Cuadernos de Cirugía, Vol. 17 N° 1, 2003, pp. 9-10
DOI: 10.4206/cuad.cir.2003.v17n1-01

EDITORIAL

 

ERROR, COMPLICACIONES Y NEGLIGENCIA MEDICA EN CIRUGIA

 


 

Hace algunos días atrás, la esposa de un paciente operado de un quiste hidatídico pulmonar, me solicitó una entrevista para conversar. La señora me hizo saber que no iba a cancelar la cuenta del hospital, porque con su marido había existido negligencia médica y lo habían tenido que reoperar.

Afortunadamente yo conocía la situación del paciente y estaba consciente que el cirujano lo había controlado en forma periódica, hasta que a las 4 horas de haber salido de pabellón decidió reoperarlo por la sospecha de un hemotórax postoperatorio. La intervención había sido difícil porque el quiste hidatídico estaba pegado a la pleura y había necesitado de varias revisiones hasta dejar al equipo tranquilo y colocar los drenajes para cerrar la toracotomía. Al reoperarlo descubrió un pequeño vaso que sangraba, se hizo hemostasia, se lavó y se cerró nuevamente. La evolución posterior fue satisfactoria y sin complicaciones.

Fue en este momento en que para explicarle lo sucedido a la señora, pensé en aclararle los conceptos de error, complicación y negligencia médica.

Pienso que todos podemos cometer errores, al evaluar en forma equivocada los datos clínicos, el examen físico y los exámenes de laboratorio o los procedimientos diagnósticos. Hay ocasiones que por ser un cuadro evolutivo, uno debe examinarlo varias veces para dar con el diagnóstico. Por todos es conocido el cuadro de una apendicitis aguda que a medida que pasan las horas se va haciendo más evidente pasando de una sospecha de enterocolitis hasta el cuadro típico de apendicitis.

De todas formas el cirujano no es Dios ni es un ángel para que no se equivoque, esto está en nuestra esencia de ser humano. El reconocer y aceptar un error nos permite corregirlo, más aún en nuestro actuar médico.

Se podría decir que el error médico es involuntario, si se han usado todos los elementos que se tienen a mano para dilucidar el diagnóstico. Si se tiene dudas es bueno pedir otra opinión, no importa que el prestigio se ponga en duda. Don Pablo Goepfert, prestigioso profesor de cirugía que trabajó en nuestro centro, nos decía siempre esta sentencia sacada de algún libro “el cirujano, por la vida de un paciente, debe arriesgar todo incluso su prestigio”.

Caso diferente son las complicaciones. Todo proceso médico o quirúrgico es susceptible de tenerlas, por eso es bueno que el cirujano converse con el paciente y sus familiares y le explique las posibles complicaciones que pueden existir.

Siempre, todo cirujano debe de tratar de prevenirlas, debe tratar de mantener una alerta para descubrirlas y solucionarlas. El Dr. Pedro Castillo, en una editorial de la Revista Chilena de Cirugía, manifiesta que un cirujano una vez terminada una operación difícil, continúa operando y revisando cada uno de los pasos pensando si lo hizo todo bien. Todo cirujano debe saber que los días posteriores de una cirugía importante son días de una lenta espera, atento a que surja alguna complicación. Con el paso de los días se va respirando más tranquilo hasta que el paciente se va a su domicilio y posteriormente se da de alta.

Las especialidades quirúrgicas exigen que durante el postoperatorio el paciente se controle al comienzo varias veces en el día, se revisan los apósitos, se palpa y se ausculta con paciencia el abdomen o se mira fijamente el bamboleo de un drenaje. El Dr. Santiago Jarpa me decía que las cosas más simples, como una taquicardia, podía anunciar una dehiscencia antes que exista reacción peritoneal.

Sólo la vigilancia constante y tenerlas presentes pueden evitar que una complicación pueda causar la muerte de un enfermo. Vigilancia, como en el caso que narré, permiten reoperar un enfermo antes que se comprometa seriamente. El peor error que puede cometer un cirujano es tratar de justificar los signos y síntomas de un paciente para no pensar que tiene una complicación.

El Código de Ética del Colegio Médico de Chile es claro en recalcar que “No son sinónimos de negligencia el diagnóstico erróneo y el fracaso del tratamiento o de cualquiera acción médica. Ningún médico, por la misma naturaleza de la ciencia y del arte que profesa, puede asegurar la precisión de su diagnóstico ni garantizar la curación del paciente.”

La mala praxis médica se puede definir cuando el médico no posee ni los conocimientos ni la destreza requerida para realizar una acción médica, es decir, el médico actúa con ignorancia e impericia al tratar un enfermo.

Será negligencia médica aquel médico que, poseyendo los conocimientos y la destreza suficiente, no la aplique para solucionar el problema de un enfermo o teniendo todos los medios para realizar un buen diagnóstico y tratamiento no los use.

Tanto la mala praxis y la negligencia son condenables éticamente, de acuerdo al código de ética de nuestra orden.

Es necesario que tengamos muy en claro estos conceptos, porque los medios de comunicación han falseado los conceptos de mala praxis y negligencia, lo que lleva a error a los pacientes o familiares, creando falsas expectativas para ellos.

Sólo una buena relación médico paciente y familiares, explicando cada uno de los exámenes y procedimiento y advirtiendo las posibles complicaciones que pueden surgir, evitará problemas importantes. Es preciso dar a conocer con palabras sencillas cuál es la enfermedad y el tratamiento que se va a realizar, solicitando su autorización a través de un consentimiento informado. Se deben dejar todos los pasos seguidos escritos en la ficha clínica, único documento legal que puede aclarar cuál fue la actuación del médico. Esto no sólo va a evitar malos entendidos, sino que va a devolver la dignidad de persona al paciente y la característica humanista a nuestra profesión y a nuestro arte.

Posterior a una tranquila conversación con la esposa del paciente, ésta comprendió el contexto en que se habían desarrollado los hechos y agradeció lo realizado a su esposo, reconociendo que había sido mal informada por una persona ajena al hospital.

 

Dr. Alejandro Murúa Barbenza
Jefe Servicio de Cirugía
Hospital Clínico Regional de Valdivia