ESTUDIOS FILOLÓGICOS, Nº 39, septiembre 2004, pp. 155-165
DOI: 10.4067/S0071-17132004003900009

 

 

Interdisciplinariedades en las poesías chilena e hispanoamericana actuales*

Interdisciplinarities in present Chilean and Hispanoamerican poetry

Oscar Galindo V.

Universidad Austral de Chile, Instituto de Lingüística y Literatura, Casilla 567, Valdivia, Chile. E-mail: ogalindo@uach.cl.
* Este artículo es parte de los resultados del proyecto FONDECYT número 1010747 "Interdisciplinariedad, interculturalidad y canon en la poesía chilena e hispanoamericana actual". Investigador principal: Iván Carrasco; coinvestigadores: Oscar Galindo y Miguel Alvarado.

"El árbol de la ciencia
es una gran patraña abominable:
ha florecido a expensas del espíritu;
es natural que todo lo envenene"
(Enrique Lihn, Poesía de paso, 1966)


 

Este ensayo analiza los procesos de interdisciplinariedad que caracterizan la poesía hispanoamericana desde mediados del siglo XX, con el propósito de advertir los mecanismos de asimilación y mutación disciplinaria propios de la postvanguardia.

Palabras clave: interdisciplinariedad, mutación disciplinaria, asimilación disciplinaria, sujeto, representación.


This essay analizes interdisciplinary proceses that characterize hispanoamerican poetry as of the middle of the XX Century in order to point out the disciplinary mechanisms of assimilation and mutation of post vanguard.

Key words: interdisciplinarity, disciplinary mutation, disciplinary assimilation, subject, representation.


Partir con la noción de poesía sin pureza de Neruda podría ser un buen pretexto para intentar explicar una zona de las poesías chilena e hispanoamericana definida por la heterogeneidad e hibridez disciplinaria y textual. Poesía impura que considera que cualquier material es posible de ser utilizado en la escritura de un poema. El cuestionamiento de los saberes y disciplinas, tan propio del siglo XX, ha contribuido a este proceso de transformación del canon literario que caracteriza a la poesía contemporánea, preferentemente en los mecanismos de representación y en la construcción del sujeto autor, modificando de manera radical el discurso poético tradicional. La crisis de los sistemas de modelización artística ofrece como resultado una imagen de caos, resultado de la hibridez interdisciplinaria. Son los poetas de mediados de siglo XX los que imponen la crisis de los modelos prestigiosos imitados: historia, ciencia, sicología (Goic 1989 III: 30), y de que asistamos a la apropiación de estrategias y recursos discursivos provenientes de otras disciplinas a través de la cita, la alusión o la parodia. El protagonismo que adquieren las "marginalidades" de la literatura amplía el sistema literario, desdibuja las fronteras, desintegra, y nos coloca frente a un escenario polidimensional y fronterizo. Este proceso no habría sido posible en la literatura si simultáneamente no asistiéramos también al desarrollo de zonas "críticas" en el campo de la filosofía de la ciencia. La idea del antropólogo como autor (Gertz), o la noción de metahistoria y del texto histórico como artefacto literario (White) contribuyen a explicar este campo fecundo de relaciones entre literatura y ciencias sociales preferentemente, que ha provocado en sus dimensiones más radicales un complejo proceso estético de mutaciones disciplinarias, afectando los límites de la literatura y de otras disciplinas.

Si miramos este proceso interdisciplinario desde la poesía hispanoamericana, se pueden advertir dos mecanismos fundamentales.

a.La asimilación interdisciplinaria, fenómeno amplio consistente en la producción de textos poéticos que recurren a problemas, fuentes y resultados provenientes de disciplinas no literarias (historiografía, sociología, filosofía, antropología, ecología, etc.), que son asimilados a las reglas propias del canon poético. Si bien tradicionalmente la literatura ha incorporado supuestos provenientes de otros campos del saber (historiografía para la novela histórica; sicología para la novela sicológica; método experimental para la novela naturalista, etc.), su incorporación ha resultado de un proceso complejo de asimilación, que permite asegurar la integridad de la literatura como formación discursiva.

b. La mutación disciplinaria, esto es, la incorporación al canon poético de recursos de producción y estrategias discursivas provenientes de otras disciplinas, preferentemente de las llamadas ciencias sociales, sin que medien estrategias definidas de asimilación. A diferencia del proceso anterior, en que el texto poético asegura las exigencias del género, en este caso el resultado es un tipo de texto híbrido, plural e inestable, con diversos grados de énfasis, en que transitan, desde la disciplina original hacia la literatura, fragmentos textuales o residuos metodológicos que son incorporados a la producción del texto poético. Este tipo de textualidad, cuyo origen es difícil de definir, se presenta, en el caso de las poesías chilena e hispanoamericana, desde mediados del siglo XX, alcanzando sus niveles de mayor impacto e interés en las últimas tres décadas. Lo anterior provoca un tipo de textualidad caracterizado por la indefinición epistemológica y la hibridez genérica, en la medida en que la mediación entre una y otra formación discursiva no está asegurada por las reglas propias del campo cultural al que pertenece el nuevo producto, afectando los procesos de producción y recepción (Carrasco 2002; Galindo 2002, 2003).

Si se revisa la nueva poesía hispanoamericana, se pueden advertir los profundos cambios que ha vivido a partir de los años sesenta. Los elementos más interesantes del nuevo gusto poético se definen por su tendencia a la hibridez de la más variada procedencia: lo clásico y lo moderno, lo culto y lo popular, el rock y el tango, el inglés y el español, la ciencia y la superstición, el chiste y la tragedia (Zapata 1999). Si se lee esta producción desde una perspectiva interdisciplinaria, es posible encontrar la presencia de textos fundados en procedimientos propios de las ciencias sociales (historiografía, sociología, antropología, por medio de la cita, la fuente documental, el collage); las ciencias y la filosofía del lenguaje, preferentemente por medio de la ampliación del texto a partir de los paratextos, en especial los epígrafes y las notas; y las ciencias naturales y exactas (biología, física, matemáticas, frecuentemente de manera obliterada, irónica y deconstructiva).

El proceso que intentamos explicar afecta de muy diversas maneras a la poesía hispanoamericana, pero en todos los casos da cuenta de un intento por romper con las fronteras canónicas de lo poético. La tendencia a fusionar de manera desjerarquizada diversos registros y modelos textuales ya había sido adelantada en el año 1954 por la publicación de Poemas y antipoemas de Nicanor Parra, y se encontraban antecedentes en Residencia en la tierra (1933 y 1935), de Neruda y en diversos textos de Pablo de Rokha u Oliverio Girondo. Pero será la década del 60 la que abrirá espacio, a nivel latinoamericano, de un tipo de construcción poética definido por la interdisciplinariedad y la ambigüedad disciplinaria. A propósito de la poesía peruana, pero bien podría ampliarse a la poesía hispanoamericana de avanzada, Araujo León (2000: 21) señala que es a partir de Cisneros, Hinostroza y Lauer que ingresan los conceptos de construcción poética, transculturalidad y fragmentación, provenientes de Pound, Eliot, Lowell entre otros, caracterizadas por el uso del verso largo, de tono salmódico y por un concepto de visualidad y de narratividad que no se vio en la poesía anterior. Se trata de una escritura que "nos revela realidades comprobables ya por la vivencia cotidiana o bien a través de la lectura de la historia y de la cultura (antropología, sociología, política, etc.)" (2002: 22).

LAS CIENCIAS SOCIALES ANTE TODO

La tendencia a producir textos recurriendo a fuentes y procedimientos desde el amplio campo de las ciencias sociales afecta a un conjunto de autores desde la llamada generación del 50 en adelante. El caso más visible es posiblemente el del chileno Enrique Lihn. Desde Poesía de paso (1966), pasando por Escrito en Cuba (1969), París, situación irregular (1977) y Estación de los desamparados (1982), hasta El Paseo Ahumada (1983) y La aparición de la virgen (1987) encontramos una vocación socio-antropológica, que concibe el texto poético como una reflexión crítica sobre los mecanismos de representación de lo real. Lo propio puede decirse del peruano Antonio Cisneros y sus reescrituras históricas (Comentarios reales, 1964), crónicas de viaje (Canto ceremonial contra un oso hormiguero, 1968) o exploraciones testimoniales y antropológicas (Crónica del Niño Jesús de Chilca, 1981); del mexicano José Emilio Pacheco que hurga en el pasado con paciencia de historiador, tanto en sus "Antigüedades mexicanas" (Islas a la deriva, 1973-1975) como en "Lectura de los Cantares mexicanos" (No me preguntes como pasa el tiempo, 1969), este último texto un "ready made" construido en base a citas textuales de crónicas indígenas. Más reciente, pero igualmente interdisciplinar es "Polisemia del texto" (Reflexiones maquiavélicas, fechado en 1980), del boliviano Pedro Shimose, donde se entrecruzan poesía y teoría política sobre la base de citas y epígrafes de Spinoza, Rousseau y Gramsci, entre otros.

Innecesario puede resultar para cualquier lector familiarizado con el contexto hispanomericano, señalar el impacto que las ciencias sociales han significado en todos los niveles de la cultura. En términos literarios, la decadencia de las vanguardias históricas provoca un abandono de la figura sacralizada del poeta, del poema autosuficiente, hermético o críptico, de la idea de un lenguaje poético especial, reemplazada por una escritura cada vez más coloquial, cercana al "habla de la tribu", que no desprecia los diversos materiales lingüísticos que le ofrece la cotidianidad. Un ejemplo notable es "Con palabras" (Taberna y otros lugares, 1969), de Roque Dalton, texto de carácter mutable, a caballo entre la poesía y el ensayo literario sobre el lenguaje. Pero el texto que interesa, en términos de mutación disciplinaria, bajo la forma de la transcripción testimonial (cercano en su procedimiento de construcción a Estación de los desamparados, de Enrique Lihn), es precisamente el poema "Taberna (Conservatorio)". En una nota introductoria explica la disolución de la categoría de autor y su reemplazo por el registro y transcripción de voces de otros, injertadas en el poema:

El poema Taberna, escrito como los demás de esta sección, en Praga, entre 1966 y 1967, resultó del recogimiento directo de las conversaciones escuchadas al azar y sostenidas entre sí por jóvenes checoslovacos, europeo-occidentales y ­en menor número­ latinoamericanos, mientras bebían cerveza en U Fleku, la famosa taberna praguense. El autor solamente ordenó el material y le dio el mínimo trato formal para construir con él una especie de poema-objeto basado a su vez en una especie de encuesta sociológica furtiva. En el conjunto de opiniones reunidas no hay ninguna que pueda atribuirse completamente al autor y por ello este las presenta en el seno del poema sin ninguna jerarquización, ni frente a la verdad, ni frente a la bondad moral o política. No es el propósito del autor intentar un planteo de soluciones a los problemas que se desprenden de la existencia de tales formas de pensamiento en una sociedad socialista. Ese intento podrá encontrarse, posiblemente, en la serie de acontecimientos políticos ocurridos en los países socialistas del centro de Europa en los últimos meses (Dalton 2000: 168).

El texto se construye entonces como ready-made verbal, técnica similar a la utilizada por José Emilio Pacheco en "Lectura de los cantares mexicanos", un collage desjerarquizado de voces, registro entre lo popular y lo culto. Para Saúl Yurkievich, política y poética aparecen conjugadas en Taberna, como una galaxia de signos o polución semántica: "Poética, política, historia (la macrohistoria mundial y su espécimen, la microhistoria personal) discurren, dialogan, resuenan, reverberan, atraviesan todo el texto acompañándose, interceptándose, entrecruzándose, entramándose" (1997: 568).

En Un libro levemente odioso (1970-1972), del mismo Dalton, en el contexto de una discusión entre el marxismo y la teología de la liberación, profundiza la tendencia a construir un hídrido textual, en especial en el poema "Los hongos" (la escritura está fechada en La Habana-Praga-París-La Habana. Otoño de 1966-Verano de 1971), donde se entrecruzan diversas voces cuyo origen es difícil de dilucidar. El texto se complementa además con reflexiones metapoéticas, políticas, sociológicas y culturales ya en el cuerpo central del poema o en notas a pie de página de la más variada procedencia sociológica o histórica1.

En el ya clásico La máscara y la transparencia, Guillermo Sucre destaca la conflictiva relación entre poesía e historia que se ha producido, desde mediados de siglo, en la poesía hispanoamericana (1985: 278 y ss). La mirada sobre la historia difiere notablemente de la poesía militante a la manera del Neruda de Canto General o incluso de Cardenal, pues predomina la noción de la historia como fracaso, como reiteración de las equivocaciones pasadas, del poeta como un sujeto marginal imposibilitado de encauzar el curso histórico. La relación no se produce sólo con la historia misma, sino también con la historiografía como formación discursiva. "Las trampas de la historia", a que hace mención Sucre, son también trampas de la historiografía.

Poeta testigo de la historia es también Heberto Padilla en El justo tiempo humano (1962) y Fuera del juego (1969): "La Historia es ese sitio que nos afirma y nos desgarra. / La Historia es esa rata que cada noche sube la escalera". Lo es también Enrique Lihn en Escrito en Cuba o La musiquilla de las pobres esferas (1969) o el realismo-crítico de Juan Gelman. Para Sucre: "Las confrontaciones de la poesía con la historia son de muy diverso temple y, por ello, admiten soluciones opuestas entre sí. Las de Padilla y de Lihn coinciden con la ruptura y el rechazo, mientras Cardenal, por el contrario, tendería a resolverlas de manera progresiva" (1985: 282).

El colombiano Juan Gustavo Cobo Borda, en Consejos para sobrevivir (1974), muestra un escepticismo radical: "La tragedia es privilegio de los europeos / pero no es necesario ser demasiado perspicaz / para reconocer que a nosotros nos tocó el melodrama". En el poema final de Casa de citas, en especial en el poema "La patria boba", revisa los grandes hitos de las historias colombiana e hispanoamericana a partir de una mirada crítica y desencantada. El también colombiano William Ospina, en El país del viento (1992), explora la historia hispanoamericana entrecruzando voces de indígenas del norte y del sur de América, de algún antiguo conquistador, o de algunos íconos contemporáneos como Gabriela Mistral, por ejemplo. El sinsentido de la historia irrumpe en el texto "Un viejo historiador cuenta su historia": "Y yo redacto largos libros de Historia / Vuelvo a estudiar la vida del triste Emperador y de su esposa enferma, / los fastos de la corte de Bonaparte, el trazado ostentoso de los bulevares, / y las melancolías de la casa de Habsburgo (1992: 58).

Para el peruano Rodolfo Hinostroza, la poesía es un desafío a la historia, en Consejero del lobo (1965), como puede serlo para Carmen Ollé (Lima, 1947), Carmen Berenguer, en Huellas de siglo (1986), A media Asta (1988), y Naciste Pintada (1999) o Elvira Hernández, en La Bandera de Chile (1991), textos en que se hibridan política, feminismo e historia. En la poesía chilena reciente el caso más interesante de exploración en los simulacros de la historia es Tomás Harris, en Cipango (1992) y, desde una perspectiva más documental, Juan Pablo Riveros, en De la tierra sin fuegos (1986), que abunda en citas, referencias y fotografías del proceso de colonización de las tierras australes.

La textualización de la temporalidad histórica es uno de los empeños más interesantes de la poesía hispanoamericana actual. La lectura del pasado se encuentra siempre en estrecha relación con el presente, en tanto busca explicar las fracturas históricas provocadas por diversas formas de autoritarismo. Pero ésta no es más que una de las dimensiones del problema, porque indudablemente nos encontramos con una propuesta que desconfía de la idea de progreso y del racionalismo positivista y uniformador de las culturas para establecer una defensa de diversidad, de la pluralidad. En este escenario, la historia resulta ser el itinerario de la barbarie, de la involución, la escenificación del caos. De ahí la desconfianza en el discurso histórico como discurso de la verdad, para potenciar las posibilidades críticas de la poesía como lenguaje desestabilizador, desmitificador y desconstructor de los mitos del pasado en una escritura democratizadora y plural. El resultado poético es siempre un palimpsesto textual, una confusa y abigarrada mezcla de citas y referencias, como ocurre en el poema "Eva Perón en la hoguera", de Leonidas Lamborghini (Partitas, 1972), texto construido sobre la base exclusiva de citas de La razón de mi vida, de Eva Peron, lectura relevante para generaciones de argentinos y que aquí asoma con todo un sentido nuevo de carácter paródico, contradictorio y crítico.

Agreguemos los entrecruzamientos entre poesía y siquiatría. Alejandra Pizarnik, Diego Maquieira, Raúl Zurita dan cuenta de este proceso. El caso más notable de mutaciones disciplinarias en este terreno es Purgatorio, de Raúl Zurita, donde coexisten junto a textos poéticos, un certificado médico-siquiátrico o electroencefalogramas intervenidos por el autor. Se trata de un intento por testimoniar, en un sentido extremo, la crisis de un sujeto en los márgenes del desequilibrio, pero al mismo tiempo, de poner en evidencia las fronteras del lenguaje siquiátrico como instrumento de coerción y de poder sobre el individuo.

Destaquemos, además, que la conciencia ecológica se advierte en múltiples textos desde Neruda y Huidobro, pasando por Pablo Antonio Cuadra, hasta desembocar en Oscar Hahn, Manuel Silva Acevedo, en Día Quinto (2002), Alberto Blanco, y el escocés, plenamente integrado a la poesía hispánica, Niall Binns, en Tratado sobre los buitres (2002). Este último es, como su título lo indica, un "tratado" poético en que se recurre a diversas fuentes documentales enciclopédicas, científicas y periodísticas para fundamentar la escritura.

POESÍA Y CIENCIAS DEL LENGUAJES

La escritura como experimentación desde las ciencias del lenguaje emerge en el contexto de la poesía chilena como contestación al discurso uniformador impuesto por la dictadura. Fundamentales por su carácter renovador son la publicación en el año 1977 de París, situación irregular, de Enrique Lihn, y Sermones y prédicas del Cristo de Elqui, de Nicanor Parra. Pero será la publicación de La nueva novela (1977), de Juan Luis Martínez y Purgatorio (1979), de Raúl Zurita, la señal de un proceso de renovación que se impone en el horizonte poético del momento. El proceso es evidentemente más amplio, pues afecta también otros modos de poetizar, que suponen una ampliación de la noción de libro como espacio de codificación abierto, de relativización de la noción de poema como unidad, de exploración en un sujeto escindido que pugna por su reaparición, y la indagación en el lenguaje y la historia como espacios de control del poder y de la ideología. Como ejemplos paradigmáticos de estas escrituras renovadoras se pueden mencionar a Diego Maquieira con una de las publicaciones claves del período, La Tirana (1983); Gonzalo Muñoz, Exit (1983); Juan Cámeron, Cámara oscura (1985) y Video Clip (1989); Rodrigo Lira, Proyecto de obras completas (edición póstuma, 1984); David Miralles, Los malos pasos (1990); Jorge Torres, Poemas encontrados y otros pre-textos (1991), libro construido casi exclusivamente por medio del recorte y ensamblaje de textos encontrados en diarios, libros de poesía, manuales, enciclopedias, diccionarios, entrevistas, tratados; Eugenia Brito, Vía pública; Elvira Hernández, La bandera de Chile, entre otros.

Juan Luis Martínez, el poeta más decididamente experimental a nivel hispanoamericano, que irrumpe en la década de los 70, muestra esta transición de un discurso poético que oscila entre el tratamiento de las paradojas del lenguaje poético y un afán por establecer un sentido crítico y lúdico en el lenguaje. Los más variados soportes sígnicos articulan La nueva novela (1977): lingüístico, visual y objetual, ya sea por medio de la incorporación de textos, dibujos y eventualmente objetos que construyen el texto como una semiótica plural y abierta a la intervención del lector. Su escritura en permanente diálogo con la filosofía europea contemporánea es inimaginable, sin embargo, en otro contexto que el latinoamericano y más específicamente, el chileno. Juan Luis Martínez tiene la virtud de establecer una permanente relativización de los saberes culturales y literarios, y de situar el libro como una operación de desestabilización también de sí mismo. Su propuesta, si bien estrechamente ligada a la tradición literaria y en diálogo con ella, ofrece rasgos extraordinariamente singulares, sobre todo por la capacidad de proponer nuevas estrategias de escritura que vinculan sus textos con las nuevas corrientes de la semiótica y de la física teórica. Sus textos usan como material intertextual desde los discursos de la filosofía del lenguaje o la física hasta las canciones de cuna y los cuentos maravillosos, e implican, por un lado, la ruptura de los límites establecidos por las convenciones del texto poético, y por otro, una aguda reflexión sobre las posibilidades del lenguaje como espacio de la cultura. El problema que ocupa su escritura es no sólo el lenguaje poético, sino la materialidad de la escritura y del arte. Esta relación produce un tipo de texto definido por su autorreflexividad y por el cuestionamiento de sus propias posibilidades de expresión y de significación de lo real. Su filiación filosófica se encuentra en una delirante y humorística versión del decontructivismo y de la filosofía del lenguaje. Por sus páginas transitan homenajes críticos a proyectos estéticos (Mallarmé, Rimbaud, Jean Tardieu, Baudelaire, Valèry, Proust, Christian Morgenstern, Ionesco), políticos (Marx, Engels), filosóficos (Blanchot, Deleuze, Foucault) o científicos (Gauss y Lobatchewsky) de la modernidad. Sus construcciones gráficas lo relacionan de modo inevitable con la poesía concreta y las artes plásticas. La física no euclidiana y la teoría de la relatividad se encuentran en la base de su comprensión de la realidad.

La ruptura de los soportes lingüísticos convencionales, como base de la escritura poética, constituye una de las claves de las poesías de vanguardia europea e hispanoamericana. De igual forma, constituye parte del desarrollo del pop art norteamericano, de la poesía concreta y, en síntesis, es inseparable del estado actual de la postvanguardia en sus diversas formas. Dicha ampliación del significante está ligada, por un lado, a la ruptura global de las convenciones románticas de la poesía como expresión personal, pero, por otro, es síntoma de la crisis de los discursos estables en el arte contemporáneo, de la crítica a la institucionalidad artística y de la apropiación del proyecto arte-vida como parte de una visión de crisis de la modernidad. La ruptura de normas, en este sentido, es una metáfora del discurso poético enclaustrado por los márgenes del autoritarismo, y supone su ampliación y su liberación por medio de una escritura plural.

El caso de Raúl Zurita no es menos innovador, sólo que en su caso se trata de una superación de la noción de texto, o incluso de objeto artístico, aunque no lo evita, para incorporar el espacio del cuerpo y la realidad como soportes de la escritura. Por una parte, ha explorado en las posibilidades traumáticas del dolor para metaforizar en su propio cuerpo las agresiones sufridas por el cuerpo social; por otra, sobre todo en "Áreas verdes", de Purgatorio, realiza una compleja reflexión poética sobre el lenguaje.

La poesía chilena de los 90 muestra en una de sus líneas más sobresalientes una proyección de estas preocupaciones. Baste señalar el caso de Malú Urriola en Piedras rodantes (1988), especialmente el texto "Los gatos de Jackobson", y Andrés Anwandter en Especies intencionales (2000), para advertir un doble procesamiento de esta problemática. Urriola explora, desde una mirada irónica y desgarrada, en el lenguaje barrial degradado, mientras Anwandter juega con las posibilidades del lenguaje como producto literatoso y culterano.

En Cuba, para poner otro ejemplo, poetas como Carlos A. Aguilera (1970), Rolando Sánchez Mejías (1959), Rogelio Saunders (1973), Rito Ramón Aroche (1962) y Pedro Luis Marqués de Armas (1965) son parte de esta nueva forma de escritura caracterizada por la experimentación, en la que ha influido no poco el acercamiento a los presupuestos teóricos de diversos pensadores contemporáneos: Barthes, Foucault, Guattari, Lyotard, Eco, entre otros, como ha señalado Francisco Morán (1999)2.

POESÍA Y CIENCIAS VARIAS

La fascinación que ejercieron sobre los poetas románticos las construcciones de la razón crítica, según señala Octavio Paz en Los hijos del limo (1986: 65), puede expandirse a las ciencias naturales y exactas en los poetas contemporáneos. Cántico cósmico, de Ernesto Cardenal, por ejemplo, es uno de los intentos más radicales por producir poesía fundándola en los avances de la física y otras ciencias.

La escritura que Juan Luis Martínez ofrece en La Nueva Novela es una nueva forma de explorar en las paradojas de representación de lo real. Tal vez la más drástica de todas consista en someter al mismo proceso deconstructivo nuestras percepciones del mundo natural, con ayuda de una sugestiva versión de la física contemporánea. Las paradojas de Martínez en este terreno recuerdan de modo inevitable otras paradojas que provienen de la física no euclidiana y de la teoría de la relatividad, sólo que llevadas a un delirante sentido del absurdo. Encontrar poesía en estas rupturas que nacen de la relación entre la naturaleza física y las dificultades de su medición por medio de instrumentos clásicos, fascinan a Martínez como a Lewis Carroll en su tiempo, porque coinciden notablemente con su propia percepción de la realidad y de la escritura, que son asumidas en términos humorísticos o lúdicos, sin pretender muchas veces más que el placer de su exposición poética.

En 1971, Rodolfo Hinostroza, autor entre otros títulos de Consejero del lobo (1964), Poemas reunidos (1986), El sistema astrológico (1972), Aprendizaje de la limpieza (1978), publicó Contra natura (Lima 1941), texto en el que se injertan diversas referencias teóricas, científicas, lingüísticas y gráficas, generando un poema codificado en múltiples voces, irónico, desenfadado, seudocientífico:

Spinoza dixit    
  no sexo no el olor metálico del cielo
    put
amor abominable odio hermoso  
  Nada, gameto mío! Remonta el río líquido
hasta el origen    
La calcárida y la salamandra    
  :para que yo abra mi tienda  
y un oleaje de muslos rescate toda una vida perdida  

Otro caso extraordinario en el terreno de las mutaciones disciplinarias es el peruano Enrique Verastegui, autor, entre otros textos, de Angelus novus (1989) y Monte de goce (1991). En el primero introduce una sucesión de registros pictóricos (con referencias a Benjamín), musicales (a través de pentagramas), plásticos, literarios y lingüísticos. En "Arte poética a propósito del libro Monte de goce", Verastegui es claro respecto de su proyecto:

Yo solamente he sido un filmador de la crudeza diaria que experimenta y vive el hombre y la mujer de la urbe de nuestro tiempo. En este sentido Monte de goce no es un libro de poemas, es mejor la escritura continua a través de la cual pasan los géneros literarios: narraciones, sonetos, formas teatrales, guión de cine; sí, claro, hay eso: un flujo de conciencia (como en Joyce), hay también esquemas matemáticos que provienen de mi vinculación con los estudios de economía que hice en San Marcos. La significación de tales combinaciones o permutaciones obedece a mi deseo de representar la variación de los cuerpos en el lecho amatorio (1991: 8).

Como en Martínez, la significación que adquieren los discursos complementarios en estos textos es de primera importancia. Largas notas con comentarios, análisis y explicaciones que "traducen" en términos técnicos (fórmulas, esquemas, dibujos) algunas de las complejas imágenes eróticas de los poemas. La propuesta de Verastegui, a no dudar, da cuenta de uno de los más complejos intentos de "mutaciones" disciplinarias que ofrece la poesía hispanoamericana de nuestro tiempo.

CONCLUSIONES

El fenómeno de la interdisciplinariedad literaria es un proceso generalizado en la poesía hispanoamericana contemporánea, que afecta las relaciones de las poesía tanto con las ciencias humanas como con las ciencias de la naturaleza o exactas. El resultado más frecuente es la asimilación de procedimientos y recursos provenientes de otras disciplinas a la poesía, manteniendo las reglas propias del canon literario. En este contexto general es posible describir un proceso menos frecuente, pero probablemente el más innovador, que en esta investigación hemos denominado "mutación disciplinaria", consistente en la transferencia de estrategias, resultados y recursos desde otras disciplinas a la poesía, provocando como resultado un híbrido textual y epistemológico que abre el fenómeno literario no sólo en términos de referencias interdisciplinarias, sino de nuevas técnicas de producción de textos poéticos. Los procesos de transferencia, sin embargo, habitualmente se realizan por medio de la ironía o la parodia, lo que desestabiliza la disciplina original y la propia poesía. En su materialización textual, los elementos más renovadores de la poesía del período están marcados por la superación de la noción de poema como unidad textual, para dar lugar a la noción de libro como obra abierta en interacción con diversos saberes y disciplinas.

NOTAS

1 Otro ejemplo interesante en la poesía chilena reciente es Metales pesados, del chileno Yanko González Cangas, texto disciplinariamente mutante en que se hibridan poesía y antropología, ya en la construcción de un sujeto antropólogo que indaga en las tribus urbanas, ya en la proliferación irónica de citas y referencias provenientes de la economía, la sociología o la antropología, produciendo una interesante forma de poesía antropológica.

2 El más innovador es Carlos Aguilera, como ha destacado el mismo Morán: "Aguilera construye, produce sus textos. No hace poemas, sino textos. Su escritura progresa a través de sucesivas deconstrucciones. El perfomance surge de la necesidad de hacer partícipe a los diferentes códigos con que trabaja, de pulsaciones somáticas. Puesto que todo apunta en Aguilera a liberar a la escritura del totalitarismo de la institución, valiéndose para ello de todos los códigos, y sin ejercer la censura sobre ninguno en particular, esto ha significado en su caso que la lectura de cualquier texto se convierta, potencialmente cuando menos, en perfomática" (1999: 24).

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