ESTUDIOS FILOLÓGICOS 41: 298-299, 2006
DOI: 10.4067/S0071-17132006004100022

RESEÑAS

 

FÉLIX MARTÍNEZ BOTANI. 2001. La ficción narrativa. Su lógica y ontología. Santiago: LOM. 203 p. 2ª edic.

 

Lorena Vergara Ulloa


 

La complejidad del fenómeno literario, sumado a las transformaciones de los discursos del conocimiento y el saber ocurridos en el último tiempo, hacen que cada día sea más difícil aventurarse en la construcción de una teoría que permita explicar satisfactoriamente la gran y creciente variedad de obras literarias de las que disponemos.

Félix Martínez Bonati ofrece una serie de presupuestos teóricos desarrollados en torno a los conceptos de ficción literaria y discurso narrativo. El texto reúne doce trabajos acerca del ser de la ficción y el sistema de las modalidades de la representación narrativa del mundo, estudia las propiedades lógico-estructurales del discurso narrativo y la literatura, sus variaciones e intenta responder problemas de la teoría literaria.

El primer capítulo examina críticamente los tópicos estructuralistas más importantes de la teoría literaria, oponiéndolos al de discurso imaginario y demuestra categóricamente la inexistencia de especificaciones discursivas del lenguaje literario, aunque reconoce un aspecto lingüístico del hablar que refuerza la unidad del lenguaje. Sin embargo, la poca aplicabilidad de estas teorías en la dimensión del significado del discurso, lo llevan a desestimar la posibilidad de crear un sistema estructural que comprenda la literatura. En cambio, define el lenguaje poético ontológicamente: Poesía es discurso ficticio.

El segundo capítulo establece algunas normas lógico-estructurales fundamentales de la obra literaria y las modificaciones que éstas han sufrido a lo largo de la historia, entre las que destaca el privilegio lógico del discurso del narrador básico, que remite al hecho ontológico de la duplicidad real-ficticia de la obra. Estudia el proceso, las virtudes y problemas en la evolución y concepción de la lógica de la estructura narrativa, para concluir que las transformaciones literarias son paralelas al simultáneo desarrollo de la filosofía contemporánea.

En el tercer capítulo reconoce varios estratos posibles de la estructura del discurso narrativo. Considera que la estructura estratificada de lo imaginario podría enriquecer la problemática del punto de vista narrativo, sin embargo, las dificultades para distinguir y definir un estrato, y su poca operatividad, ya que siempre están mezclados, limita los aportes de esta teoría al estudio de la literatura.

En el acto de escribir ficciones señala los rasgos decodificadores del discurso narrativo, que debe ser leído como relato de la circunstancia real para construir su representación lógica e imaginaria. El autor recorre las filosofías que permiten definir qué es el mundo imaginario, dónde y cómo tiene lugar su creación y, disuelve algunas paradojas tradicionales entre realidad y ficción, tarea ontológica y de análisis lingüístico que exige una teoría de la representación.

De acuerdo a la hipótesis del quinto capítulo, el autor señala la existencia de un sistema fundamental y transhistórico del discurso humano, en el que se dan los discursos que serían el fundamento de las formas narrativas literarias.

A continuación trata la dualidad temporal del texto narrativo. Establece un principio básico distinguiendo entre lo representado (objeto en sí mismo y todos sus posibles aspectos) y la representación (actualizaciones del objeto), señalando las confusiones que se producen entre ambos conceptos. Finalmente, pustula su tesis identificando en la obra de arte un trío de entidades diferentes (representación material o ícono de la representación, imagen representativa o representación imaginaria, y objeto o individuo representado).

El séptimo capítulo se refiere a las descripciones y clasificaciones de los "mundos" ficticios y las obras literarias. El autor recoge el concepto de "estilo", explica las distintas nociones que en torno a éste han surgido, tanto en estudios literarios como lingüísticos, y realiza distinciones críticas basadas en la Poética de Aristóteles. Propone una división sistemática de los mundos ficticios y da algunos ejemplos de las posibles clases de ficción.

El octavo capítulo parte de algunas observaciones de la comunicación en general y explora la constitución de la ficción literaria. Trata de captar la esencia del fenómeno reflexionando sobre los principios constitutivos de su objetividad. El autor explica mediante varios ejemplos el proceso de trasposición de la expresión a la imagen que nos formamos de su circunstancia real, que se convierte en el modo en que construimos nuestro mundo. Señala cómo esta operación transpositiva tiene lugar cuando se lee adecuadamente una novela, y la importancia de tener conciencia de ella durante la lectura de un discurso ficticio.

El objetivo del noveno capítulo es examinar cuáles son los materiales con los que el texto prefija los elementos que el lector debe procesar para`"recibir" la obra. Para ello explica las ambigüedades de las respuestas dadas habitualmente a este problema.

En el décimo capítulo considera el "mensaje" en el contexto de una situación comunicativa y explica cómo en la literatura, el mito y la filosofía, éste llega a ser difuso y duradero. Y, si bien indica las semejanzas y las dimensiones _ de las teorías de la comunicación- que los estudios literarios han reconocido en las obras, no olvida algunas características esenciales de las que la comunicación literaria carece, como la precisa actualidad pragmática y la referencialidad temática definible y definida.

El penúltimo capítulo demuestra el carácter ficticio del discurso de los personajes y señala los problemas que surgen cuando hay más de dos personas narrativas. Concluye que la línea que divide las narraciones de tercera persona de las de primera es imperceptible, pues ambas ficciones pueden ser estilística y retóricamente indistinguibles, defiende así, su tesis de que las formas de ficción narrativa que difieren por la posición del narrador, comparten una común naturaleza pragmática, lógica y ontológica básica.

El último capítulo plantea una teoría del objeto ficticio, que es explicada a partir de un ejemplo muy particular. Con ello señala la duplicidad del acto imaginante de ficciones, en el que se proyecta un ser en el mundo _real- que a la vez es suspendido en la irrealidad, indicando la distinción entre el ente ficticio y el meramente ilusorio. Concluye que la tarea ideal es pensar la obra de ficción a la vez como fabricación y como efecto de la causalidad universal, señalando algunas teorías`_ románticas, marxistas y freudianas, entre otras- que sugieren que la obra artística es un evento de la naturaleza.

Sin duda La ficción narrativa constituye un importantísimo aporte a la situación actual de la teoría literaria, que en un marco de desestabilización y dudas por la influencia de las teorías de la postmodernidad, se ha cuestionado la posibilidad y necesidad de definir ciertos aspectos, indispensables para el estudio de la literatura. Debo destacar, la coherencia y lucidez que presenta el texto, pese a que reúne trabajos que habían sido publicados en distintos medios desde 1972. Por otra parte, se valora la claridad con la que el autor explica cada una de sus tesis, la pertinencia y gran variedad de ejemplos que permiten ir de inmediato comprobándolas y, las relaciones y analogías que establece con teorías de otras disciplinas, que contribuyen a comprender mejor los fenómenos que explica.

 

Estudiante de Magíster en Literatura Hispanoamericana Contemporánea
Universidad Austral de Chile
lorenarvergarau@uach.cl