ESTUDIOS FILOLÓGICOS, Nº 40, septiembre 2005, pp. 200-201
DOI: 10.4067/S0071-17132005004000016

RESEÑAS

 

LUIS A. GÓMEZ MACKER y MARIANNE PERONARD THIERRY. 2005. El lenguaje humano. Léxico fundamental para la iniciación lingüística. Pontificia Universidad Católica de Valparaíso. Valparaíso: Edic. Universitarias de Valparaíso. 249 p.

 

Claudio Wagner


 

Por pudor probablemente, los autores -lingüistas- no titularon este texto como diccionario, en circunstancias de que esa es la estructura que adopta, aunque no estrictamente de un diccionario de lingüística, ya que se introducen artículos como alegoría, dramática, novela, relato, rima, y otros de carácter más general a los que nos referiremos más adelante.

Como lo indican en su prólogo, se trata de una obra de larga gestación, que ya en 1988 circulaba por la Universidad Católica de Valparaíso en una versión interna provisoria y reducida, destinada al servicio de la docencia. En esa fecha "ya era el resultado de casi diez años de estudio, selección de materiales y lecturas comentadas de decenas y decenas de obras especializadas de la más diversa índole [que los miembros del Departamento de Lingüística llevaban a cabo de manera sistemática], ordenando ideas, comparando teorías, precisando conceptos". Esta es, a nuestro parecer, una de las características de este libro, y también uno de sus méritos, ya que se escapa así de la mayoría de los diccionarios elaborados por un solo autor, acercándose, por el contrario, a aquellos compuestos por varios autores que se hacen cargo de las diferentes entradas, como ocurre con la Guía Alfabética, de André Martinet. La reflexión y el cotejo de las ideas, el esfuerzo por la convergencia en la interpretación, la precisión de los conceptos puestos al servicio de la estructura de cada entrada y de la definición de los mismos no pueden sino llevar a un buen resultado. A través de las más de 200 páginas desfilan conceptos y teorías, así como los nombres de los principales maestros del equipo de trabajo, en un ejercicio encomiable de interpretación y simplificación, ya que en la mira se tenía siempre la elaboración de un texto de fácil lectura y "sin complicaciones técnicas formales".

Esto último nos lleva al público al que va destinado, que constituye otro mérito, pero también la flaqueza de este texto. Señalan los autores que el libro está "destinado a profesores y estudiantes universitarios de distintas especialidades que se interesan por las cosas del lenguaje", pero también están pensando en los "alumnos y docentes del sistema escolar, desprovistos, en general, de tales recursos", es decir, un público universitario, especializado, y semi-especializado, y uno no especializado, lo que lleva indefectiblemente a una selección de artículos muy disímiles.

Cuando aparecen artículos como adadverbio, archifonema, distribución, elipsis, estructura profunda, estilística, función, innatismo, juntura, metacognitivo, metafunción, oración conjuntiva, presuposición pragmática, regla de transformación léxica, resonador, semántica interpretativa, símbolo categorial, etc., junto a otros como abreviatura, averiguar, biblioteca, boletín, consultar, diferenciar, explicitar, leyenda, libreto, mencionar, periódico, respiración o seleccionar, cabe preguntarse por la real efectividad de la selección de lemas. Un estudiante de educación media entenderá y muy probablemente agradecerá la precisión de definiciones de las palabras de la segunda lista, pero dificulto que pueda entender, aunque se interese, las palabras de la primera, que si no resultan familiares a un estudiante universitario que no se mueva en el área de las ciencias del lenguaje, al menos podrá llegar a entenderlas, aunque en algunos casos la redacción sintética del artículo obstaculice o impida su comprensión cabal. Y lo mismo vale para los profesores de uno y otro nivel de educación. Es que, en realidad, se trata de públicos muy diferentes, y el tipo o formato diccionario no constituye el mejor instrumento para incorporar a un público no especialista en el campo de las preocupaciones de un especialista, a menos que se reduzca a un tema específico y se convierta así en un diccionario monotemático, y con artículos monográficos, al estilo de un diccionario enciclopédico.

Pero no es el caso de El lenguaje Humano, cuya macroestructura corresponde a un diccionario técnico -básicamente un diccionario de lingüística- aunque busque evitar las "complicaciones técnicas formales" en el propósito de llegar también a un público no especializado interesado en el lenguaje, por lo que las unidades lexicográficas como biblioteca, abreviatura, respiración y similares parecen estar fuera de lugar.

La redacción de los artículos está bastante bien lograda, lo que ciertamente es otro mérito, aunque a una obra de esta complejidad no es difícil hacerle algunas observaciones que podrán ser superadas en futuras ediciones. Una se refiere al hecho de que algunos artículos habrían ganado si hubieran aportado más información, como ocurre con actividad lingüística, modalidad, caso, préstamo lingüístico y otros, pero imagino que para los autores este debió ser un problema permanente, que tuvieron que resolver unidad por unidad, y la consistencia no es siempre fácil de lograr. Otra observación tiene que ver con ciertas definiciones que introducen algunos términos como definidores, términos que no son aclarados en el artículo y tampoco se recogen en otro, anterior o posterior: es el caso de categoría difusa, que introduce nivel intermedio de abstracción, subcomponente transformacional, que introduce modelo estándar, actante, que introduce valencia, entre otros.

Finalmente, en relación con las indicaciones paradigmáticas, los sinónimos que se indican no se retoman como artículo, decisión legítima por cierto, pero no siempre hay consistencia en esto, porque no faltan casos en que el sinónimo es retomado como lema: rasgo semántico y sema; proposición gramatical y oración proposicional; pregunta e interrogación; sonido lingüístico y fono.

A modo de síntesis, cabe decir que frente a los no pocos diccionarios de lingüística que se le ofrecen actualmente al especialista, esta obra -porque se propone para la iniciación lingüística- ha querido ir más allá y llegar al no especialista interesado en las cosas del lenguaje, para lo cual debía ser de fácil lectura sin dejar de ser técnica. Esta compleja exigencia, que sólo pueden acometer con éxito los divulgadores de la ciencia que son educadores, es, a mi modo de ver, una meta lograda en este libro que se comenta.

 

Universidad Austral de Chile
Instituto de Lingüística y Literatura
Casilla 567, Valdivia, Chile

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