ESTUDIOS FILOLÓGICOS, N° 36, 2001, p. 153-171
DOI: 10.4067/S0071-17132001003600011

 

 

El valor de los marcadores del discurso que expresan causalidad en español*

The value of discourse markers that express causality in Spanish

 

Gracia Piñero Piñero

* Quiero hacer constar en estas páginas mi agradecimiento al Profesor Bruce Fraser, quien, durante mi estancia en la Universidad de Boston, tuvo la generosidad de orientarme en la elaboración de este trabajo con dedicación absoluta y desinteresada.


 

Estas páginas analizan los marcadores de discurso que expresan causalidad, con el fin de observar los distintos tipos de relaciones que estos elementos establecen entre los segmentos de discurso conectados y la información que proporcionan sobre las estrategias que debe utilizar el destinatario para procesar e interpretar tales relaciones. Para ello, partimos de un marco teórico amplio, como el propuesto por Fraser (1998, 1999), que pretende favorecer el desarrollo de estudios contrastivos en lenguas diferentes que faciliten la labor del traductor.


 

With the intention of observing the different types of relations that discourse markers establish between segments of discourse, this paper analyses those that express causality in Spanish. Information on the strategies that the receiver of the discourse should use in order to process and interpret such relations is also provided. A broad theoretical basis such as that proposed by Fraser (1998,1999) has been used since it favours the development of contrastive studies in different languages, which facilitates the task of the translator.


 

1. INTRODUCCION

A pesar de la proliferación que, en los últimos tiempos, han experimentado las investigaciones en torno a los marcadores del discurso, conectores u operadores discursivos1, y a pesar de que, como señala Casado (1991: 87-88), la "preocupación por este tipo de unidades lingüísticas en español, y por sus funciones en la organización discursiva, no constituye (...) algo reciente", aún no se ha logrado una definición de estos elementos refrendada unánimemente por los estudiosos.

Las numerosas discrepancias existentes entre las caracterizaciones aportadas por los diferentes autores aconsejan seleccionar un marco teórico apropiado, capaz de dar debida cuenta de los elementos que nos proponemos analizar2. En este sentido, dada la heterogeneidad de estas unidades y dado también que, frecuentemente, resulta difícil determinar el grado de lexicalización y gramaticalización en que actualmente se encuentran3, defendemos la conveniencia de partir de una definición asentada en criterios amplios y generosos, que permita abordar el estudio de ciertos elementos cuya inclusión en esta categoría ha sido, en algunas ocasiones, puesta en entredicho, con el fin de posibilitar la elaboración de estudios contrastivos en lenguas diferentes que se constituyan en herramientas útiles para los profesionales de la traducción. Nuestro estudio se integra, así, en una línea de trabajo auspiciada desde EE.UU. por Fraser (1998: 322), especialista en los marcadores de discurso de la lengua inglesa, quien ha reiterado la necesidad de ampliar el ámbito de aplicación de estas investigaciones para encontrar respuesta a cuestiones como las siguientes:

How do discourse markers compare across languages? Some preliminary data [...] suggest that there is a general correspondence between the markers, but certainly non an exact mapping. If so, to what extent are they similar, to what extent different, for example, can a discourse marker be a bound morpheme? In the acquisition of a second language, which discourse markers are learned first, an is this influenced by the native language?4

Por todo ello, aunque estamos conscientes de que existen definiciones más apropiadas cuando se trata de describir estas unidades del español sin el propósito de realizar comparaciones interlingüísticas, suscribimos la caracterización, más amplia y genérica, propuesta por Fraser (1999: 938), para quien los marcadores de discurso "impose a relationship between some aspect of the discourse segment they are a part of, call it S2, and some aspect of a prior discourse segment, call it S1. In other words, they function like a two-place relation, one argument lying in the segment they introduce, the other lying in the prior discourse"5.

En este trabajo nos proponemos analizar los marcadores de discurso que expresan tres tipos esenciales de relaciones de causalidad6, la relación causa-efecto, la relación efecto-causa y, finalmente, la relación inferencial, con el fin de observar las similitudes y las discrepancias existentes entre sus respectivos valores7, es decir, los distintos tipos de relaciones que estos elementos establecen entre los segmentos de discurso conectados y, con ello, la información que proporcionan sobre las estrategias que debe utilizar el destinatario para procesar e interpretar tales relaciones8 (véase, en este sentido, Portolés 1995: 231; Fraser 1998: 302 y 1999: 944-947). Para ello, hacemos uso de muestras textuales extraídas de la prensa española correspondiente al período comprendido entre los meses de abril y septiembre del año 1999, y solo en ocasiones excepcionales –cuando la variación diafásica o diamésica (Berruto 1993) resulta significativa y, por ello, el análisis lo ha requerido- hemos acudido a fragmentos de actuaciones orales que suelen ser frecuentes en la lengua de los hispanohablantes cultos en situaciones comunicativas de carácter informal.

2. EL VALOR DE LOS MARCADORES DEL DISCURSO QUE EXPRESAN CAUSALIDAD

Una rápida ojeada a los marcadores de causalidad permite reconocer un significado básico, común a todos ellos, que es precisamente el de indicar que existe una relación de causa-efecto entre los contenidos proposicionales de los dos miembros que unen9. Naturalmente, este núcleo semántico se concreta con una serie de precisiones –surgidas tanto de los propios marcadores como del contexto en que se insertan– que perfilan su significado y que, básicamente, permiten reconocer entre ellos la existencia de tres grupos de marcadores de causalidad, que introducen los dos tipos de relación que la lógica denomina, respectivamente, causal e inferencial.

El bloque más numeroso está constituido por los marcadores consecutivos, que expresan la relación lógica de causa-efecto siguiendo el orden cronológico, es decir, tras la indicación de la causa, formulada en el primer segmento de discurso (S1), el enunciado que contiene el marcador (S2) introduce la consecuencia, el resultado o el efecto. A este grupo de marcadores consecutivos pertenecen, entre otros, los siguientes: a la/10 en vista de esto/eso/ello, a/por causa de esto/eso/ello, así pues, así (que)11, como consecuencia, como resultado, con lo que/cual, consecuentemente, consiguientemente, dadas estas/esas/las/tales circunstancias, de ahí/aquí que, debido a esto/eso/ello, de modo/manera/suerte que, en consecuencia, entonces12, gracias a esto/eso/ello, o sea (que), por consiguiente, por culpa de esto/eso, por este/ese motivo, por esto/eso/ello, por (lo) tanto y pues13.

Un segundo grupo está constituido por los marcadores propiamente causales14, que indican causa, razón o motivo. Expresan, por consiguiente, un orden lógico contrario a los anteriores y constituyen, además, un inventario bastante más reducido puesto que, como señala Mederos (1988: 245), "así como dentro de la oración el orden causa-efecto es tan normal como el de efecto-causa, en las relaciones extraoracionales predomina el orden icónico causa-efecto". A este grupo de marcadores propiamente causales pertenecen los siguientes: al fin y al cabo/a la postre, después de todo, porque, (y) es que y pues.

Finalmente, el tercer grupo, integrado también por un número de marcadores reducido, expresa la relación lógica denominada inferencia, esto es, señalan que la secuencia en que se integra tendrá un valor de verdad siempre y cuando se cumpla lo expresado en la secuencia anterior. Halliday y Hassan (1976: 257) la formulan del siguiente modo: ‘posiblemente a; si es así, entonces b’, formulación que nosotros modificaríamos contemplando la alternancia entre la presencia y la ausencia del adverbio posiblemente así como entre la afirmación y la negación del verbo ser15, ‘(posiblemente) a; si (no) es así, entonces b’, para dar cuenta de ciertos marcadores de este grupo que, como veremos, además de poseer valor negativo, rechazan que el contenido proposicional de S1 se formule como contingencia. Algunas de las expresiones que conforman estos marcadores inferenciales son las siguientes: en este/ese/tal caso, entonces, de lo contrario, de no ser así, de otro modo, pues y pues entonces16.

Según hemos comprobado, se trata de tres tipos de marcadores que introducen información procedimental heterogénea, de tal manera que la aparición de uno de ellos suele imposibilitar la aparición de los dos tipos restantes17, como corroboran los bloques de ejemplos siguientes:

1) Ejemplos número 1: marcadores consecutivos en oposición a los propiamente causales.
a) No has hecho los deberes. Por lo tanto / *Porque *Al fin y al cabo *Y es que *Pues (causal)18 mañana tendrás que madrugar para terminarlos.
b) Van a cerrar la empresa en la que trabajo. En consecuencia / *Porque *Al fin y al cabo *Y es que *Pues (causal)19 habrá que ir pensando en buscar otro empleo.
c) ¿A qué esperas para buscar trabajo? Porque / *En consecuencia, no vas a vivir del cuento toda la vida.
d) ¿A qué hora dijo Manuel que llegaría? Porque / *En consecuencia, no vamos a estar esperándolo eternamente.

2) Ejemplos número 2: marcadores consecutivos en oposición a los inferenciales.
a) Tienes que alimentarte mejor. De otro modo, De lo contrario, De no ser así / *En consecuencia, cogerás una enfermedad importante.
b) Las restantes compañías aéreas deberían hacer lo mismo. De otro modo, De lo contrario, De no ser así / *En consecuencia, el esfuerzo de Iberia no habría servido para nada.
c) La semana que viene me despiden del trabajo. En consecuencia / *En tal caso, tendré que buscar otro empleo.
d) Mañana te renovarán el contrato. Por consiguiente, En consecuencia / *En tal caso, ya no tendrás problemas para continuar con la hipoteca.

3) Ejemplos número 3: marcadores propiamente causales en oposición a los inferenciales.
a) ¿A qué hora dijo Manuel que llegaría? Porque / *En tal caso *De lo contrario *Entonces *Pues (inferencial) no vamos a estar esperándolo eternamente.
b) No voy a ir a esa fiesta. Al fin y al cabo / *En tal caso, *De lo contrario, *Entonces (inferencial) *Pues (inferencial) no me voy a perder gran cosa.
c) Es posible que el director no pueda asistir a la reunión. En tal caso / *Porque, *Al fin y al cabo, *Y es que tú coordinarás la sesión.
d) No creo que me permitan hacer lo que me pides. En tal caso / *Porque, *Al fin y al cabo, *Y es que tendré que negarte el crédito.

Se ha de precisar, no obstante, que algunas de estas unidades están sometidas a alteraciones que obedecen fundamentalmente a motivos semánticos y pragmáticos. Así, a pesar de que, como afirma Malamud (1997: 147-148), los marcadores que indican consecuencia o efecto exigen que el segmento de discurso que les precede exprese un hecho que se da por cierto, cualquiera que sea el tiempo –pasado, presente o futuro– en el que se desarrolle, no son escasos los contextos en que los marcadores consecutivos de mayor extensión significativa –no así gracias a esto y por culpa de esto, que, como seguidamente constataremos, poseen un significado más preciso– van precedidos de secuencias que formulan hechos posibles. En estos contextos, el hablante, por considerar que tal acción es, más que una posibilidad, un hecho al que atribuye existencia real, recurre a un marcador consecutivo cuando lo lógico y riguroso sería el empleo de un marcador inferencial, que, según hemos manifestado, indica que, de cumplirse lo formulado en S1, se haría efectiva la consecuencia expresada en S2. Pensemos en los siguientes enunciados:

a) Es posible que cierren la empresa en la que trabajo. En tal caso, necesitaré otro empleo.
b) Es posible que cierren la empresa en la que trabajo. En consecuencia, necesito otro empleo.

Aunque parece conveniente que en a) aparezca el marcador en tal caso, dado que S1 plantea una posibilidad de la que, en caso de realizarse efectivamente, se derivaría la consecuencia indicada en S2, razones semánticas y pragmáticas pueden conducir al hablante a alterar este uso sustituyendo el marcador inferencial (en tal caso) por otro de valor consecutivo (en consecuencia), como sucede en b)20.

De igual modo, estas mismas razones pueden producir el fenómeno contrario, de manera que los marcadores inferenciales de valor positivo, en tal/ese caso, entonces, pues y pues entonces –no así de lo contrario, de no ser así y de otro modo, que poseen valor negativo- aparezcan tras la formulación de un hecho al que se atribuye realidad efectiva y no, como en rigor correspondería, tras la expresión de una acción posible:

a) La semana que viene me despiden del trabajo. En consecuencia, tendré que buscar otro empleo.
b) La semana que viene me despiden del trabajo. En tal caso, tendré que buscar otro empleo.

En los epígrafes siguientes procederemos al análisis exhaustivo del valor de cada uno de estos grupos y de sus respectivos miembros.

2.1. El valor de los marcadores consecutivos. Aunque, como hemos señalado, los marcadores consecutivos tienen en común el introducir una consecuencia o resultado que se deriva de lo indicado en la porción de discurso que le precede, un análisis detenido permite detectar diferencias relacionadas con el grado de precisión significativa de estos conectores.

Así, un grupo mayoritario se distingue de los restantes por disponer de una mayor extensión significativa, lo que determina que, por compartir un significado similar, suelan intercambiarse sin dificultad. Se trata de un inventario constituido por las siguientes unidades21: a la/en vista de esto/eso/ello, a/por causa de esto/eso/ello, así pues, así pues, así (que), como consecuencia, como resultado, con lo cual, con lo que, consecuentemente, consiguientemente, dadas estas/esas/las/tales circunstancias, de aquí que, debido a esto/eso/ello, de modo que, en consecuencia, entonces (consecutivo), o sea (que), por consiguiente, por este/ese motivo/razón22, por esto/eso/ello, por lo tanto23 y pues (consecutivo). No obstante, pueden existir preferencias derivadas de la variación diamésica y diafásica del lenguaje de modo que los distintos registros textuales así como los diferentes grados de formalidad de los textos pueden ocasionar que algunos de estos conectores no sean alternables. A continuación, desarrollaremos las particularidades que presentan estos elementos.

En el caso de así24, así pues y así que nos hallamos ante variantes que coinciden en su significado computacional, si bien el grado de participación de la conciencia lingüística del hablante o la naturaleza oral o escrita del discurso puede determinar que alguna de ellas sea rechazada en determinados contextos, dado que, como ha sido reiteradamente señalado (Mederos 1988: 243 y Malamud 1997: 157-158), así es más propio de la lengua escrita que de la hablada. En nuestra opinión, podríamos establecer una escala de mayor a menor grado de formalidad, según la cual así y así pues serían los conectores más propios de los textos escritos y de estilo formal25 y, en el extremo opuesto, se situaría así que, la variante más característica del discurso oral y espontáneo. Observemos en el siguiente enunciado, extraído de una noticia periodística, lo inadecuada que resulta la sustitución de así o así pues por la variante más informal y conversacional así que: "Y por otro, los aliados acordaron ayer la instalación en Albania de un cuartel general para la entrega de ayuda humanitaria, que contará con helicópteros para enviar alimentos y medicinas a poblaciones como Kukes, en las que se amontonan los refugiados; así que la OTAN aborda por vez primera la utilización de fuerzas de tierra en esta crisis".

En relación con o sea que26 y o sea, hemos de señalar que los investigadores han manifestado sus dudas acerca de la consideración de estos elementos como variantes alternantes para la expresión de la conexión consecutiva, puesto que el primero de ellos ha sido unánimemente reconocido como portador de tal valor27 (véase Carnicer 1969: 15 o Casado 1991: 108), mientras que el segundo ha sido generalmente considerado como un conector aditivo de naturaleza expositiva o explicativa, que introduce una aclaración de lo dicho anteriormente28.

No podemos afirmar, por otra parte, que la aparición de o sea u o sea que obedezca a diferencias determinadas por el grado de formalidad de la situación comunicativa o por la naturaleza oral o escrita del discurso porque tanto uno como otro29 han sido comúnmente atribuidos a la lengua oral e informal, cualquiera que sea el tipo de conexión que incorporen al discurso.

Nosotros no estimamos oportuno contemplar estas unidades como variantes que indican consecuencia porque así como en todos los contextos provistos de este valor cabe o sea que, no se puede decir lo mismo sobre o sea30. De los siguientes enunciados se desprende que la conexión consecutiva parece aconsejar, si no exigir, la conjunción que:

a) Pedro está muy enfermo y necesita cuidados especiales; o sea que sus padres se trasladarán a un lugar próximo al hospital para que pueda recibir cuidados médicos diarios.
a’) Pedro está muy enfermo y necesita cuidados especiales; o sea, sus padres se trasladarán a un lugar próximo al hospital para que pueda recibir cuidados médicos diarios.
b) Hubo varios testigos de la agresión; o sea que el acusado no tiene escapatoria posible.
b’) Hubo varios testigos de la agresión; o sea, el acusado no tiene escapatoria posible.

Se trata, no obstante, de una afirmación que no debe ser entendida en términos excluyentes, puesto que no es extraño encontrar contextos indeterminados que permiten interpretar simultáneamente ambos tipos de conexión, aditiva y consecutiva. Esta circunstancia puede explicarse si consideramos que existe cierta proximidad significativa entre los dos valores procedimentales que confluyen en o sea (que), puesto que la aclaración de lo dicho anteriormente puede estar, con frecuencia, muy próxima a la indicación de una consecuencia31. En el enunciado siguiente no parece descabellado considerar que el conector o sea (que) introduce ambos tipos de conexión, esto es, aditiva-expositiva y consecutiva:

Y por otro, los aliados acordaron ayer la instalación en Albania de un cuartel general para la entrega de ayuda humanitaria, que contará con helicópteros para enviar alimentos y medicinas a poblaciones como Kukes, en las que se amontonan los refugiados. O sea / O sea que la OTAN aborda por vez primera la utilización de fuerzas de tierra en esta crisis.

Entre los marcadores consecutivos a los que hemos atribuido mayor extensión significativa se incluyen, según hemos manifestado, entonces y pues32. Por lo que se refiere al valor consecutivo de entonces, hemos de señalar que no siempre ha sido tenido en cuenta por los estudiosos, frente al reconocimiento de que ha sido objeto, comúnmente, su valor inferencial33. No obstante, algunos autores (Malamud 1997: 148 y 243), aunque no explicitan este valor, sí parecen insinuarlo cuando, al ocuparse de entonces como marcador inferencial, afirman su particularidad de poder intercambiarse con otros marcadores de valor consecutivo. Por otra parte, además, estos estudios (Malamud 1997: 148) señalan que el comportamiento de entonces como marcador inferencial discrepa de los restantes miembros de su grupo en el hecho de que no exige ir precedido de secuencias de valor hipotético, lo que, en nuestra opinión, confirma el significado consecutivo de entonces que defendemos –cuya presencia se constata tanto en la lengua oral e informal como en la escrita y formal– y que ilustra la siguiente secuencia, extraída nuevamente de la prensa madrileña:

En Suiza, donde el programa se puso en marcha en 1992 después de un referéndum, los investigadores no pretendían demostrar la eficacia de la heroína frente a otros tratamientos sustitutivos –no dirigidos a la rehabilitación– como la metadona. Es decir, los investigadores se limitaban a suministrar heroína a sus pacientes, proporcionarles asistencia psicológica y social, y a observar su evolución. El estudio suizo no puede demostrar, entonces, que sea la heroína el origen de la mejora de las condiciones de la salud e integración social de los casi 1000 pacientes que han pasado por sus 18 centros.

Con respecto al pues consecutivo, hemos de precisar que, a pesar de la afirmación de Mederos (1988: 243) en el sentido de que, frente a los restantes tipos de pues, es siempre tónico y exige la posición media, en nuestra opinión, tales características solo concurren en la lengua escrita y formal –donde, además, posee autonomía melódica, como refleja el hecho de que se aísle por medio de pausas en la escritura–, en secuencias como Las bombas destruyeron los edificios de viviendas; los supervivientes, pues, no podrán regresar a sus hogares. Pues, en efecto, existe también un pues consecutivo, especialmente frecuente en la lengua oral e informal de determinadas sintopías, que, aunque tónico, parece situarse también en posición final, en enunciados como Hubo varios testigos de la agresión. El acusado no tiene escapatoria posible, pues.

Finalmente, a pesar de que el significado consecutivo de pues es equivalente al de así, hemos de precisar que, como afirma Mederos (1988: 243), estos dos conectores no siempre son alternables dado que, según hemos afirmado, así es más propio de la lengua escrita que de la hablada.

Junto a estos marcadores que disponen de una mayor extensión significativa, hemos de atender seguidamente a otros dos conectores, también consecutivos, gracias a eso y por culpa de eso, que, frente a los anteriores, cuentan con un valor más preciso, con una mayor comprensión significativa, puesto que al significado de consecuencia o efecto, común a todos los conectores de este grupo, añaden la valoración que el hablante hace del contenido proposicional del segmento de discurso que les precede, una valoración que será positiva en el caso de gracias a esto y negativa en el caso de por culpa de esto:

a) Hubo varios testigos de la agresión. Gracias a eso, el acusado no tiene escapatoria posible.
b) La nueva legislación impide construir en mi terreno. Por culpa de eso, su precio de venta experimentará una reducción considerable.

Naturalmente, la selección de uno u otro marcador no siempre viene determinada por el contenido objetivo del mensaje sino que, en ocasiones, ambos elementos pueden figurar en un mismo segmento de discurso, según sea positiva o negativa la evaluación que realice el hablante. Así, en el primero de los ejemplos anteriores, si adoptamos el punto de vista del acusado, parece lógico pensar en la elección del marcador por culpa de eso (Hubo varios testigos de la agresión. Por culpa de eso, no tengo escapatoria posible). De igual modo, en el segundo, si adoptamos el punto de vista del que pretende comprar el terreno, sería esperable la elección del marcador gracias a eso (La nueva legislación impide construir en ese terreno. Gracias a eso, su precio de venta experimentará una reducción considerable).

La información procedimental que añaden estos dos conectores al valor común de consecuencia o efecto determina que no siempre les sea posible desplazar a aquellos otros marcadores consecutivos de mayor extensión significativa, especialmente cuando se trata de situaciones comunicativas formales, que suelen estar marcadas por el predominio de la objetividad, como sucede en los textos periodísticos. Así, en la siguiente secuencia figura un marcador con significado general de consecuencia que no parece que pueda ser sustituido por ninguno de los que añaden valoraciones por parte del hablante34:

a) El salario mínimo ha quedado reducido a una cantidad irrisoria. Debido a esto, los empresarios y la administración han acordado elevarlo.
b) El salario mínimo ha quedado reducido a una cantidad irrisoria. *Gracias a esto, los empresarios y la administración han acordado elevarlo.
c) El salario mínimo ha quedado reducido a una cantidad irrisoria. *Por culpa de esto, los empresarios y la administración han acordado elevarlo.

El enunciado b) resulta incongruente, puesto que la valoración negativa que realiza el hablante de la circunstancia expresada en S1 –como se desprende de la selección léxica efectuada (irrisoria)– entra en contradicción, en el terreno de la lógica, con la valoración positiva que posteriormente hace de esa misma circunstancia mediante la introducción, en S2, del marcador gracias a eso. De igual modo, en el enunciado c) resulta incompatible la evaluación negativa que se hace del hecho de que el salario mínimo haya quedado reducido a una cantidad irrisoria, según se desprende, como ya hemos indicado, del adjetivo irrisoria, con la evaluación negativa que se hace del hecho de elevarlo: si el hablante considera que el salario es muy reducido no puede considerar, a su vez, que sea negativo elevarlo.

Si, por el contrario, se trata de una secuencia emitida en una situación comunicativa de carácter informal, en la que la subjetividad del hablante suele tener una presencia intensa, sí serían aceptables los enunciados b) y c) anteriores, como se constata en los ejemplos siguientes:

a’) El salario mínimo ha quedado reducido a una cantidad irrisoria. Gracias a esto, los empresarios y la administración han acordado elevarlo, y a mí eso me viene de perlas.
b’) El salario mínimo ha quedado reducido a una cantidad irrisoria. Por culpa de esto, los empresarios y la administración han acordado elevarlo, y a mí eso me hace polvo.

2.2. El valor de los marcadores propiamente causales. El grupo de marcadores propiamente causales constituye un inventario considerablemente más reducido que el anterior y puede dividirse, también, en dos bloques: el de los que disponen de una mayor extensión significativa (y es que, pues y porque) y el de los que cuentan con mayor comprensión significativa en tanto que precisan el valor general de causa que aportan los primeros con una información procedimental añadida, que posteriormente especificaremos (al fin y al cabo / a la postre35 y después de todo). Tal diferencia se confirma si tenemos en cuenta que los marcadores pertenecientes al mismo bloque no podrán concurrir en un mismo contexto, mientras que sí podrán hacerlo los de uno y otro bloque, como corroboran los ejemplos siguientes:

a) ¿Piensas hacerles el favor que te piden? Porque *y es que *pues ellos siempre han sido muy generosos contigo.
b) ¿Piensas hacerles el favor que te piden? Al fin y al cabo *después de todo ellos siempre han sido muy generosos contigo.
c) ¿Piensas hacerles el favor que te piden? Porque, al fin y al cabo, ellos siempre han sido muy generosos contigo.
d) ¿Piensas hacerles el favor que te piden? Porque, después de todo, ellos siempre han sido muy generosos contigo.


En otros téminos, si los miembros de uno y otro bloque dispusieran de idéntico valor, su combinación en un mismo contexto ocasionaría enunciados redundantes, circunstancia que, según se desprende de los enunciados c) y d) anteriores, no se produce36.

A propósito del marcador porque37, podríamos definir su valor como ‘esta es la razón de que haga la pregunta, la afirmación, la negación o la exclamación’38 que contiene la secuencia anterior; es decir, mediante este marcador, el hablante no proporciona la respuesta a una pregunta que se le ha formulado, que sería una de las funciones características de porque como conjunción, sino la razón por la cual él mismo la formula, como muestra la secuencia siguiente:

a) ¿Vas a llevar el coche a la Facultad? Porque me han dicho que los trabajadores del metro están en huelga.

Por su parte, pues es un marcador cuyo contenido semántico equivale al de porque, si bien presenta ciertas restricciones contextuales que determinan que, en función de marcador propiamente causal, esté ausente –excepto en usos dialectales (véase Beinhauer 1968: 338 y Mederos 1988: 245)– de la lengua oral e informal, que selecciona porque. Esta es precisamente la razón de que el pues propiamente causal pueda figurar en el primero de los ejemplos recogidos a continuación, extraído de la prensa madrileña, y sea rechazado en los dos siguientes, característicos de una conversación oral e informal39:

a) La OTAN, de hecho, afronta hoy una encrucijada decisiva: debe resolver, en ese brevísimo plazo, si se limita a atender a los desplazados, como ya ha empezado a hacer en Albania, o si de veras quiere impedir que se consume el mayor crimen contra la Humanidad cometido en suelo europeo desde Hitler. Pues no dejaría de ser una paradoja que mientras se fusila a los varones, y mujeres y niños son deportados en viejos trenes parecidos a los que conducían a Auschwitz, la OTAN se limitara a organizar la acogida de esos desgraciados.
b) ¿Vas a ir mañana a clase? *Pues dicen que los trabajadores del metro estarán en huelga.
c) ¡Déjame en paz de una vez! *Pues ya me estoy cansando de tus mentiras.

Cierra este primer bloque el marcador (y) es que, que parece disponer de un doble uso. Según el primero de ellos, que suele surgir cuando el conector une dos miembros enunciativos, se limita a añadir la causa de lo expresado en la secuencia anterior, circunstancia que le permite alternar sin dificultad con los restantes marcadores propiamente causales:

a) La paz está aún muy lejos. Y es que / Porque / Pues / Al fin y al cabo / Después de todo los constantes atentados no hacen más que enturbiar el proceso.
b) La OTAN, de hecho, afronta hoy una encrucijada decisiva: debe resolver, en ese brevísimo plazo, si se limita a atender a los desplazados, como ya ha empezado a hacer en Albania, o si de veras quiere impedir que se consume el mayor crimen contra la Humanidad cometido en suelo europeo desde Hitler. Porque / Pues / Al fin y al cabo / Después de todo, no dejaría de ser una paradoja que mientras se fusila a los varones, y mujeres y niños son deportados en viejos trenes parecidos a los que conducían a Auschwitz, la OTAN se limitara a organizar la acogida de esos desgraciados.

De acuerdo con el segundo de estos usos, el marcador (y) es que no solo proporciona la causa del contenido proposicional de la secuencia anterior sino que, además, de acuerdo con Mederos (1988: 246), "sugiere algún tipo de razón dada en apoyo de una aserción o bien como excusa" y, por ello, no puede ser desplazado por los restantes conectores propiamente causales, excepto, a veces, por porque, mucho más propio de la comunicación informal, frente a (y) es que, especialmente frecuente en la de carácter formal:

a) Antonio ha llamado para decir que está enfermo. Y es que / *Porque, *Pues (causal), *Al fin y al cabo, *Después de todo, desde que tuvo aquel problema, no se ha repuesto del todo.
b) ¿Vas a ir mañana a clase? Porque, Y es que / *pues, *al fin y al cabo, *después de todo, dicen que el metro estará en huelga.
c) ¡Déjame en paz de una vez! Porque, Y es que / *pues, *al fin y al cabo, *después de todo, ya me estoy cansando de tus mentiras.

Por su parte, y como ya hemos advertido, los restantes marcadores propiamente causales, al fin y al cabo40 y después de todo, añaden, al significado común de causa, información procedimental que, en nuestra opinión, es la siguiente.

En primer lugar, poseen la capacidad de relativizar la causa que introducen considerándola como una más entre otras posibles causas del contenido proposicional de la secuencia anterior, de modo que la razón o causa introducida por estos marcadores no parece ser la única, o al menos se formula como una más, frente a porque, que, sin embargo, indica que la secuencia que le sigue es la causa de lo indicado en la precedente:

a) Esta noche me quedaré a dormir aquí. Al fin y al cabo / Después de todo, no voy a llegar a tiempo para coger el autobús.
b) Te irás de esta casa en cuanto nos concedan el divorcio. Al fin y al cabo / Después de todo, fui yo la que la compré.

En segundo lugar, esta capacidad de relativizar la causa repercute, a su vez, en una disminución de la rotundidad con la que el hablante la plantea, ya que, en caso de ir introducida por porque, la causa sería el principal desencadenante de lo formulado en la secuencia precedente. A esta menor rotundidad característica de al fin y al cabo y después de todo parece contribuir la existencia de una menor cohesión sintáctica entre las secuencias que unen, ya que, en los ejemplos anteriores, en los que cada una de las oraciones se separa de la siguiente por medio de signos como punto o punto y coma, si desplazamos estos dos marcadores por porque, surge el funcionamiento de este elemento como conjunción y no como marcador, lo que supone una mayor cohesión sintáctica entre las cláusulas de la oración compuesta.

En el siguiente enunciado, extraído de la prensa madrileña, puede constatarse la equivalencia significativa existente entre el marcador al fin y al cabo y el marcador después de todo, exceptuando la diferencia que pueda derivarse de la consideración de uno u otro como portador de un mayor grado de coloquialidad; por otra parte, además, ambos pueden concurrir simultáneamente en este mismo contexto junto con porque, combinación que, frente al empleo exclusivo de este último marcador, relativizaría el valor de la causa y, con ello, restaría rotundidad al enunciado:

a) Pero si en su horizonte no hay más objetivo que su reelección, puede dejar detrás de sí un centro derecha en situación de derribo, además de comprometer seriamente sus propias posibilidades personales para el 2002. Al fin y al cabo / Después de todo, esto fue lo que hizo Mitterrand con el socialismo francés, a consecuencia, en su caso, de un exceso de liderazgo y personalismo.
b) Pero si en su horizonte no hay más objetivo que su reelección puede dejar detrás de sí un centro derecha en situación de derribo, además de comprometer seriamente sus propias posibilidades personales para el 2002. Porque, al fin y al cabo / después de todo, esto fue lo que hizo Mitterrand con el socialismo francés, a consecuencia, en su caso, de un exceso de liderazgo y personalismo.
c) Pero si en su horizonte no hay más objetivo que su reelección puede dejar detrás de sí un centro derecha en situación de derribo, además de comprometer seriamente sus propias posibilidades personales para el 2002. Porque esto fue lo que hizo Mitterrand con el socialismo francés, a consecuencia, en su caso, de un exceso de liderazgo y personalismo.

2.3. El valor de los marcadores inferenciales. El último grupo de marcadores de causalidad, que indican lo que podemos denominar consecuencia condicionada41, dispone de una nómina reducida, en la que se incluyen los siguientes: en este/ese/tal caso42, entonces, pues, pues entonces43, de lo contrario, de no ser así, y de otro modo44.

Atendiendo al contenido semántico de estas unidades, es posible distinguir también dos grupos: el primero de ellos, en el que se incluye en este/ese/tal caso, entonces, pues y pues entonces, está constituido por marcadores de valor afirmativo que indican una consecuencia que se hará efectiva solo si se cumple la posibilidad formulada en el segmento de discurso precedente; por consiguiente, introducen una relación lógica que podríamos formular del siguiente modo: ‘Es posible que A; si es así, entonces B’:

a) Es posible que vengan a visitarnos. En tal caso / Entonces / Pues / Pues entonces, iremos a recogerlos al aeropuerto.

Por el contrario, los marcadores inferenciales restantes, es decir, de lo contrario, de no ser así y de otro modo, son de valor negativo –Mederos (1988: 247) los denomina marcadores inferenciales "de polaridad invertida"– porque, frente a los anteriores, formulan negativamente la relación lógica de condición que introducen y que podría definirse así: ‘A; si no es así, entonces B’45.

A esta diferencia se ha de añadir otra, relacionada con el significado de las secuencias que han de precederles: así como los inferenciales afirmativos deben ir precedidos por la formulación de una posibilidad, los negativos, por el contrario, se hacen preceder de la indicación de un hecho –que no se expresa como una contingencia– que debe hacerse efectivo para que tenga lugar la consecuencia formulada en la secuencia siguiente. Estos enunciados corroboran tales afirmaciones46:

a) Albania pretende cerrar sus fronteras a los refugiados. En tal caso, habrá que solicitar ayuda a los países aliados.
b) Albania ha cerrado sus fronteras a los refugiados. *En tal caso, habrá que solicitar ayuda a los países aliados.
c) Debes trabajar menos y divertirte más. De lo contrario, te pondrás enfermo.
d) Es posible que debas trabajar menos y divertirte más. *De lo contrario, te pondrás enfermo.
e) Visitaremos Disneylandia estas vacaciones. De lo contrario, mis hijos me echarán de casa.
f) Es posible que visitemos Disneylandia estas vacaciones. *De lo contrario, mis hijos me echarán de casa.

Evidentemente, tal circunstancia no se da cuando la formulación de la posibilidad se realiza en el segmento de discurso que introduce el marcador, como se desprende del enunciado siguiente:

a) Debes trabajar menos y divertirte más. De lo contrario, te puedes poner enfermo.

3. RECAPITULACION

Partiendo de la clasificación comúnmente aceptada, hemos constatado que los tres tipos de marcadores que expresan la causalidad en español, aunque comparten un significado básico común, que es el de indicar una relación de causa-efecto entre los segmentos de discurso conectados, introducen información procedimental heterogénea, de modo tal que la aparición de uno de estos tipos suele impedir la aparición de los otros dos tipos restantes.

Hemos comprobado, también, que las condiciones de uso de algunos de estos marcadores pueden verse alteradas por motivos semánticos y pragmáticos: así, los marcadores consecutivos de mayor extensión significativa (no es el caso de gracias a esto y por culpa de esto, que, según hemos señalado, incorporan un significado más preciso) no solo aparecen precedidos de secuencias que expresan un hecho al que se atribuye existencia real y efectiva, como en rigor les correspondería, sino también de secuencias que formulan hechos posibles; de igual modo, los marcadores inferenciales de valor afirmativo (no así los de valor negativo, como de lo contrario, de no ser así y de otro modo) no solo surgen tras la indicación de hechos posibles, como sería de esperar, sino también tras la indicación de un hecho real y efectivo.

De igual modo, el análisis del significado de estos elementos nos ha permitido reconocer dos grupos de marcadores en cada uno de los tipos de conexión. Así, entre los marcadores consecutivos, que constituyen el inventario más amplio, se distingue un bloque mayoritario caracterizado por su mayor extensión significativa, frente a un bloque minoritario, que, al valor de consecuencia común a todas las unidades de este grupo, añade la evaluación que hace el emisor –positiva o negativa– del contenido proposicional del segmento de discurso precedente.

Por su parte, los marcadores propiamente causales, que constituyen un grupo considerablemente más reducido que los anteriores, se distribuyen, al igual que los consecutivos, en dos grupos, determinados por el grado de precisión significativa que incorporan: así, frente a los que señalan un valor general de causa, los hay que, a este valor, añaden la capacidad de relativizar la causa que introducen así como de disminuir la rotundidad con la que el hablante la plantea.

Por último, también los marcadores de valor inferencial se descomponen en dos grupos, determinados, no por el grado de precisión significativa, como en los casos anteriores, sino por el valor positivo o negativo que incorporan a la relación lógica que establecen. Tal diferencia se completa con otra discrepancia relacionada con las condiciones de uso, puesto que los marcadores inferenciales afirmativos deben ir precedidos de la formulación de una posibilidad mientras que los negativos han de ir precedidos de la expresión de un hecho al que se atribuye existencia real.

Finalmente, se ha de advertir que los significados esbozados en estas páginas han de ser completados con el estudio de ciertos aspectos relacionados con el comportamiento sintagmático de estas unidades, tales como su distribución sintáctica, su estatuto entonacional –estrechamente relacionado con los signos de puntuación que han de acompañarlas–, así como la modalidad de las secuencias que son capaces de poner en relación. Solo de este modo podremos lograr una descripción exhaustiva y completa que recoja todos los usos discursivos de los que estos marcadores son capaces.

NOTAS

1 Esta circunstancia ha llevado a Bonilla a afirmar que estos elementos constituyen el "tema discursivo de moda en estos últimos años de fin de siglo" (Estudio preliminar de Introducción a la lingüística del texto, por Beaugrande y Dressler 1997: 17).

2 En nuestra opinión, uno de los tratamientos más acertados y rigurosos es el de Martín (1998), quien establece una exhaustiva caracterización gramatical de los distintos marcadores del discurso.

3 Como es bien sabido, el que algunas de estas unidades, tales como por esto/eso/ello, por este/ese motivo, por esta razón, por esta/esa causa o a causa de esto/eso/ello, conserven su flexión o puedan recibir complementos o especificadores, han sido argumentos frecuentemente esgrimidos por unos u otros autores para descalificarlas como conectores. De igual modo, expresiones como a/por causa de esto/eso/ello, debido a ello, gracias a esto/eso por culpa de esto/eso o por este/ese motivo han sido desestimadas como marcadores por desempeñar funciones intraoracionales (véase Fuentes 1987; Casado 1991; Portolés 1993 y 1995; y Martín 1998).

4 Por lo que se refiere a estudios contrastivos sobre marcadores en inglés y español, contamos con la aportación de Malamud (1977), centrada en los relacionantes de oposición o contraargumentativos.

5 El autor (Fraser 1999: 938-942) precisa esta definición mediante diversas puntualizaciones, entre las que se contempla la posibilidad de que el marcador no aparezca en posición inicial sino media o final.

6 La diversidad de valores procedimentales que estas unidades pueden incorporar al discurso ha determinado el establecimiento de distintas clasificaciones para acometer su análisis. Véanse, al respecto, las propuestas de Mederos (1988: 216); Beaugrande y Dressler (1997: 122); Portolés (1993: 150-151); Fuentes (1987: 75 y 1996: 22); Casado (1997 y 1998); Briz (1993: 52) y Briz e Hidalgo (1998). Por otra parte, los marcadores que constituyen nuestro objeto de estudio se corresponden con los que Mederos (1988: 216) y Fuentes (1987: 75 y 1996: 22) denominan causales y que, según Beaugrande y Dressler (1997: 122), expresan la subordinación; de igual modo, coinciden, básicamente, con los conectores justificativos y consecutivos propuestos por Portolés (1993: 150-151), si bien algunos de los que incorporan un valor inferencial, como de otro modo, incursionan, tal y como comprobaremos, en el bloque de conectores contraargumentativos. Quedan, por tanto, fuera de los límites de este trabajo otras manifestaciones lógicas de la causalidad, tales como la estructura final (véase Fuentes 1987: 140).

7 Los elementos de los que aquí nos ocupamos no constituyen, de ninguna manera, un inventario cerrado que pretenda incluir todos y cada uno de los marcadores que expresan la causalidad en español; se trata, por tanto, de una nómina abierta, en la que tienen cabida otros marcadores que poseen también este valor y de los que no podemos ocuparnos en estas páginas porque ello requeriría un espacio del que no disponemos.

8 Hemos de advertir que los valores significativos que aquí analizamos deben ser completados con determinados matices que se obtienen del análisis del comportamiento sintagmático de estas unidades. En este sentido, diversos autores (Fraser 1998 y Fuentes 1987, entre otros) han considerado factores como la distribución sintáctica, la modalidad de las secuencias de discurso que son capaces de conectar, su posible autonomía tonal y, con ello, los signos de puntuación que han de acompañarlas, para determinar el valor de los marcadores de discurso.

9 Como señalan Beaugrande y Dressler (1997: 37), con una definición de mayor amplitud semántica, abarcadora de nociones como causa, posibilidad, razón o propósito, las "relaciones de causalidad regulan la manera en que una situación o un acontecimiento influye en las condiciones que han de darse para que ocurra otro acontecimiento".

10 La barra indica que puede existir alternancia entre los elementos que separa.

11 Los paréntesis señalan que el segmento de discurso que encierran no siempre figura en la estructura de superficie.

12 En el caso de entonces estamos ante un marcador que, según constataremos, puede significar consecuencia e inferencia, razón por la cual figura en ambos grupos de marcadores.

13 Al igual que entonces, pues es un marcador capaz de introducir relaciones consecutivas, propiamente causales e inferenciales, lo que justifica su inclusión en los tres tipos de marcadores de causalidad que hemos distinguido. Por otra parte, Fuentes (1987: 69-71) recoge el origen etimológico de estos valores conectivos de pues.

14 A lo largo de estas páginas haremos uso de las expresiones marcadores causales o propiamente causales para referirnos concretamente a los que señalan el orden lógico causa-efecto, mientras que para referirnos a la designación genérica de estos marcadores, esto es, a todos los que expresan los tres tipos de relaciones que constituyen nuestro objeto de estudio (causa-efecto, efecto-causa e inferencia), emplearemos la expresión marcadores de causalidad.

15 Esta alternancia queda representada gráficamente en su formulación lógica por medio de paréntesis.

16 Como se desprende de la nómina atribuida a cada uno de estos tipos, la mayoría de los marcadores de causalidad se caracteriza por incorporar tan solo una de las tres relaciones lógicas distinguidas y, consecuentemente, por pertenecer exclusivamente a uno de los tres grupos contemplados; no obstante, existen dos conectores (pues y entonces) que, en este sentido, manifiestan un comportamiento excepcional puesto que son capaces de incorporar relaciones lógicas heterogéneas, cada una de las cuales, naturalmente, dispone de una serie de especificidades relacionadas con el contenido proposicional del contexto en que se inserta, con el grado de autonomía entonacional y, finalmente, con la posición que ocupa dentro de la secuencia. Por otra parte, es evidente que tanto pues como entonces son capaces de incorporar otros valores que nada tienen que ver con la expresión de la causalidad. Así, por ejemplo, Mederos (1988: 243) y Fuentes (1996: 56) los califican también de ordenadores discursivos de carácter continuativo, que contribuyen al mantenimiento del discurso, y Mariner (1981: 290) se refiere también a un pues adversativo, introductor de una relación de contraposición.

17 Naturalmente, se ha de tener presente que, en algunos contextos, la formulación de un mismo hecho en S1 puede ser interpretado como causa o como consecuencia de lo expresado en S2; por consiguiente, en tales casos se ha de seleccionar uno u otro marcador según sea el tipo de relación que el hablante quiera indicar entre ambos segmentos. Pensemos en los enunciados siguientes: a) Hubo varios testigos de la agresión. En consecuencia / Porque el acusado no tiene escapatoria posible. b) No había nadie en la casa. En consecuencia / Porque las luces estaban apagadas.

18 Sí es posible, por supuesto, con el consiguiente cambio de significado, el pues consecutivo, ya sea en discursos monológicos o dialógicos, como sucede, respectivamente, en los enunciados siguientes: a) ¿Que no has terminado los deberes? Pues tendrás que madrugar para terminarlos.
b) A: No he terminado los deberes.
b) B: Pues tendrás que madrugar para terminarlos.

19 Sí es posible, naturalmente, y de nuevo con la consecuente diferencia de significado, el pues consecutivo, que con frecuencia introduce el parlamento de un interlocutor en el discurso oral y espontáneo.

20 En tales casos, naturalmente, la aparición del marcador consecutivo aconseja eliminar de S2 el valor de posibilidad que puede estar recogido –aunque no necesariamente– mediante fórmulas condicionales o equivalentes en las secuencias en que se integran los marcadores inferenciales.

21 Malamud (1997: 160-164) establece una distinción entre estos marcadores según incorporen una deixis anafórica o catafórica. Los primeros (a causa de eso, debido a eso, en vista de eso, gracias a eso, por culpa de eso, por ese motivo y por eso) señalan hacia atrás, es decir, enfatizan la causa y no la consecuencia, razón por la cual disponen de un deíctico anafórico que, por otra parte, justifica la acusada preferencia de estos marcadores por la posición inicial, que facilita al receptor la tarea de identificar el referente. Por el contrario, los segundos (como consecuencia, como resultado, dadas las circunstancias, en consecuencia, por consiguiente, por ende y por lo tanto) señalan hacia adelante, subrayando así la consecuencia, lo que explica que algunos de ellos contengan elementos léxicos cuyo significado es el de resultado; tienen, además, más movilidad que los anteriores, por lo que frecuentemente se sitúan en posición no inicial y, a diferencia de ellos, nunca pueden ir seguidos de que.
Se trata, en nuestra opinión, de una distinción que no va acompañada de una distribución conveniente de los marcadores y ello por las siguientes razones: en primer lugar, porque algunos de los incluidos en el segundo grupo –el caso de como consecuencia y como resultado–, aunque contienen elementos léxicos cuyo significado es el de ‘consecuencia’, llevan implícito en la estructura profunda un sintagma preposicional cuyo término sería también un elemento deíctico anafórico (de esto, de eso, de ello) que señala hacia atrás y, por consiguiente, encajarían en el primer grupo; en segundo lugar, porque otros miembros de este mismo grupo, como dadas las circunstancias (que no siempre se acompaña de un deíctico en forma de artículo sino a veces también de un adjetivo demostrativo –dadas estas circunstancias–) y por lo tanto –no así por tanto–, se acompañan de elementos –adjetivos o pronominales– que, como los del primer grupo, introducen una deixis anafórica.
Por último, y en cuanto a la posibilidad que apunta la investigadora argentina (1997: 161) de que los marcadores que incorporan una deixis anafórica se acompañen de la conjunción que en secuencias como Gracias a eso que, sería oportuno tener en cuenta que tal uso, además de ser específico de determinadas sintopías, entra en conflicto con la conveniencia de eliminar esta conjunción de un texto escrito, formal y culto.

22 Portolés (1995: 236) excluye el sintagma preposicional por esta razón del grupo de los conectores porque, aunque hace referencia a un elemento anterior, "conserva su flexión y puede recibir complementos y especificadores (v. gr., hasta por estas mismas razones)".

23 Fuentes (1987: 151-152) considera por lo tanto como un conector genérico del paradigma de los enlaces consecutivos, que puede usarse en todas las posiciones y que no presenta restricción alguna.

24 Téngase en cuenta que el conector consecutivo así, tradicionalmente denominado por la gramática conjunción ilativa o continuativa, no debe identificarse con el conector reformulativo (Fuentes 1996: 64) o con el conector aditivo (Mederos 1988: 233) de valor ejemplificatorio que aparece siempre al principio de la oración y que puede ir o no seguido de expresiones como por ejemplo en secuencias como la aportada por Mederos (1988: 233): "A veces no somos conscientes de una necesidad y, sin embargo, la notamos al dejar de ser satisfecha. Así, podemos no ser conscientes de que necesitamos que el aire que respiramos contenga una determinada proporción de oxígeno, y sin embargo, podemos caer en la cuenta de esa necesidad al ascender a una montaña".

25 Malamud (1997: 158) señala que la variante formal correspondiente a así que es de modo que. La citada investigadora no contempla las variantes en que así se incrementa con pues o que.

26 Al igual que sucede con así, el marcador o sea que puede incorporar, además del valor consecutivo señalado, información computacional diversa (véase Fuentes 1987 y 1996; Casado 1991; Cortés 1991) pues, junto a la expresión de un tipo de conexión aditiva denominada exposición, que supone la introducción de una aclaración de lo dicho anteriormente y que, en opinión de Mederos (1988: 231-233), se corresponde estructuralmente con la aposición, este marcador se comporta también, según Fuentes (1996: 59-65), como un relacionante reformulativo con contenidos textuales diversos como el puramente explicativo o parafrástico, el de generalización, concretado en la recapitulación, o el de expansión, concretado en la ejemplificación. Por otro lado, y como señala la citada investigadora (Fuentes 1996: 65), o sea, al igual que entonces y pues, ha continuado su proceso de pérdida significativa, lo que determina que pueda comportarse igualmente como ordenador discursivo de valor continuativo o, incluso, como muletilla.

27 Ello no significa que este valor esté recogido en todos los estudios, en los que o sea aparece siempre como conector aditivo y expositivo y solo en algunos casos como conector de causalidad y más concretamente consecutivo. Así, por ejemplo, Mederos (1988: 231) solo contempla su valor aditivo.

28 Creemos que se trata de un marcador que plantea una problemática muy similar a es decir y es decir que, de tal forma que la secuencia desprovista de la conjunción –es decir- suele ser la seleccionada, al igual que o sea, para introducir una conexión expositiva, mientras que la secuencia es decir que, al igual que o sea que, resulta favorecida para indicar conexión consecutiva (véase Casado 1991: 106-108).

29 En contraste con la preferencia por los estilos informales atribuida a o sea como conector aditivo de carácter expositivo, se ha considerado (Mederos 1988: 232) que este mismo tipo de conexión suele manifestarse en la lengua escrita y formal mediante es decir, vale decir, dicho en otras palabras, en otras palabras, etc.

30 La improvisación característica de la lengua oral, no obstante, puede explicar la presencia de o sea como conector consecutivo en este tipo de discurso.

31 En este sentido, Casado (1998: 66-67) considera que la forma o sea posee un valor general "caracterizable como <explicación>, en el sentido de ‘evidenciación’ de algo", que se manifiesta en empleos muy diversos, entre los que incluye la conclusión o recapitulación: "introduce una consecuencia o resumen de lo dicho; en este empleo es frecuente que vaya seguido de que: Ej.: Todo el mundo dice lo mismo; o sea que debe de ser verdad".

32 Como ya hemos señalado, entonces y pues tienen la particularidad de incorporar diferentes relaciones de causalidad. Así, entonces es un marcador que no solo posee valor consecutivo sino también inferencial. Por su parte, pues es el marcador que aglutina un mayor número de relaciones de causalidad, por cuanto es capaz de proporcionar los tres tipos de información computacional que hemos distinguido (consecuencia, causa propiamente dicha e inferencia).

33 Efectivamente, Mederos (1988: 246) y Malamud (1997: 148) atribuyen a este marcador la expresión de la conexión inferencial pero no así la conexión consecutiva.

34 A pesar de estas afirmaciones, estamos conscientes de que, según advierte Portolés (1995: 239), "es difícil demostrar el distinto comportamiento de los diferentes conectores fuera de los casos límite de agramaticalidad", puesto que, en la mayoría de las ocasiones, es posible pensar en un contexto apropiado en que razones semánticas o pragmáticas permitan la conexión, aparentemente imposible, entre dos enunciados.

35 Fuentes (1996: 63) no incluye al fin y al cabo entre los marcadores propiamente causales sino que lo considera como un relacionante reformulativo de marcado valor argumentativo y de dudoso valor conector ya que, a veces, apunta a una situación extralingüística que presupone un proceso psicológico, explícito o no, al que se pone fin: "a fin de cuentas, al fin y al cabo introducen justificación de un argumento que se ve opuesto a otro, pero el hablante soluciona la tensión apoyando uno de ellos".

36 Esta diferencia semántica se corresponde con una discrepancia sintagmática, puesto que (y) es que, pues y porque han de aparecer al frente del segmento de discurso y rechazan la colocación de una pausa pospuesta (siempre y cuando no se interponga un inciso entre el marcador y el resto de la secuencia o no se produzca una dislocación que altere el orden lógico de los elementos), mientras que al fin y al cabo y después de todo disponen de una mayor movilidad, pues, además de la posición inicial, admiten las posiciones media y final, y cuentan con mayor autonomía melódica, como confirma la aparición de las correspondientes pausas en la escritura.

37 Sobre el doble funcionamiento de porque como conjunción que es, y que le permite unir dos cláusulas dentro de una misma oración, y como marcador de discurso, que une dos segmentos de enunciado y que proporciona al oyente información sobre el modo en que debe ser interpretada la relación entre ellos, véase Malamud (1997: 152-155).

38 Aunque Mederos (1988: 246) lo define "como esta es la razón de que haga la pregunta", nosotros añadimos "la afirmación, la negación o la exclamación" porque estos marcadores también pueden ir precedidos de estos tipos de secuencias.

39 Naturalmente, en los enunciados b) y c) sería posible la presencia de un pues continuativo (Mederos 1988: 243) o, incluso, de un pues adversativo, introductor de una relación de contraposición (Mariner 1981: 290).

40 Mederos (1988: 246) define al fin y al cabo como "un adverbial conjuntivo que introduce una razón o motivo que se supone con fuerza suficiente para algún tipo de resistencia a la plena aceptación de lo enunciado recientemente". Por su parte, Montolío (1998: 110), partiendo de la Teoría de la Relevancia, afirma que este conector "no presenta una conclusión o una premisa derivada de otra, sino una premisa que conduce a concluir otra, pues el enunciado introducido por este elemento constituye un argumento justificativo que apoya una conclusión: al fin y al cabo convierte de manera retroactiva la proposición anterior en una conclusión a favor de la cual se presenta el argumento planteado en la oración que el conector introduce".

41 Fuentes (1996: 41) les atribuye un valor específicamente condicional, "es decir, consecuencia de una causa hipotética".

42 Fuentes (1987: 77) estima que en ese caso no constituye un marcador de discurso por no estar "lo suficientemente gramaticalizado como para constituir de por sí una unidad conectora".

43 Como señala Mederos (1988: 246), la combinación de la conjunción pues con el adverbio entonces puede darse en forma contigua o distante: A: Tengo que trabajar esta noche. B: Pues entonces yo me voy al cine / Pues yo me voy al cine entonces.

44 Como ya anunciamos, Portolés (1995: 232) incluye de otro modo entre los conectores contra-argumentativos, gracias a los cuales "se introduce el segundo miembro como supresor de alguna suposición que se podría originar del primero".

45 Esta distinción implica que discrepamos de la formulación lógica que Mederos (1988: 246) atribuye indistintamente a estos dos tipos de marcadores, ‘posiblemente a; si es así, entonces b’, porque, como constataremos seguidamente, los de valor negativo no pueden ir precedidos de la indicación de un hecho posible.

46 Ya hemos advertido, no obstante, que estas caracterizaciones pueden verse alteradas por razones pragmáticas, de modo que un segmento de discurso que formula un hecho real puede ir seguido de un marcador inferencial.

 

Universidad de Las Palmas de Gran Canaria
Facultad de Traducción e Interpretación
Departamento de Lengua Española
C/ Pérez del Toro, nº1
35003 Las Palmas de Gran Canaria, España

 

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