ESTUDIOS FILOLÓGICOS, N° 37, 2002, pp. 7-27
DOI: 10.4067/S0071-17132002003700001

 

 

Entonación, actitud modal  y modalidad*

Intonation, modal attitude and modality

 

Gladys Cepeda

* Resultados parciales del Proyecto DID S 200237, patrocinado y financiado por la Dirección de Investigación y Desarrollo de la Universidad Austral de Chile.


 

Los usuarios de una lengua se comprometen en un texto y una conversación no sólo como hablantes, sino que también como miembros de categorías sociales, grupos, profesiones, sociedades o culturas (van Dijk 1997: 3). Al usar el lenguaje, lo hacemos para producir algún tipo de efecto en nuestros oyentes, o como reacción al uso del lenguaje de los demás, manteniendo o alterando las relaciones con los otros (Labov y Fanshel 1977). Las señales que indican este cambio en el discurso se van anunciando a medida que avanza el discurso, y su motivación es tanto la transmisión de la información como la expresión de la evaluación emitida por quienes participan en la interacción (Tadros 1985). El presente trabajo muestra evidencia que la intencionalidad del hablante como reflejo de su identidad e intencionalidad se observa a través del uso del modo y la modalidad en el texto de habla. Analizada una submuestra representativa de 12 jóvenes y adultos de ambos sexos y tres grupos socioeconómicos de la ciudad de Valdivia, Chile, los resultados indican que, en una situación de entrevista semiformal, existe una intencionalidad informativa por parte del entrevistado, la que se refleja en el uso significativamente más frecuente de: 1. el género discursivo informativa; 2. los actos de habla representativos de informar; 3. la modalidad declarativa; 4. el modo indicativo (factivo); 5. los adverbiales disjuntos y subjuntos enfatizadores e intensificadores; 6. los adjetivos descriptivos y valorativos; 7. el reforzamiento entonacional de adverbios y adjetivos y el no reforzamiento entonacional de las formas verbales. Estos resultados muestran variaciones de tendencias de uso que se correlacionan con las variables de sexo, edad y grupo social de los integrantes de la muestra. Así, muchas son las variables que se combinan dentro de la interacción conversacional relacionándose recíprocamente los usos de género, modo y modalidad a nivel morfológico, sintáctico, fonológico entonacional, pragmático y discursivo en un contexto situacional específico.


 

Language users actively engage in text and talk not only as speakers, but also as members of social categories, groups, professions, societies or cultures (van Dijk 1997: 3). When we use language, we do so to produce an effect on the listener, or as a reaction to others' use of language, keeping or altering our relationship with them (Labov y Fanshel 1977). The signals that indicate this change in discourse are announced as discourse goes on, and their motivation is to report information as well as the evaluation of those who participate in the interaction (Tadros 1985). This article provides evidence that the speaker's intention as a reflection of his identity and intentionality is observed through the use of mood and modality in the text. A representative sample of 12 adolescents and adults of both sexes and three socioeconomic groups of the city of Valdivia (Chile) was analized. The results show that in a semiformal interview situation, the interviewee's intention is informative, fact that is signaled by a significantly frequent use of: 1. the informative discourse genre; 2.the representative speech acts of informing; 3. the declarative modality; 4. the indicative (factive) mood; 5. emphasizing and intensifying disjunct and subjunct adverbials; 6. descriptive and evaluating adjectives; 7. the intonational reinforcement of adverbials and adjectives and the intonational non-reinforcement of verb forms. These results vary to show that the tendencies in the use of the language are correlated with the speaker's sex, age and social group. Thus, many are the variables that are combined in oral interaction, establishing reciprocal relations in the use of genre, mood, and modality at morphological, syntactic, phonological, pragmatic and discourse levels in a specific situational contex.


INTRODUCCION

En su sentido amplio, la pragmática es el estudio de la comunicación lingüística en contexto. El lenguaje es el principal medio con el cual se comunican las personas; sin embargo, el sólo saber las palabras y la gramática de una lengua no asegura una comunicación exitosa. Su interpretación depende de una multiplicidad de factores, incluyendo familiaridad con el contexto, claves entonacionales y asunciones culturales (Blum-Kulka 1997: 38). Uno de estos factores es la modalidad. Fuentes (1996: 14) afirma: "caracterizar un enunciado, no solo hay que ver qué estructura sintáctica presenta, ... sino que además qué modalidad tiene y cómo se ha expresado: si por signos entonacionativos, pausa, intensidad en la pronunciación, por signos morfemáticos: diminutivos, morfemas verbales, o por unidades especializadas para ello: adverbios"..., adjetivos.

Sobre la base de que tanto el modo como la modalidad revelan la actitud del hablante en el discurso, el presente trabajo analiza el uso de la modalidad ilocutiva y de la entonación en relación: 1. a los signos léxico-morfemáticos de marcación de modo verbal, verbos modales, adverbios y adjetivos, dentro del contexto del discurso de entrevista semiformal, y 2. su contexto social, en cuanto a las tendencias de uso según las variables de edad, sexo y estrato del hablante, para alcanzar una caracterización en cuanto a modo y modalidad de los actos de habla en uso en este contexto sociocultural.

Cada cambio de punto de vista del hablante, dentro de la interacción discursiva, estará reflejado en los signos lingüísticos elegidos para comunicar su mensaje. Las expectativas del hablante con respecto al interlocutor estarán registradas en los cambios de modo y modalidad. El uso de la modalidad declarativa, interrogativa o imperativa nos indicará qué papel ha elegido el hablante para sí y cuáles asigna al interlocutor: informador, informado, controlador. El uso del modo indicativo señalará que el hablante se refiere a hechos reales y se concentrará en el interlocutor ­el tú oyente; el uso del subjuntivo señalará hechos deseables, posibles o necesarios, y se concentrará en el punto de vista del yo hablante, lo subjetivo, inactual (López 1990: 138-149). Los cambios de modalidad en cuanto al uso de verbos modales, adverbios y adjetivos serán útiles para determinar la intención del hablante hacia su discurso, es decir, la posibilidad de verdad de su mensaje (Berry 1975: 168).

Mientras la descripción de los sucesos, situaciones, acciones y personas implique cualidades buenas o malas de los grupos sociales, el discurso será generalmente ideológico. En el nivel de la interacción y el contexto, este control ideológico del discurso afecta al discurso como acción. A saber, si los hombres usan frecuentemente el imperativo o directivos (Aries 1996: 138) pueden, sin saberlo, estar adoptando actitudes ideológicas de superioridad masculina. Es decir, poder de grupo y control del discurso se rigen por ideologías. Ya que las ideologías influyen no sólo en el discurso, sino que en las prácticas sociales en general, la dimensión de acción del texto y la conversación pueden así también controlarse. La representación de los interlocutores que se hace el hablante, puede basarse más bien en la pertenencia a un grupo que en características personales, y el discurso se multiplicará en relación a modelos de interlocutores que calcen con un grupo específico, eligiendo el uso de propiedades de habla que implican la evaluación de los participantes (van Dijk 1997: 34), como lo son la marcación del modo, la modalidad enunciativa, la entonación, los actos de habla y otros.

Dentro de las propiedades del poder social, se pueden mencionar sucintamente las siguientes: 1. el poder social es inherente a la relación entre grupos, o instituciones, o entre personas como miembros sociales; 2. estas relaciones se manifiestan en la interacción social; 3. el poder social es generalmente indirecto y opera a través de las "mentes" de las personas; presupone que el que ejerce poder controle las condiciones cognitivas de aquel que controla, es decir, que ejerza control sobre sus deseos, planes, creencias; 4. el poder como forma de control social lo ejerce alguien para lograr sus propios intereses; 5. para conocer los deseos, planes, creencias del otro y mantener el ejercicio de su poder, el agente de poder necesita de la comunicación directa de los actos de habla de la persona, o puede inferirlos de las creencias culturales, valores de un esquema ideológico que comparte o cuestiona, o de la observación e interpretación de las acciones sociales del otro; 6. en nuestras sociedades occidentales, este poder está controlado por los agentes de poder en los ámbitos político, económico, educacional, o en situaciones sociales específicas como la sala de clases, la sala de la corte de justicia, una situación de entrevista.

Además, mientras los agentes de poder deben aceptar sus propias responsabilidades, los miembros que no tienen el poder están rara vez completamente desposeídos de algún grado de él. Por lo tanto, la mantención del poder no es una simple forma de acción, sino una forma de interacción social (van Dijk 1989: 21), donde el control del componente interaccional del lenguaje es un elemento fundamental para su realización exitosa. De ahí la importancia del análisis presentado, donde el modo y la modalidad se identifican en cuanto a su valor interactivo discursivo, revelador de las expectativas del hablante con respecto al interlocutor. En otras palabras, mediante el análisis presentado en este trabajo, inferimos qué imagen de sí mismo quiere comunicar el entrevistado al entrevistador.

METODOLOGIA

El corpus de análisis lo constituyen 12 entrevistas de 30 minutos, recolectadas por medio del método directo (Francis 1983), en los el hogares de los entrevistados, sobre temas de interés para ellos y guiadas por el entrevistador con la ayuda de un cuestionario ad hoc para cuando fue necesario contribuir a la fluidez de la conversación. De ellas, se extractaron 390 textos que representaban la temática central que caracterizaba la visión del mundo y de sí mismos de los entrevistados (Cepeda y Mujica 2000): 6 jóvenes de la generación 1 (entre 15 y 18 años de edad) y 6 adultos de la generación 2 (entre 24 y 47 años), de ambos sexos y pertenecientes a tres grupos socioculturales: (medio) alto, (medio) medio y bajo. Esta submuestra es representativa de un corpus más amplio de 266 hablantes (66 familias) de la ciudad de Valdivia, Chile, extractado por un método probabilístico, estadísticamente significativo (Cepeda et al. 1988: 23-26). La estratificación social se realizó sobre la base de un índice de siete intervalos que adjudicó puntajes a variables tales como educación y trabajo del jefe de hogar, barrio de residencia, muebles, aparatos electrodomésticos, vehículos y servicio doméstico con que contaba el grupo familiar (Cepeda et al. 1988: 27-36).

El análisis estadístico de los resultados comparó las proporciones de ocurrencia frecuencial en relación con los totales correspondientes, a través de la aplicación de un análisis binomial descriptivo-cuantitativo e inferencial (dócima z), la que estableció la significación estadística de los contrastes estudiados1. El análisis de los resultados considera los usos frecuenciales contrastivos más altos con una significación estadística de al menos 5% (0,05), (marcados en negrita en las tablas de resultados).

La identificación de la actitud modal se realizó por medio de un análisis estadístico del uso de: 1. la marcación del modo verbal (indicativo, subjuntivo, imperativo, condicional); 2. las modalidades de la enunciación (declarativa, interrogativa, mandatoria); y 3. las modalidades2 del enunciado en cuanto a 3.1. verbos modales (poder, deber, tener que y otros) y modales marginales (creer, pensar, querer y otros), 3.2. adverbiales disjuntos3 (de contenido: enfatizadores y atenuadores; y de estilo: manera y punto de vista), 3.3. adverbiales subjuntos4 (enfatizadores, intensificadores, de foco restrictivo y de foco aditivo), 3.4. adjetivos5 (predicativos y atributivos descriptivos y valorativos, intensificadores y restrictivos), 3.5. fuerza ilocutiva de los actos de habla (representativos, directivos, conmisivos, declarativos, expresivos), 3.6. los signos entonativos según el movimiento tonal6 (cadencial o descendente, anticadencial o ascendente) y su función pragmático-comunicativa (seguridad, contraste, referencia temática, suspenso).

RESULTADOS

1. GENERO, MODALIDAD DEL ENUNCIADO Y MODO VERVAL

El género discursivo predominante de la situación de entrevista mostró ser el informativo (.66); la modalidad más frecuente fue la declarativa (.88). La marcación del modo verbal (tabla 1) está centrada en verbalizar la experiencia del hablante, con predominancia del uso del modo indicativo (.94), especialmente por parte de los jóvenes (.95, versus .90 generación 1), los hombres (.97 versus .89 mujeres) y los estratos alto (.93) y bajo (.94 versus medio .90). Todo ello, sin marcación de la acentuación entonacional, es decir, con una alta frecuencia de los usos no tonales de acentuación entonacional.

Por lo tanto, la modalidad enunciativa de la entonación tiene una función cero en el contexto de la marcación del modo verbal, con una realización inacentuada ­no tonal­, por lo que se infiere que el modo verbal no necesita del refuerzo tonal entonacional para su función comunicativa.

 

Tabla 1
Los actos de habla representativos más frecuantes y la variable sexo, según el uso de la marcación de modo (P= proporciones; M= masculino; F= femenino)
 

El modo subjuntivo (.06) presenta un uso significativo en el contexto de la modalidad enunciativa de fuerza ilocutivo-representativa de los actos de habla de narrar, y en especial en la generación adulta 2 (.10 versus .03 en generación 1), las mujeres (.07 versus .03 hombres) y el estrato social medio (.10 versus .05 medio y .04 alto). El modo condicional (.04) tiene un uso significativo en el contexto de los actos de habla argumentativos, especialmente en las mujeres (.05 versus .02 hombres).

Es decir, las mujeres adultas y el estrato medio son quienes expresan con mayor frecuencia una actitud modal respecto al enunciado concentrada en el yo hablante. En otras palabras, una actitud subjetiva de su intención comunicativa. Los hombres, los jóvenes y los estratos alto y bajo, en cambio, expresan una actitud objetivo-factiva de su experiencia, contraste que es más significativo en el contexto de los actos de habla narrativos.

2. LAS MODALIDADES DEL ENUNCIADO: VERBOS MEDALES, ADVERVIALES, ADJETIVOS, ACTOS DE HABLA, ENTONACIÓN

2.1. Verbos modales. En contraposición con la marcación de modo (.74), la modalidad verbal marcada a través del uso de verbos modales es baja (.07). A semejanza de la marcación de modo verbal, predominan las formas sin acentuación tonal. Por su escasa frecuencia, no se pudieron establecer diferencias por grupos sociales o por usos funcionales de la acentuación entonacional. No obstante, podemos inferir que, en una situación de entrevista semiformal, no surge de manera importante la expresión modal de control o de posibilidad de lo dicho a través del uso de los verbos modales; lo importante, más bien, es la expresión objetiva de la experiencia observada, a través de la marcación del modo indicativo.

2.2. Adverbiales. De un total de 940 casos, los adverbiales subjuntos tienen una frecuencia mayor (.55) que los disjuntos (.45). Predominan las formas acentuadas entonacionalmente, demostrando que la modalidad adverbial tiende a ir acompañada de un realce entonacional importante.

2.2.1. Adverbiales disjuntos. Los más frecuentes (tabla 2) son los adverbiales de contenido enfatizador (.39) y los menos frecuentes los de contenido atenuador (.12), y con frecuencias medias los de estilo de manera (.26) y punto de vista (.23).

Tabla 2
Adverbiales disjuntos y la variable edad, según acentución entonacional.
Tona = con acento entonacional; no tonal = sin acento entonacional
(P= proporciones; G= generación)
 

Los adverbiales de contenido enfatizador (.80) contrastaron con los atenuadores (.30) en cuanto a acentuación entonacional (tabla 2). Los enfatizadores (tabla 2a) fueron realzados con cadencias de función pragmático-comunicativa de seguridad con cadencias (.19) y contraste con anticadencias (.19), seguidos en frecuencia descendente por la de suspenso (.16) y de referencia (.07) con anticadencias. Los atenuadores, en cambio, fueron debilitados por la ausencia de acento tonal. Así, la función entonacional refuerza coincidentemente la función léxico-semántica del adverbial.

Tabla 2a
Adverviales disjuntos según función entonacional y realización del movimiento tonal
(N= número de casos; P= proporción de ocurrencias)

 

Quienes presentaron mayor acentuación tonal de los enfatizadores fueron la generación adulta 2 (.89 versus .71 en generación 1) y el estrato bajo (.86 versus .79 en el alto y .75 en el medio). El estrato alto contrastó por mayor acentuación cadencial de seguridad (.27), el estrato medio de contraste con anticadencias (.34) y el estrato bajo de seguridad por obvio (.20) y suspenso (.24) con anticadencias. Los atenuadores fueron más frecuentes en las mujeres (.15 versus hombres .09), los estratos alto (.15) y bajo (.13 versus medio .07) y la generación 2 (.15 versus .08 generación 1); los hombres (.50 versus .19 en mujeres) usaron acentos tonales con más frecuencia, lo mismo que el estrato medio (.56 versus alto .23 y medio .26) para los atenuadores.

De este modo, en el uso de los disjuntos enfatizadores surge el estrato alto con expresiones funcionales de mayor seguridad; el estrato bajo lo hace con una seguridad tonal anticadencial de menor fuerza o con expresión de suspenso; el estrato medio marca el contraste en forma más neutra, incorporando claramente, junto con el estrato bajo, la modalidad de inconclusividad con anticadencias de tono medio.

Los adverbiales de estilo, al igual que los enfatizadores, mostraron tendencia a ser acentuados tonalmente, especialmente los de punto de vista (.79), (tabla 2). La acentuación tonal de los adverbiales de manera tuvieron frecuencias equidistantes en las funciones de contraste con tonos bajos (.23), seguridad con cadencia (.21) y de referencia (.15) y suspenso (.14) con anticadencias (tabla 2a). Con la función referencial tuvieron una tendencia significativa de mayor frecuencia la generación adulta 2 (.23 versus .04 en la generación 1) y en el estrato bajo (.33 versus alto .07 y medio .05). La función de seguridad (.21) con cadencia y la de contraste (.23) con tonos bajos tuvieron frecuencias sin diferencias significativas con las de referencia (.25) con anticadencias y tonos bajos. Es decir, la función entonacional referencial cobra mayor importancia frecuencial en los adverbiales de manera, la que es mayor en los adultos de la generación 2 y el estrato bajo. Del mismo modo, aparece la función contrastiva con tonos bajos, así como la de seguridad con cadencia, esta última a semejanza de los enfatizadores. Por lo tanto, la entonación refuerza la relación hacia el contenido de lo dicho y del cómo se dice, a través de una marcación funcional contrastiva, de seguridad y de referencia; esta última, de gran importancia para establecer la coherencia del contexto formal y de contenido.

Los adverbiales de punto de vista, en cambio, presentaron mayor frecuencia en el uso de la función pragmático-comunicativa entonacional de suspenso (.38) y, en menor grado, de contraste (.20), en ambos casos con anticadencias, por lo que ayudan a mantener la atención del interlocutor, reforzando la interacción del género de entrevista.

Son los jóvenes de la generación 1 (.30 versus .17 en generación 2), los hombres (.27 versus mujeres .20) y el estrato medio (.32 versus alto .22 y bajo .17) quienes muestran frecuencias más altas de uso de los disjuntos de punto de vista. Así, es a los jóvenes, los hombres y el estrato medio a quienes les interesa más establecer cuál es su punto de vista con respecto a lo dicho.

En resumen, se observa una distribución frecuencial con tendencia complementaria de la función comunicativa entonacional de los adverbiales disjuntos: seguridad con cadencia y contraste con anticadencia en los enfatizadores; seguridad con cadencia, contraste con tonos bajos y referencia con anticadencia en los de manera; suspenso y contraste con anticadencia en los de punto de vista y usos no tonales en los atenuantes.

2.2.2. Adverbiales subjuntos. La tabla 3 muestra que tanto los subjuntos enfatizadores (.29), intensificadores (.29), como foco-restrictivos (.29) son más frecuentes que los foco-aditivos (.13). Dentro de la tendencia a ser acentuados tonalmente, son los enfatizadores (.79) los que presentan la más alta frecuencia, usados primordialmente con acentos anticadenciales de función pragmático-comunicativa de contraste (.38) y acentos cadenciales de seguridad (.16) (tabla 3a). Ellos muestran mayores frecuencias en el estrato alto, con acentos cadenciales de seguridad (.23 versus medio .18 y bajo .07)). El estrato medio tiene mayor frecuencia de usos de función contrastiva con anticadencias (.53). Los hombres también usan más el contraste con anticadencias (.51 versus .27 mujeres), mientras las mujeres muestran más frecuencias de contraste con tonos bajos (.14 versus hombres .05). En consecuencia, se observan usos similares a aquellos de los disjuntos enfatizadores; no obstante, mientras los disjuntos muestran usos mayoritarios cadenciales de función de seguridad, en los subjuntos el uso funcional de contraste con anticadencia es mayor, lo que realza la modalidad de inconclusividad de estas formas y refuerza la interacción con el interlocutor, al indicarle que se va a seguir hablando. Nuevamente, son los enfatizadores los de acentuación entonacional más frecuente, reforzando así el valor léxico-modal de estos adverbiales. Del mismo modo, el estrato alto surge con frecuencias más altas en las cadencias de seguridad, mientras el estrato medio en anticadencias contrastivas, por lo que se sugieren como usos generalizados de su grupo social.

Tabla 3
Adverviales subjuntos y la variable sexo, según acentuación entonacional.
Tonal = con acento entonacional; No tonal = sin acento entonacional
(P= proporcional; M= masculino; F= femenino)
 

Los subjuntos de foco-aditivo fueron más frecuentes en las mujeres (.17 versus hombres .10) y en los estratos medio (.16) y bajo (.18 versus alto .07), coincidiendo como grupos de menor poder social. Su función entonacional pragmático-comunicativa más frecuente fue la de suspenso con anticadencias (.30) y la de contraste con anticadencias (.16) y tonos bajos (.14), por sobre las de referencia y seguridad (tabla 3a). El estrato medio presenta usos más altos de la función contrastiva con anticadencias (.31 versus bajo .09 y alto .00), mientras la generación joven 1 prefiere la expresión de seguridad con cadencias (.29 versus .04 en generación 2). Por lo tanto, el uso de la acentuación entonacional de estos subjuntos de foco-aditivo es similar a la de los disjuntos de punto de vista: ambos seleccionan la función pragmático-comunicativa de suspenso y contraste con anticadencias. Es decir, realzan la intención focalizadora del contexto que el hablante le da o dará a su enunciado, así como la modalidad de inconclusividad de que viene aquello que se anuncia.

Tabla 3a
Adverviales subjuntos según función entonacional y realización del movimiento tonal
(n= numero de casos; p= proporciones)
 

Los subjuntos intensificadores expresan principalmente contraste y suspenso por medio de anticadencias (tabla 3a), al igual que los foco-aditivos. La expresión comunicativa de contraste (.49) es mayor que la de suspenso (.14) y esta última mayor que la de seguridad (.08). Mientras la generación joven 1 prefiere el uso del contraste con anticadencias (.57 versus .36 en la generación 2), la generación adulta 2 prefiere el uso de seguridad con anticadencias (.17 versus .02 en la joven). Las mujeres (.13 versus hombres .00) comparten el uso entonacional de la generación 2. Quienes más usan los subjuntos intensificadores son los estratos alto (.34) y medio (.36 versus bajo .15), pero quien más los acentúa tonalmente es el estrato bajo (.80 versus .63 en el medio y .47 en el alto). De este modo, la generación joven hace un uso diferencial entre los subjuntos aditivos (cadencias de seguridad) e intensificadores (anticadencias de contraste). El estrato bajo se destaca característicamente por la mayor frecuencia de uso tonal, sin usos funcionales diferenciales. Las mujeres y la generación adulta también presentan un uso frecuencial caracterizador: seguridad con anticadencias. De tal manera, son los usos funcionales entonacionales de contraste y seguridad los que establecen las diferenciaciones de los grupos sociales. La función entonacional de suspenso en los intensificadores es, por ende, compartida por todos los grupos en estudio, si bien no la más importante desde el punto de vista social.

En los subjuntos foco-restrictivos predominó el uso de las anticadencias de función referencial (tabla 3a), por lo que, junto con la modalidad de inconclusividad, al concentrar la atención del interlocutor hacia lo que viene, son el soporte funcional de la cohesión y de la interacción discursiva. La generación adulta 2 (.81 versus .38 en la generación 1), el estrato bajo (.46 versus medio .24 y alto .18) y los hombres (.37 versus mujeres .22) presentan las frecuencias de uso más altas. Las mujeres (.67 versus .52 en los hombres) destacan por una mayor frecuencia de acentuación tonal.

En resumen, cada tipo de subjunto agrega un tipo de intención pragmático-comunicativa distinta a través de la acentuación entonacional. Cada grupo social muestra sus usos propios, reflejados en la mayor frecuencia de unos por sobre otros. Predomina el uso de tonos medios de modalidad de inconclusividad; la función entonacional de contraste es más frecuente en los intensificadores (.49) y enfatizadores (.38) y la de suspenso en los foco-aditivos (.30); los foco-restrictivos no presentan diferencias de uso funcional entonacional.

2.3. Adjetivos. La frecuencia de los adjetivos fue menor (.25) que la de los adverbiales (.41). Los adjetivos de mayor frecuencia fueron los predicativos (.49). En todos los casos primaron las formas de acento entonacional (.88), especialmente entre los predicativos valorativos (.97).

Los adjetivos predicativos descriptivos. Su acentuación tonal se mostró como más frecuente en las funciones de seguridad con cadencias (.45) y contraste con tonos cadenciales complejos de anticadencia más cadencia (.35). Sólo el estrato alto presentó diferencias de uso. Ellas se observaron en la función de seguridad con cadencias (.46 versus medio .21 y bajo .33), (tabla 4a). No hubo otras diferencias, por lo que se trata de un uso generalizado para todos los grupos en estudio, excepto el mencionado para el estrato alto, que tiende a un uso frecuente de la expresión de seguridad con cadencias. De hecho, por esta falta de diferenciación de uso, los predicativos descriptivos contrastan con los predicativos valorativos, de mayor fuerza diferenciadora social.

Los adjetivos predicativos valorativos presentaron frecuencias más altas en la generación joven 1 (.30 versus .21 en la generación 2), el estrato medio (.37 versus .26 en el alto y .17 en el bajo) y los hombres (.33 versus .24 en las mujeres), (tabla 4), por lo que se podrían inferir como de un acercamiento más concreto y gráfico de su actitud modal, evaluativa de lo dicho. No obstante, quienes los acentúan entonacionalmente más son las mujeres (1.00), la generación 2 (1.00) y el estrato bajo (1.00). Sus funciones entonacionales de mayor frecuencia fueron contraste con los tonos cadenciales complejos de anticadencia más cadencia (.24), seguridad con cadencias (.27), suspenso con anticadencias (.11) y referencia con tonos bajos (.06).

Tabla 4
Adjetivos y la variante estrato social, según acentuación entonacional
Tonal = con acento entonacional; No tonal = sin acento entonacional (p = proporciones)
 

La función de contraste se observó con mayor frecuencia en el estrato bajo (tabla 4a) con cadencias (.42 versus alto .20 y medio .23) y en los hombres con los tonos cadenciales complejos de anticadencia más cadencia (.33 versus .17 en las mujeres); la función de seguridad fue más frecuente en el estrato alto con cadencias (.45 versus medio .13 y bajo .00), mientras la de suspenso con anticadencias lo fue en el estrato medio (.19 versus alto .05 y bajo .08). Por lo tanto, las diferencias de uso son más marcadas según el estrato social y el sexo del hablante, más que según su edad, la que presenta diferencias en la frecuencia de los valorativos, pero no en su función entonacional.

Los adjetivos atributivos, tanto descriptivos como valorativos, al igual que los predicativos, mostraron mayores frecuencias en las funciones entonacionales pragmático-comunicativas de contraste con tonos cadenciales complejos y de seguridad con cadencias. Resalta aquí el uso significativo de mayores frecuencias de tonos complejos en los valorativos de expresión de contraste en la generación 1 (.42 versus .08 generación 2). Otras diferencias se refieren al uso generalizado de anticadencias y tonos bajos. Las cadencias presentan función de seguridad tanto en descriptivos como en valorativos, con valores más altos en el estrato alto (.43 en los descriptivos versus medio .25 y bajo .13; y .67 en los valorativos (tabla 4a) versus medio .00 y bajo .29). Los tonos bajos presentan funciones referenciales, con frecuencias más altas en los adjetivos atributivos descriptivos (.15 versus .06 en los valorativos).

Los adjetivos atributivos descriptivos mostraron mayores frecuencias en los jóvenes (.14 versus .07 en los adultos), las mujeres (.15 versus hombres .08) y en el estrato alto (.15 versus medio .06). Los adjetivos atributivos valorativos no presentaron tendencias distintivas significativas de uso preferencial.

Los usos de la función de contraste (tabla 4a) fueron más frecuentes en los estratos medio (.77) y bajo (.71 versus alto .27). Por lo tanto, los adjetivos atributivos marcan diferencias de uso entonacional importantes que identifican a los jóvenes, por un lado, y que separan al estrato alto del medio y del bajo, por otro, eligiendo distintas intenciones comunicativas. Al igual que en los adjetivos predicativos, aparece una importante frecuencia de los tonos cadenciales complejos de función de contraste y mayor fuerza expresiva. La expresión comunicativa de contraste y de seguridad, que refuerza el valor léxico descriptivo o valorativo de los adjetivos, es esencial para el logro comunicativo del mensaje en este contexto discursivo en análisis.

En los adjetivos intensificadores, la función entonacional de contraste también es importante. No obstante, ahora ella se comunica con más frecuencia a través de anticadencias (.36) (que de tonos cadenciales complejos .14), la cual es más frecuente en el estrato medio (.54 versus alto .35 y bajo .21), (tabla 4a). Surge como importante, además, la función de suspenso con anticadencias (.18) como refuerzo comunicativo, el que fue más frecuente en el estrato bajo (.36 versus medio .15 y alto .06). Así, se mantiene la diferenciación de uso por estrato social, ya observada en los adjetivos descriptivos y valorativos predicativos y atributivos, pero se marca su diferencia comunicativa con la mayor frecuencia del refuerzo comunicativo de suspenso y aparecen el estrato medio y el estrato bajo con usos frecuenciales caracterizadores propios.

Finalmente, los adjetivos restrictivos, al igual que los intensificadores, también presentaron usos de la función entonacional de contraste con anticadencias (.62), y de la función de referencia con anticadencias y tonos bajos en la generación 2 (.33 versus .07 en la generación 1). Los adjetivos restrictivos no presentaron otros usos específicos tonales de tendencias diferenciadoras entre los grupos sociales en estudio, aunque sí fueron más frecuentemente acentuados entonacionalmente por los hombres (.94 versus mujeres .74), la generación 2 adulta (.97 versus generación 1 joven .67) y el estrato medio (1.00 versus alto .86 y bajo .73). Resaltan aquí algunas tendencias de uso diferenciador por edad y sexo y el uso mayor de la función referencial de los restrictivos.

En resumen, con mayor frecuencia de los adjetivos predicativos valorativos, con mayor presencia frecuencial de acentuación entonacional, los adjetivos predicativos y atributivos realzan su valor léxico-semántico con tonos de función pragmático-comunicativa de contraste y seguridad, con más frecuencias de expresión de seguridad en los predicativos descriptivos y con expresión referencial los atributivos descriptivos, separándose todos de intensificadores y restrictivos por los usos tonales para la función pragmático-comunicativa de contraste: tonos cadenciales complejos para los predicativos y atributivos, tonos anticadenciales para los intensificadores y restrictivos, así como la expresión de suspenso con anticadencia de los intensificadores. Por otro lado, estas tendencias de uso son elegidas por los grupos, especialmente según su estrato social, en usos mayores de frecuencias que caracterizan su discurso. El rasgo entonacional más caracterizador de los adjetivos predicativos y atributivos, en relación con los adverbiales, es el uso de los tonos cadenciales complejos para la función de contraste, así como la mayor frecuencia proporcional de la función de referencia con tonos anticadenciales.

2.4. Actos de habla. La intencionalidad del hablante en un contexto de entrevista semiformal se expresa mayoritariamente a través de los actos de habla asertivo-representativos, en concordancia con la modalidad de enunciación declarativo-asertiva que predomina. Esta intencionalidad se concentra en los actos de habla de informar (.49). Por lo tanto, también se observa una concordancia entre la actitud del hablante hacia lo dicho y la actitud del hablante hacia el enunciado: ambas tienen una actitud informativa asertiva factual.

Resaltan con una actitud informativa más frecuente los hombres (.61 versus mujeres .37) (tabla 1). En contraposición, las mujeres, y especialmente las más jóvenes, usan los actos de habla de narrar (.23 versus hombres .10) y de argumentar, opinar, justificar (.26 versus hombres .14) más frecuentemente que los hombres, confirmando el estereotipo de la mujer como más narradora de experiencias y emociones, la mayor espontaneidad de las jóvenes, así como una necesidad de justificar su posición u opinión.

El uso de la entonación se estableció según las unidades entonacionales en posición final de los actos de habla y en posición media. En los casos de posición final, las unidades entonacionales presentaron una tendencia mayoritaria (.90) al uso de cadencias, con modalidad conclusiva de término y una función pragmático-comunicativa entonacional de seguridad y asertividad, en concordancia con la intención representativa de los actos de habla usados de expresar que lo dicho es verdad.

En los casos de posición media del acto de habla, influyen las estructuras sintácticas: 1. de final de oración, con usos entonacionales coincidentes con los de final de acto de habla; 2. de posición oracional media, donde la entonación tiene una modalidad de inconclusividad, de indicar que se continuará hablando, con funciones en que confluirá la marcación entonacional para el modo y modalidad verbal y para las modalidades del enunciado verbales y adjetivas.

Tabla 4a
Adjetivo y la variable estrato social, según función entonacional y realización del movimiento tonal
(p = proporciones)
 
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CONCLUSIONES

Como lo muestran las tablas 1 y 5, los actos de habla de informar, narrar y argumentar se caracterizan por tendencias de mayor uso frecuencial en cuanto a la marcación del modo indicativo, sin acentuación tonal, y el uso de adverbiales subjuntos con acentuación entonacional.

Los actos de habla representativos de informar se caracterizan por la marcación de la modalidad asertiva, con una marcación del modo indicativo que refuerza su foco en los hechos reales, especificados en su objetividad por una mayor frecuencia de adverbiales disjuntos de manera, reforzados entonacionalmente por la seguridad del hablante de que lo que dice es verdad, y el establecimiento de contrastes y relaciones referenciales entonacionales. Se agrega a su intención comunicativa de objetividad una ocurrencia más frecuente de subjuntos foco-restrictivos, que entonacionalmente realzan los contrastes y aspectos referenciales de lo dicho. Coincide en esta intención de información verdadera y específica el uso más frecuente de los adjetivos restrictivos e intensificadores que enfatizan los contrastes que se desean establecer.

Los hombres marcan más la objetividad informativa de estos actos de habla al usar con mayor frecuencia el modo indicativo factivo (tabla 1), con comentarios que afectan y especifican la verdad de lo dicho y a los actantes de la enunciación a través de una frecuencia más alta de los adverbios de manera (con entonación cadencial de seguridad) y de punto de vista (con entonación anticadencial de suspenso y contraste), afectando al verbo en su calidad y dejando implícito un comentario del hablante, a semejanza de los adjetivos valorativos, que también son más frecuentes en los hombres (tabla 5) en este contexto de actos de habla de informar. Las mujeres, en cambio, muestran más frecuencia en el uso del modo subjuntivo y condicional, de verbos modales, adverbiales enfatizadores (con entonación anticadencial de suspenso y contraste) y adjetivos intensificadores, marcando su intención informativa con su propia percepción, señalando mundos posibles y su comentario evaluativo y emocional del contenido.

Tabla 5
Actos de habla más frecuentes y la variable sexo, segun los marcadores de modo, modalidad verval, advervial y adjetiva (n = número de casos; p = proporción de ocurrencias; M = masculino; F = femenino)
 

Esta evidencia concuerda con la literatura sobre estudios de género (Aries 1996), que demuestran que las mujeres usan muchas formas de intensificadores (Key 1972; Mulac 1989), calificativos y evasivos (Brown y Levinson 1978) para atenuar la fuerza de sus aseveraciones, posición que deriva de la discrepancia de poder entre hombres y mujeres. Por esta imagen de sí mismas, las mujeres han desarrollado estrategias no confrontacionales, un estilo indirecto, facilitador y de estar de acuerdo a fin de cumplir sus necesidades, intereses y sobrevivir (Lakoff 1990; Maccoby 1990; van Dijk 1997).

A semejanza de las mujeres, el estrato medio y la generación 2 muestran mayores frecuencias de uso de modales. El estrato alto, en cambio, usa más el modo condicional, los subjuntos intensificadores y enfatizadores, los últimos con entonación cadencial de seguridad. El estrato bajo, por su parte, usa más disjuntos atenuadores y subjuntos de foco-restrictivo con estrategias interactivas de estar de acuerdo. La generación joven comparte el uso mayor de disjuntos de punto de vista con los hombres y de subjuntos enfatizadores e intensificadores y de adjetivos intensificadores con las mujeres, evidenciando su posición de bajo poder social con las mujeres y de juventud más agresiva con los hombres, en concordancia con lo postulado por los investigadores de la psicología de la comunicación (Aries 1996: 141), quienes argumentan que el lenguaje refleja la estructura social de la sociedad macro y ayuda a mantener su estructura socioeconómica mayor.

Los actos de habla de narrar se diferencian por la inclusión significativa de ocurrencias del modo subjuntivo (tabla 1). Es decir, se concentran en los hechos o experiencias secuenciales y se expresan actitudes del yo respecto del enunciado. Su elemento objetivo se correlaciona con la mayor frecuencia de ocurrencias de subjuntos restrictivos y aditivos, los que establecen relaciones entonacionales de suspenso secuencial y referencial de los hechos y de contraste enfatizador, lo que se refrenda con la mayor frecuencia de adjetivos intensificadores con igual función entonacional de modalidad de inconclusividad suspensiva y de contraste (tabla 5).

Son las mujeres (tabla 1), el estrato medio y la generación adulta quienes usan más el modo subjuntivo, los subjuntos enfatizadores (con tonos bajos de contraste por desenfatización), intensificadores (de entonación anticadencial de seguridad por contexto obvio o familiar) y foco-aditivos. El estrato medio y la generación 2 usan más el modo subjuntivo. El estrato medio, además, usa más los subjuntos intensificadores, mientras la generación 2, los modales. Es decir, estos grupos sociales comparten el uso frecuencial más alto de lo que Lakoff (1990) denomina formas de habla que expresan inseguridad e imprecisión o evasión, discurso que pasa a ser una expresión simbólica de falta de poder. Son grupos que son capaces de una comunicación directa, pero han desarrollado un estilo distinto por necesidad.

Los actos de habla de argumentar, opinar, justificar se diferencian por una actitud del hablante concentrada en los hechos ­uso del indicativo­, pero también en el yo hablante y los hechos deseables o imaginarios: mayor frecuencia del subjuntivo y condicional, así como también de los verbos modales. En concordancia con una mayor expresión emotiva, se observan frecuencias más altas de los subjuntos enfatizadores e intensificadores realzados entonacionalmente por funciones de contraste y suspenso de modalidad de inconclusividad y de seguridad, al mismo tiempo, especialmente en el estrato alto. Del mismo modo, se da mayor expresión al discurso con una frecuencia mayor de adjetivos descriptivos, de gran variabilidad funcional entonacional: seguridad, contraste, suspenso y referencia, con un predominio de tonos descendentes cadenciales y bajos.

Las mujeres y la generación 2 adulta presentan frecuencias más altas en el uso del subjuntivo, expresando su opinión desde su propio punto de vista. Los estratos medio y bajo, así como la generación 2 adulta, usan con mayor frecuencia los verbos modales. La generación 2, además, muestra frecuencias más altas en el uso de disjuntos enfatizadores y de punto de vista, así como de subjuntos de foco-restrictivo. En otras palabras, en este contexto, también se caracterizan los grupos de menor poder social por usos frecuentes mayores de formas que comunican imprecisión, deferencia y cortesía, de modo que no se les enfrente o pida cuenta de la opinión expresada (Lakoff 1990). La generación 2 adulta, como grupo de poder económico que tiene acceso al trabajo y mantiene al grupo familiar, tiene frecuencias de uso presentes en el habla masculina (subjuntos de punto de vista y foco-restrictivos), más centrada en la intención informativa que en la relación interactiva con el interlocutor (Maltz y Borker 1982; Fishman 1983).

Por otro lado, observamos que hay muchos elementos de uso común en los tres grupos, que los identifican en cuanto a su pertenencia a los actos de habla representativos: predominio de la modalidad asertiva, del modo indicativo, baja frecuencia de verbos modales, uso de adverbiales disjuntos enfatizadores, atenuadores y de punto de vista, de adjetivos valorativos y de tonos y funciones de contraste, seguridad, suspenso y referenciales, que los acompañan o tienen marcación cero, como es el caso de los atenuadores y del modo verbal.

De este modo, se ha mostrado cómo la entonación participa dentro de la marcación del modo verbal y de otras modalidades del enunciado, en el discurso de entrevista semiformal. Así, se ha demostrado que formas gramaticales específicas tienen una probabilidad de distribución distintiva en contextos dados. Además, como lo sugieren Maltz y Borker (1982), los mismos rasgos de habla toman distintos significados para los distintos grupos sociales.

En resumen, se han correlacionado rasgos lingüísticos específicos que son usados en un contexto discursivo situacional determinado, por interlocutores con roles específicos, bajo ciertas normas de uso.

NOTAS

1 El análisis estadístico se calculó en base a frecuencias (n) y proporciones (p). Ya que el total de las frecuencias era diferente, no comparable a cada frecuencia, se le aplicó un test de docimasia z, donde n1 y n2 > 5 y z = n (0.1).

Para su uso computacional en EXCEL, esta fórmula corresponde a:

(35­C5)@RCUAD(((B5x(1­B5))/DJ)+((C5x(1­C5))/E5))

2 Los valores modales del español se pueden catalogar en tres tipos de acercamiento: modo como actitud modal, modo como modalidad y modo como coherencia modal.
La actitud modal es el criterio que subyace a los modos verbales en español. Dicha actitud se establece como una posición: a. del sujeto hablante respecto al enunciado ("No me parece que hace frío" en indicativo, o "No me parece que haga frío", en subjuntivo); b. del sujeto hablante respecto al interlocutor ("Acérquese por favor", en subjuntivo, o "Acércate por favor", en imperativo). Esto es, cuando la percepción se concentra en el yo hablante se obtiene el subjuntivo, cuando se concentra en el oyente se obtiene el imperativo y cuando no se concentra en ninguno de los dos en particular, sino más bien en la verbalización del mundo que su relación ha hecho posible, surge el indicativo (López 1990: 138, 149).
El acercamiento de modo como modalidad indica la actitud del hablante hacia lo dicho: si está bajo su control o no, si es posible de realizar o no, si se acepta con alegría o pesar, si está sujeto a un compromiso del hablante o de alguna segunda o tercera persona (Balley 1965). Como sinónimo de modo, la modalidad define el status de la frase como aserción, orden o interrogación (Dubois et al. 1973). Con Austin (1962) y Searle (1969) se concreta una distribución en donde todo acto de habla o enunciado posee básicamente dos componentes: un "contenido proposicional" y una "fuerza ilocutiva". La fuerza ilocutiva radica en el propio hablante, es la "actitud del emisor del enunciado", "la relación entre el hablante y lo que dice" (Palmer 1986: 13). Según esta relación, existen cinco especies principales de actos verbales (enunciados) según su fuerza ilocutiva: asertivos (o representativos), directivos, comisivos, declarativos y expresivos.

El acercamiento de modo como coherencia modal considera el modo fundamentalmente como una consecuencia sintáctica de la rección ejercida por el verbo principal sobre el subordinado: "Dice que viene" llevaría indicativo a causa del verbo decir introductorio, "Dudo que venga" llevaría subjuntivo debido al verbo dudar del regente.

3 Los adverbiales disjuntos son sintáctica y semánticamente más independientes que los subjuntos. Los disjuntos tienen una relación superordinada, en cuanto parecieran extender su rango por sobre la oración en su totalidad. Los adverbiales disjuntos se subdividen en disjuntos de estilo y disjuntos de contenido. Los disjuntos de estilo inclinan su relación no sólo hacia el contenido de lo dicho, sino también hacia cómo se dice, dejando implícito un comentario del hablante sobre el lenguaje mismo, ya sea sobre su modalidad o manera (adverbiales disjuntos de manera: realmente, como quien dice); ya sea sobre el punto de vista con que se expresa lo dicho (adverbiales disjuntos de punto de vista: en general, digamos). Los disjuntos de contenido expresan el comentario del hablante sobre la verdad del contenido (evidentemente, sencillamente) o juicios de valor sobre el contenido del enunciado (así en la punta de los dedos, más o menos), por lo que implican una evaluación o actitud hacia lo que se dice (López 1997; Quirk et al. 1985: 631-621; Cepeda 2001).

4 Los adverbiales subjuntos expresan un rol semántico de modalidad que conlleva un efecto de refuerzo sobre la verdad de parte o del total de la cláusula que modifican. Entre ellos se incluye a los enfatizadores (por todos lados, indistintamente), los intensificadores (estrictamente, sumamente) y los subjuntos de foco, ya sea restrictivos (precisamente, en el fondo) o aditivos (incluso, por ejemplo).

5 Los adjetivos son clasificados, desde un punto de vista sintáctico, como atributivos y predicativos y, desde un punto de vista semántico, como descriptivos o inherentes ("...porque yo los partos no los considero una enfermedad, los considero un estado totalmente normal"); como valorativos o no-inherentes, (y "éramos secas para el cuete" = 'ellas sabían golpear bien'); como intensificadores (enfatizadores, amplificadores, desenfatizadores: "Yo creo que lo primero que haría, sería pegarme un feroz viaje por el mundo"); y como restrictivos ("En general, el trabajo mismo me agrada") (Ripoll 1990; Quirk et al. 1985: 428-430).

6 La acentuación entonacional corresponde a tonos de rango frecuencial bajo, medio o alto; a tonos que se mueven en forma ascendente o anticadencial (desde un tono bajo a uno medio o desde un tono medio a uno alto); o a tonos que se mueven en forma descendente o cadencial desde un tono alto o medio hacia un tono más bajo. Estos movimientos tonales contrastivos se aplican a sílabas acentuadas (acento léxico de intensidad), las que se hacen realzar con el cambio de tono (y mayor intensidad y/o duración), dándoles mayor importancia comunicativa dentro de la secuencia melódico-entonacional del enunciado. Se asocia a estos tonos acentuales una función expresivo-comunicativa y una función demarcativo-gramatical (Cepeda 1998, 1998a).
Siguiendo a grandes rasgos la teoría de secuencia de tonos (Ladd 1996), el análisis entonacional identifica un inventario de las unidades abstractas observadas en el sistema del español de la ciudad de Valdivia. En general, los resultados coinciden con lo expuesto en la literatura. El movimiento descendente cadencial se observa con frecuencias significativamente más altas en el término de la unidad oracional, las que conllevan la expresión modal de conclusividad con una función gramatical de marcación del límite oracional y una función pragmático-comunicativa de seguridad, confianza, finalidad o énfasis. El movimiento ascendente de anticadencia conlleva la expresión modal de inconclusividad, en unidades entonacionales de función gramatical de demarcación de límites intraoracionales en referencia a la secuencia precedente que se está terminando (límite de palabra, sintagma o cláusula) y en referencia a la secuencia que sigue, en el sentido que anuncia el deseo o intención de continuar con el mensaje, con una función pragmático-comunicativa de inconclusividad o familiaridad (Cepeda 1998, 1998a).

Universidad Austral de Chile
Facultad de Filosofía y Humanidades
Instituto de Lingüística y Literatura
Casilla 567, Valdivia, Chile
E-mail: gcepeda@uach.cl

OBRAS CITADAS

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