984;
Hogan y col., 1990). Entre los productos más
utilizados para "dipping" postordeña están los compuestos yodados
(yodóforos con 0.1-1.0% de yodo disponible), compuestos clorados (hipoclorito
de sodio con 0.1-4.0% de cloro disponible) y clorhexidina (0.35-0.55% gluconato
de clorhexidina); además muchos otros productos han sido utilizados en
diferentes países, como por ejemplo, amonio cuaternario, ácido
dodecil bencil sulfónico, ácido peracético, glutaraldehído,
nisina, ambicina N y ambicina L (Pankey y col., 1984;
Saran, 1995).
10. Desinfectar las pezoneras entre vaca y vaca(opcional)
Las unidades de ordeño constituyen un factor importante de transmisión de bacterias durante la ordeña, especialmente de los patógenos contagiosos. Está demostrado que después de ordeñar una vaca infectada la pezonera queda fuertemente contaminada con bacterias patógenas las que pueden ser transferidas a la vaca siguiente por la misma pezonera (Bramley, 1981).
Además, las heridas de pezones colonizadas con bacterias y las fecas también pueden contaminar las gomas de las pezoneras durante la ordeña. Este tipo de contaminación no sólo se origina por el contacto de la superficie interna de la pezonera con la fuente contaminante, sino que además puede existir movimiento de leche de un cuarto a otro a través del colector. Por esta razón se han realizado variados intentos para reducir esta transmisión vía pezonera al pasar de una vaca a otra, como por ejemplo, enjuague con agua fría, enjuague con una solución desinfectante, y pasteurización (circulación de agua a 85º C por 5 seg.), siendo este último el método más efectivo, pero poco práctico para ser adoptado en rebaños comerciales (Neave, 1971).
El enjuague con agua fría en algunos casos puede ser efectivo para reducir la contaminación y la incidencia de mastitis por Staph.aureus (Davidson, 1961; Davidson, 1963), pero en otros casos ha demostrado no tener ningún efecto (Neave, 1971).
En consecuencia, el método más práctico y común para desinfectar las pezoneras es sumergir completamente las copas de las pezoneras por algunos segundos en una solución desinfectante (hipoclorito de sodio c/300 ppm cloro disponible o solución yodada c/25-100 ppm yodo disponible) (Bramley, 1981). Para lograr una adecuada desinfección de toda la superficie interna de las pezoneras se debe sumergir sólo dos copas al mismo tiempo para permitir que la solución desinfectante penetre con facilidad a través de todo el largo de la pezonera. Si no se tiene la precaución de renovar la solución desinfectante cuando se ponga turbia, esta práctica de higiene puede convertirse en un mecanismo de diseminación de patógenos mamarios. El mejor método es sumergir primero las pezoneras en un balde con agua limpia para remover los residuos de leche que podrían eventualmente inactivar el desinfectante, luego sumergir en la solución desinfectante y, finalmente, nuevamente en agua limpia para eliminar los residuos del germicida (Philpot y Nickerson, 1991).
Un método alternativo a la inmersión de las pezoneras en una solución desinfectante, y que ha sido adoptado por algunas lecherías con gran número de animales, es el lavado y desinfección automático de pezoneras conocido como "backflushing". Este método que ha demostrado ser efectivo para reducir la transmisión de patógenos contagiosos (Hogan y col., 1984; Philpot y Nickerson, 1991; Bramley y col., 1996), en la mayoría de los sistemas existentes la operación consiste de 5 fases: a) enjuague con agua para eliminar los residuos de leche de la superficie interna de las pezoneras, colector y tubo de leche; b) enjuague con una solución desinfectante; c) un corto período de reposo para destruir a los microorganismos patógenos; d) enjuague con agua pura para eliminar los residuos del germicida, y e) secado por aire forzado para eliminar el agua residual. Este procedimiento está especialmente indicado en rebaños infectados con patógenos altamente contagiosos como Strep.agalactiae, Staph.aureus y Mycoplasma sp. (Philpot y Nickerson, 1991).
La desinfección de las pezoneras entre vaca y vaca es una práctica que aumenta el tiempo de la ordeña y agrega un nuevo trabajo al ordeñador y, si no se realiza correctamente, puede servir más para transmitir que para prevenir la transmisión de patógenos mamarios; por esta razón, esta es una medida que podría obviarse si se realizan buenas prácticas de higiene, especialmente, un buen "dipping" postordeña (Bramley, 1981).
RESUMEN
Las cuantiosas pérdidas económicas por mastitis en los rebaños lecheros, especialmente de carácter subclínica, por menor producción y menor calidad higiénica y nutricional de la leche, justifican plenamente el control de la enfermedad.
Durante el proceso de la ordeña existe un alto riesgo de infección intramamaria y de transmisión de los agentes causantes de mastitis, especialmente, de los patógenos contagiosos. En consecuencia, para reducir los riesgos de infección es necesario realizar una buena rutina de ordeño extremando las medidas de higiene y evitando al máximo los factores predisponentes por el inadecuado uso de la máquina de ordeño.
Una adecuada rutina de ordeño involucra una serie de procedimientos que deben realizarse cuidadosamente en cada período de ordeño en forma correcta y consistente que se pueden resumir en los siguientes aspectos: proporcionar un ambiente limpio y tranquilo a las vacas evitando el estrés; extraer y examinar los primeros chorros de leche para detectar mastitis clínica y estimular la bajada de la leche; lavar y secar completamente los pezones con toallas individuales desechables para reducir la transmisión de los patógenos mamarios y minimizar la contaminación de la leche; colocar las pezoneras dentro de 1 minuto de iniciada la estimulación para lograr una ordeña completa; observar y ajustar cuando sea necesario las unidades de ordeño para evitar la entrada de aire al sistema; cortar el vacío antes de retirar las pezoneras; y desinfectar los pezones al término de la ordeña con una solución desinfectante segura y eficaz.
Opcionalmente, en determinados rebaños se puede agregar a esta rutina
la desinfección de los pezones antes de la ordeña (pre"dipping")
y la desinfección de las pezoneras al pasar de una vaca a otra durante
la ordeña.
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Aceptado 06.03.98
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