Cuadernos de Cirugía,
Vol. 16 N° 1, 2002, pp. 9-10
DOI: 10.4206/cuad.cir.2002.v16n1-01
EDITORIAL
TECNOLOGIA Y HUMANISMO EN CIRUGIA
En los últimos años hemos sido testigos de un inmenso desarrollo científico tecnológico que ha llegado hasta nuestro hábitat normal y, por supuesto, a la medicina.
Todos los días recibimos noticias de adelantos científicos tecnológicos y médicos que nos permiten ser cada vez más intervencionistas en el desarrollo normal de las enfermedades. Este desarrollo no conoce fronteras e incluso algunos son cuestionados éticamente.
La globalización del mundo con sistemas de comunicación social cada vez más rápidos nos permite conocer lo que sucede en cualquier parte del mundo, creando en muchas ocasiones expectativas mayores de las que en la realidad nos toca vivir. El hombre comienza a pensar que puede derrotar a la enfermedad y a la muerte.
El ser humano en su afán por avanzar, sin fijarse límites, se comienza a sentir Dios, no obstante en este empeño va perdiendo su humanidad.
Es una verdad absoluta que todo hombre o mujer debe vivir dos momentos que le son fundamentales, el nacimiento y la muerte. En ambos procesos el ser humano se muestra débil y necesita de otros para salir adelante. Bajo una visión cristiana nunca el ser humano es más fuerte que cuando se siente débil y necesita ser amado y dejarse amar, sin embargo algunos tienen miedo de vivir así y solicitan su muerte.
Si somos capaces de encontrarle a la vida un sentido trascendental ciertamente no se tiene miedo a envejecer y a morir, si se aprende a vivir cada día preocupado de las cosas esenciales e importantes de nuestra vida, si se pide perdón a los que se ama o se le dice sencillamente que los amamos podemos sentirnos en paz y no temer a la muerte.
Como cirujanos, a menudo estamos en la duda si lo que ofrecemos como solución es lo mejor para cada enfermo en particular. Desgraciadamente muchas de las decisiones se basan en estadísticas o en trabajos de investigación que miden resultados de técnicas sin medir la calidad de vida o la satisfacción del usuario.
Quisiera dar un ejemplo, aceptando que éste puede ser motivo de crítica o desacuerdo. Frente a un cáncer del cuerpo gástrico el tratamiento demostrado como efectivo es la gastrectomía total con disección de ganglios. Al quedar el paciente con una anastomosis esófagoyeyunal debe ingerir alimentos que debe mascar muy bien o alimentos pasados o picados para evitar molestias. Esto es fácilmente tolerable para todo enfermo que vive en la ciudad o en un pueblo que tiene luz eléctrica donde puede usar una licuadora o una picadora. Que hace un enfermo rural de la precordillera donde no existe luz y el no tiene una buena dentadura para mascar bien. Su calidad de vida puede verse disminuida a pesar que la operación fue bien indicada. Tal vez, si se hubiera hecho una gastrectomía subtotal habría sido sometido a un tratamiento de menor efectividad, pero tendría una mejor calidad de vida en los meses o años que pueda vivir.
No creo que sea antiético dar a cada enfermo el tratamiento mejor que se pueda respetando las posibilidades de mantener una buena calidad de vida. Para esto el cirujano debe ser muy claro en explicar las consecuencias de cada alternativa propuesta, y es fundamental hablar con la verdad para que el enfermo dentro de sus posibilidades pueda escoger.
Hace algunos años tuve la oportunidad de operar un enfermo de un cáncer de recto. Durante la entrevista para proponerle una resección anterior, él me dijo: “Yo quiero ser una persona y no un paciente, quiero que me explique todo para que yo pueda escoger”. Así lo hice tratando de ser lo más explícito posible. Después del tratamiento coadyuvante quedó con molestias para obrar e impotencia sexual por haber tenido que dejar la próstata y las vesículas seminales sin tumor. El tratamiento del cáncer fue un éxito, pero aún no me perdona que no le haya dicho a lo que se exponía con la operación.
Pienso que los adelantos científicos y de la medicina son de utilidad cuando están al servicio del hombre, y dentro de lo posible debemos de buscar la satisfacción del usuario como fin último.
No tenemos porqué deshumanizar la medicina con adelantos científicos y tecnológicos, aún más debemos ser como nuestros maestros que nos enseñaron que se puede curar algunas enfermedades y podemos mejorar otras, pero siempre como cirujano podemos consolar y acompañar a nuestros pacientes hacia la mejoría o hacia la muerte, porque los pacientes y familiares nos van a recordar por nuestra humanidad y no por nuestra técnica.
Dr. Alejandro Murúa Barbenza
Jefe Servicio de Cirugía
Hospital Clínico Regional de Valdivia