ESTUDIOS FILOLÓGICOS, N° 34, 1999,
pp. 131-154
DOI: 10.4067/S0071-17131999003400010
Factores que afectan la lealtad lingüística en la comunidad de habla hispana en Australia*
Factors affecting the linguistic loyalty in the Spanish-speaking community in Australia
Mario Daniel Martín
* Agradezco a la Australian National University el subsidio de investigación de doctorado que me permitió distribuir el cuestionario y financiar las entrevistas mencionadas en el texto.
Este trabajo describe cuáles son los principales factores sociales, demográficos y sicológicos que se correlacionan estadísticamente con la transmisión del castellano o español en la comunidad de habla hispana en Australia. Los datos provienen de una encuesta distribuida en 1994-1995. Teniendo en cuenta los resultados del trabajo, se discute además el futuro del castellano en Australia.
This paper describes the main social, demographic and psychological factors that correlate statistically with the maintenance of Spanish in Australia. The data come from an Australia-wide survey distributed in 1994-1995. The future of the Spanish language in Australia is discussed in the light of these findings.
1. INTRODUCCION
El propósito de este trabajo es describir cuáles son los principales factores que se correlacionan con la lealtad lingüística en la comunidad de habla hispana en Australia. La lealtad lingüística se define como la transmisión de la lengua a la segunda generación, y se cuantificará a través del nivel de castellano o español1 de los hijos, de acuerdo a la evaluación de sus padres. Consideraremos primordialmente datos provenientes de una encuesta realizada en 1994-1995, la cual fue distribuida a través de clubes y organizaciones deportivas, culturales y sociales de habla hispana (conocidas en Australia con el nombre colectivo de "organizaciones comunitarias", calco del inglés "community organisations"), y también publicada en tres periódicos de habla hispana en Australia. Se recibieron 483 respuestas al cuestionario, de las cuales 436 serán consideradas en este trabajo2. Para facilitar la interpretación de los resultados de la encuesta se recolectaron datos cualitativos durante dos años de observación participante en Camberra y Sidney. Además, en 1995 fueron entrevistadas en ambas ciudades 64 personas de diferentes nacionalidades, distintas edades y diferentes años de llegada a Australia. Por razones de espacio no se incluye aquí una discusión de estos datos cualitativos. Sin embargo, la mayor parte de las conclusiones deben ser leídas teniendo en cuenta que se han usado los mismos para facilitar la interpretación estadística.
2. LA COMUNIDAD DE HABLA HISPANA EN AUSTRALIA
La comunidad de habla hispana en Australia es relativamente pequeña. De acuerdo al Censo Australiano de 1991, había en ese año 86.860 personas que reportaban hablar castellano en el hogar, lo que representaba el 3,5% de las 2.487.068 personas que hablaban una lengua distinta del inglés en el hogar, y el 0,5% de la población total del país, que se remontaba entonces a 16.624.512 personas. El número de personas provenientes de países de habla hispana, incluyendo los hijos de los inmigrantes de habla hispana nacidos en Australia, era del orden de las 105.000 personas entonces3, lo que nos indica que había alrededor de 20.000 hispanohablantes, es decir un 17%, que no usaban el castellano en su hogar (Australian Bureau of Statistics, 1991a y 1991b). Respecto al origen de los inmigrantes, hay 5 países de origen con más de 9.000 personas en Australia, de acuerdo al censo de 1996, que son, en orden de antigüedad de las comunidades: España, los países del Cono Sur (Chile, Argentina y Uruguay) y El Salvador. Para entender la evolución demográfica de la inmigración de habla hispana en Australia debemos recordar que Australia tuvo una ley, conocida como "la política de la Australia blanca" (White Australia Policy), que prohibió la inmigración de personas de ascendencia no europea desde la independencia del país en 1901 hasta 1972, cuando fue abolida (Clark 1987: 196-198).
Los inmigrantes españoles vinieron entre el fin de la década del 50 y los años 70, principalmente a través de un acuerdo de inmigración asistida entre España y Australia firmado en 1958, cuando Australia estaba embarcada en un proceso de inmigración masiva que esencialmente consistía en traer mano de obra europea para el desarrollo industrial del país. También algunos españoles residentes en las Filipinas y sus descendientes llegaron en esa época (Grasby 1983; O'Malley 1978; Cortés 1988; Douglas 1988; Morales 1994; Wilton y Bosworth 1984). La mayor parte de los países hispanohablantes de América del Sur, y todos los países de América Central, así como México, estaban calificados como países donde predominaban las razas mixtas de acuerdo a la ley mencionada anteriormente, y por lo tanto estuvieron excluidos hasta 1972. La excepción eran los países del Cono Sur, donde se había asentado una gran cantidad de inmigrantes europeos.
A partir de 1967 se inició un programa de inmigración asistida desde Sudamérica, que creció rápidamente tanto por las condiciones favorables para emigrar a Australia como por las crisis políticas y económicas de las décadas del 70 y el 80 en los países del Cono Sur. Los contingentes de inmigrantes incluían un alto porcentaje de personas de ascendencia europea y también inmigrantes de europeos que habían inmigrado a Sudamérica y reemigraron a Australia4 (Anderson 1979: 55-67; Lukas 1988; Schneider 1988; BIMPR 1995). Después de 1972, "la política de la Australia blanca" fue reemplazada por un sistema de puntajes para evaluar potenciales inmigrantes, que excluía cualquier consideración sobre la raza o país de origen del solicitante. Además, la crisis de refugiados de Vietnam en 1975 forzó a Australia a abrir sus puertas a refugiados de Asia y del resto del mundo en sus cuotas de inmigrantes (Price 1994; Ongey y Pearson 1995). A consecuencia de estos cambios en la política inmigratoria, otros grupos nacionales empezaron a crecer, especialmente peruanos y colombianos (Adler 1988a y 1988b). Sin embargo, dado que durante los años 80 la política inmigratoria australiana favoreció la reunión familiar, los grupos que ya estaban establecidos pudieron crecer más que los que recién empezaban a establecerse. La gran excepción a este fenómeno fue la comunidad salvadoreña, que creció rápidamente a partir de la mitad de los años 80, dado que la mayoría de sus miembros arribaron como refugiados. También llegaron refugiados provenientes de Chile y Nicaragua en los años 80 (Adler 1988c; Valverde 1994: 93-95; Montoro 1977).
Las tablas I y II muestran la evolución demográfica de la inmigración proveniente de los países antes mencionados. Para finalizar, debe destacarse que la política inmigratoria australiana ha cambiado de enfoque a principio de los años 90, debido a la recesión económica sufrida por el país. La reunión familiar y el número de refugiados se ha reducido, y se favorece ahora la inmigración de personas altamente capacitadas y con buen dominio del idioma inglés (Brooks y Williams 1995). Hacia mediados de los años 90, además, el número total de inmigrantes a Australia ha decrecido significativamente, lo que se refleja en que el incremento porcentual en el tamaño de las comunidades nacionales inmigrantes de habla hispana sea muy pequeño, o aun negativo, como puede verse en la figura 1.
La figura 2 muestra cómo se reflejan los hechos históricos detallados anteriormente en la muestra que vamos a analizar. La figura 3 presenta la distribución de la muestra en términos de país de nacimiento y sexo de los informantes.
3. FACTORES QUE AFECTAN LA LEALTAD LINGÜISTICA
En esta sección resumiremos los resultados del análisis del cuestionario distribuido en 1994-95. Como mencionamos en la introducción, identificaremos las variables sociales que tienen una correlación estadística significativa o muy significativa con el nivel de castellano de los hijos, reportado por sus padres.
Fuente: Censos Australianos |
Fuente: Censos Australianos |
Fuente: Censos Australianos |
Podemos empezar observando que, de acuerdo a las respuestas obtenidas en nuestro cuestionario, se podría deducir que, en general, la comunidad de habla hispana transmite el castellano a sus hijos. La figura 4 muestra que solamente un 17,8% de las personas que respondieron declararon que sus hijos tienen un nivel de castellano bajo. Se puede ver también que 62,5% declararon que sus hijos tienen un nivel de castellano bueno o muy bueno. Sin embargo, la distribución de la transmisión del castellano varía cuando dividimos la muestra de acuerdo a diversas variables sociales, demográficas y sicológicas.
Las tablas III y IV muestran las variables que tienen una correlación muy significativa y significativa con la variable "nivel de castellano de los hijos". Las variables se presentan en orden decreciente de importancia en términos de correlación estadística, es decir, las variables presentadas primero se correlacionan más fuertemente con el nivel de castellano de los hijos que las presentadas al final. Ambas tablas están asimismo separadas en dos secciones de acuerdo a si la correlación es muy significativa o significativa. Para obtener dichas tablas, en primer lugar se calculó el promedio del nivel de castellano de los hijos del informante, y se dividieron luego estos promedios en cuatro categorías, construyendo una variable escalar llamada "nivel promedio de castellano de los hijos", a la que se asignaron cuatro valores: Muy bueno, Bueno, Regular y Malo. Se usó luego el test Chi-cuadrado para determinar cuán significativamente difiere la distribución de las variables de la distribución esperada, ya que muchas de las variables con las que se correlaciona el nivel de castellano promedio de los hijos son nominales o, si son escalares, pueden también considerarse nominales para el test (tabla III). En los casos en que la variable por considerar era escalar, se ha tomado en cuenta también la correlación de la misma con el nivel de castellano de los hijos, usando el test Tau de Kendall (tabla IV).Para facilitar la exposición de los resultados, las variables sociales encontradas en las tablas han sido separadas en cinco categorías:
a)Uso del castellano en el hogar, con parientes y amigos, y en situaciones sociales (clubes, fiestas, asociaciones comunitarias, grupos religiosos, etc.).
b)Variables relacionadas con las características de la familia de la persona y las circunstancias de la migración, entre las que encontramos: tiempo en Australia, nivel de inglés de la persona, edad de la persona al emigrar y edad de los hijos cuando la migración se produjo, así como la composición étnica de la pareja y el grupo étnico de los suegros de la persona.
c) Variables sociológicas, especialmente ocupación y nivel de educación, las que están parcialmente asociadas con el año de llegada a Australia de la persona y otras variables mencionadas anteriormente.
d) Variables demográficas, es decir, dónde vive la persona en Australia.
e) Deseo explícito de mantener la lengua, especialmente cuando se evidencia en que los hijos estudien el castellano en Australia.
A continuación consideraremos cada uno de estos grupos de variables, y las conexiones que existen entre ellos o algunas de las variables contenidas en ellos.
3.1.Uso del castellano en diversos ámbitos. Empezaremos considerando las variables en la primera categoría, es decir, el uso del castellano por los informantes en el hogar, con parientes y con amigos. Como puede verse en las tablas III y IV, todos ellos se correlacionan con el nivel de castellano de los hijos de los informantes, dado que los mismos seguramente participarán en estos intercambios y (en algunos de ellos al menos) deberán usar activamente la lengua. El uso social del castellano también se destaca en este grupo.
Tanto el contacto con la comunidad de habla hispana en general como el uso del castellano por el informante en grupos religiosos, la práctica de deportes, las organizaciones comunitarias y las fiestas, tienen una correlación altamente significativa con el nivel de castellano de los hijos, sugiriendo que cuanto más contacto con la comunidad tienen los padres, más oportunidades tendrán los hijos de encontrarse en situaciones en donde tengan que usar el castellano, y no sólo comprenderlo. Esto se debe a que no basta comprender una lengua para dominarla, sino que también hay que poder hablarla. Como puede esperarse, el grado en que los hijos del informante hablan castellano con la generación de sus padres, sus abuelos y sus hermanos o amigos, tiene toda una correlación significativa con su nivel de castellano.
Hay, por último, en este grupo, otra variable que tiene una correlación significativa con el nivel de castellano de los hijos. Esta variable es más sicológica: el promedio de las respuestas a las preguntas que solicitaban en qué lengua la persona piensa, sueña, maldice o insulta, reza o habla consigo misma. Estas preguntas se hicieron para saber en qué medida la persona se identifica con el castellano, o está apegada a la lengua, y la llamaremos uso "personal" o "interno" del castellano. Como puede verse en la figura 5, un uso personal frecuente del castellano se corresponde con un nivel alto de castellano en los hijos, y un uso poco frecuente, con un nivel bajo de castellano en los hijos. Volveremos sobre esta variable en la sección 3.5.
3.2. Características de la familia y las circunstancias de la migración. El segundo grupo de variables es más heterogéneo. El caso típico en la muestra es el de padres inmigrantes e hijos de la segunda generación, entendiendo a ésta como los hijos de inmigrantes de habla hispana nacidos en Australia o llegados a Australia muy jóvenes. Sin embargo, hay también casos de personas que llegaron a Australia siendo adolescentes o niños, y aun casos de la tercera generación. También hay casos de padres que han venido después de que los hijos emigraran a Australia, y, como se ve en las figuras 6.i y 6.ii, tanto el nivel de castellano como el uso de la lengua con las generaciones anteriores a los hijos y la de los hijos se ven afectados por la edad en que la persona llegó a Australia. Cuanto más joven era la persona a su llegada, menos castellano habla con la generación de sus pares, padres y abuelos, y menos castellano transmite a los hijos, porque también es menor su nivel de castellano. La figura 6.iii muestra que esto es una consecuencia de la correlación entre el nivel de castellano de los hijos y la edad de llegada a Australia de los hijos de la persona. Esto indica que si bien hemos dicho antes que la comunidad conserva el castellano, esto puede ser solamente una consecuencia de que la comunidad de habla hispana es relativamente "joven socialmente" en Australia. Volveremos sobre este tema en la conclusión del trabajo.
Otra variable social que tiene una gran influencia en el uso del castellano por los hijos es la composición de la familia. En la figura 7.i se ha comparado el nivel de castellano de los hijos de distintas parejas, clasificadas de acuerdo a los grupos étnicos a los que pertenecen el padre (P) y la madre (M). Los grupos considerados son: a) hispanos, b) anglosajones y c) otros grupos étnicos (italianos, griegos, árabes, etc.; incluye tanto inmigrantes de países no-anglosajones a Australia como a los europeos en tránsito que inmigraron desde el Cono Sur mencionados anteriormente). Las parejas de habla hispana se han dividido a su vez en parejas que provienen del mismo país y parejas que provienen de distintos países. Se puede ver que cuando la madre y el padre son hispanos, hay una posibilidad mucho mayor de que la lengua se transmita que cuando un padre es hispano y otro de otro grupo étnico, los que a su vez transmiten más el castellano que las parejas en donde un miembro es anglosajón. Se puede observar también que la influencia de la madre es muy fuerte en la lengua que se va a hablar en la casa: las parejas compuestas por una madre hispana y un padre de otro grupo étnico transmiten más el castellano a los hijos que las compuestas por una madre de otro grupo étnico y un padre hispano. Lo mismo sucede en casos donde un padre es anglosajón. En casos en los que ambos miembros son inmigrantes de tránsito, o casos compuestos por un inmigrante de tránsito y una pareja del mismo grupo nacional que ha inmigrado a Australia (por ejemplo, dos venezolanos hijos de inmigrantes italianos a Venezuela que se casaron antes de venir a Australia; una chilena de origen alemán que se casó en Australia con un inmigrante alemán, etc.), las posibilidades de transmisión del castellano son mínimas. Esto puede verse más claramente en la división por grupo étnico de los suegros de la persona (es decir, dos de los cuatro abuelos de los niños a los que se les transmitirá o no el castellano) en la figura 7.ii. Cuando los abuelos por parte de la pareja del inmigrante (los suegros del inmigrante) son de otros grupos étnicos o anglosajones, la posibilidad de que la lengua se transmita es mucho menor que cuando los suegros son hispanos. Este gráfico explica también la diferencia entre padres hispanos del mismo país y padres hispanos de distintos países. En el segundo caso es más probable que la pareja se haya formado en Australia, y, en muchos casos, que haya habido una intención o al menos un deseo de conocer a alguien de una cultura similar, lo que se traduce en una mayor probabilidad de que se hable castellano en la casa o que los niños tengan abuelos que hablen castellano con ellos. En el primer caso, es decir cuando ambos padres son del mismo país, es más probable que la pareja haya emigrado junta, y entonces está expuesta a otras vicisitudes, como por ejemplo la necesidad urgente de aprender inglés, que es una de las principales razones por las que se cambia al inglés en la casa cuando la pareja está compuesta por hispanos. También puede suceder, en casos en que ambos padres trabajen, que los requerimientos del trabajo los obliguen a dejar a los niños mucho tiempo bajo el cuidado de personas que no hablan castellano.
Otros dos factores muy importantes para la transmisión o no del castellano, que están parcialmente relacionados con los factores anteriores, son el nivel de inglés de la persona y el año de llegada a Australia. La figura 8 muestra que cuanto menor es el nivel de inglés de la persona, más castellano hablan los hijos. Esto es porque habrá una necesidad de que los hijos usen el castellano cuando hablen con los padres si uno de los padres o ambos no tienen un buen nivel de inglés, ya que en estos casos los hijos no pueden contestar en inglés. La figura 9.i muestra que el tiempo en Australia también tiene una influencia en la transmisión del castellano a los hijos, ya que el nivel de castellano de los mismos disminuye a medida que aumenta el tiempo en Australia del grupo familiar. La proporción de aquellos que no transmiten la lengua en absoluto, es decir, de aquellos que reportan que todos sus hijos tienen un nivel de castellano bajo, supera el 20% de los informantes sólo para aquellos que llegaron antes de 1971, es decir aquellos que llevaban más de 25 años en Australia en el momento de la encuesta, y aun en éstos es de alrededor del 31%. Si tenemos en cuenta que muchos de aquellos que no transmiten la lengua son inmigrantes que llegaron cuando eran niños, y que por esto están más cerca de la segunda generación que de la primera, esto indica que hay un alto grado de lealtad al castellano en la primera generación de inmigrantes.
3.3.Factores sociológicos. La figura 10.i muestra que a medida que aumenta el estatus ocupacional de la persona disminuye la transmisión de la lengua a los hijos. Aquellos que son profesionales o gerentes y administradores transmiten el castellano menos que aquellos que tienen un trabajo que requiere una calificación para ser ejercido (técnicos, personas con oficios, enfermeras, etc.) y éstos a su vez menos que aquellos que tienen un trabajo no calificado (obreros, choferes, operarios de fábrica, etc.) o que están desempleados. Del mismo modo, de acuerdo a la figura 10.ii, a medida que el nivel de educación aumenta, disminuye el nivel de castellano de los hijos. Sin embargo, hay otros factores a considerar en estos resultados. Haber accedido a posiciones profesionales y gerenciales o a trabajos calificados implica por lo general un tiempo en Australia para que las calificaciones sean reconocidas o ascender en la estructura de las empresas (esto puede verse en la figura 9.ii), y un mayor contacto con la comunidad anglosajona. De la misma forma, aquellos que llegaron siendo jóvenes o niños antes de los años 80 hoy posiblemente tengan mucha mayor probabilidad de haber obtenido un nivel de educación más alto que el que obtuvieron sus padres, y al mismo tiempo una mayor probabilidad de haber triunfado en la sociedad australiana y haber formado pareja con alguien que no hable castellano y, por consiguiente, menor probabilidad de hablar castellano con los hijos. Esto sugiere que en realidad estas variables son epifenómenos de otras variables: el contacto con anglosajones y la integración social en la sociedad australiana, lo que también, evidentemente, se correlaciona con el nivel de inglés mencionado anteriormente. Esto explica además el mantenimiento de la lengua de aquellos que hoy están jubilados o pensionados. Una porción significativa de los inmigrantes llegados en los 60 y 70 aprendieron sólo un inglés básico debido a que trabajaban en cuadrillas divididas por lenguas; así, sólo bastaban uno o dos que hablaran inglés en una cuadrilla para poder conseguir trabajo, especialmente en la construcción, una de las ocupaciones en que hubo tradicionalmente una concentración de trabajadores de habla hispana. Otras ocupaciones donde tradicionalmente hubo (y hay) concentraciones de hispanohablantes son la de operario de fábrica y la limpieza, especialmente la limpieza industrial o en empresas que concentran pedidos de casas particulares (ambas incluidas dentro de "trabajo no calificado" en la clasificación usada aquí). Estas son las ocupaciones más fáciles de conseguir, y tradicionalmente personas que no tienen un buen nivel de inglés o que no consiguen revalidar sus títulos u oficios trabajan en ellas en su primer trabajo en Australia. Muchos profesionales con un buen nivel de inglés al llegar pueden (y prefieren) acceder a puestos de oficina (o a puestos técnicos) como primer trabajo en Australia.
Este tipo de trabajos tiene, tanto en la sociedad australiana como dentro de la comunidad, un estatus superior a los trabajos de limpieza o de operario de fábrica. La recesión sufrida por el país en los años 90 ha hecho que les sea muy difícil conseguir trabajo a los recién llegados, y ha hecho también aún más difícil el tradicionalmente dificultoso reconocimiento de títulos profesionales extranjeros en Australia (Stone, Morales y Cortés 1996). Es por eso que, como se ve en las figuras 9.iii y 9.ii, a pesar de que crece el nivel de educación de los inmigrantes a lo largo de los años 80 y 90, también crece la proporción de inmigrantes desempleados. Esto explica parcialmente el alto nivel de transmisión del castellano por parte de los desempleados en la figura 10.i, pero también resalta la significancia de la correlación inversa entre el nivel de educación y la transmisión de la lengua en la figura 10.ii, que supera incluso esta preponderancia de personas con un alto nivel de educación entre los recién llegados.
3.4.Factores demográficos. El cuarto grupo consiste esencialmente de variables demográficas y variables que están relacionadas con lo demográfico, siendo las más importantes de éstas la concentración de hispanohablantes y la concentración de personas que no tienen como lengua madre el inglés en el barrio o ciudad de residencia de la persona. Esta concentración está medida en términos de porcentajes por código postal de residencia. Estos porcentajes provienen del censo australiano de 1991.
Las figuras 11. i y 11. ii muestran que no sólo hay una correlación entre la concentración de hispanohablantes y el nivel de castellano de los hijos, sino también que el porcentaje de personas que no tienen como lengua madre el inglés en el código postal de residencia también se corresponde con el nivel de castellano de los hijos.
Para entender esto, debemos saber primero que estas variables no son independientes, ya que en todos los casos de concentración de inmigrantes de habla hispana por código postal hay una significativa concentración de inmigrantes en general (Martín 1997: 162). La correspondencia con ambas variables, por lo tanto, puede ser explicada por el hecho de que al vivir en un área donde hay muchos hispanohablantes, tanto los padres como los hijos tienen más oportunidades de hablar castellano, usar el castellano cuando se va a comprar algo, etc.
A su vez, la concentración de inmigrantes está asociada con otras variables demográficas, como el ingreso per cápita. Las áreas de concentración de inmigrantes en las ciudades australianas están asociadas con una concentración de personas de bajos ingresos; y las áreas de concentración baja de inmigrantes, con una concentración de personas de ingreso alto (Hugo 1995: 20). Además, los inmigrantes recién llegados tienen tendencia a alquilar o comprar inicialmente en áreas donde hay una concentración de inmigrantes, debido al bajo costo de la vivienda, la proximidad a sectores industriales y el acceso a transporte y servicios sociales para inmigrantes (Burnley y Murphy 1994: 8-26; Burnley 1985), y luego, cuando progresan económicamente, o lo hacen sus hijos, tienden a mudarse a áreas con menos concentración de inmigrantes (Burnley y Murphy 1994: 25). Esta tendencia se corresponde con lo que encontramos anteriormente respecto a la ocupación, pero también sugiere que las personas que más hablan castellano con los hijos (entre los que se incluye a los recién llegados, o los que decidieron y pudieron traer a sus padres, etc.) tienden a asentarse en áreas donde hay una concentración de hispanohablantes o de inmigrantes en general. La influencia del entorno no se evidencia solamente en lo demográfico, sino también en otras variables que están relacionadas total o parcialmente con lo demográfico. El uso social del castellano también se correlaciona significativamente con el nivel promedio de castellano de los hijos, como se vio anteriormente en la sección 3.1. Cuanto más se usa el castellano en lo social, más probabilidades hay de que sea transmitido a los hijos. Esto está evidenciado también en el hecho de que el uso del castellano cuando se va de compras, al médico, a instituciones comunitarias, grupos religiosos, deportes y fiestas se corresponde significativamente con el nivel de castellano de los hijos. Una persona que vive en un barrio o una ciudad en donde hay muy pocas personas de habla hispana o que tiene que viajar mucho para llegar a barrios donde hay muchas personas de habla hispana, tendrá menos oportunidades de hacer amigos, participar en organizaciones comunitarias si las hay, etc. Un caso particular de esta situación es la de las escuelas comunitarias o en general de las clases de castellano para los hijos, ya que la concentración de hablantes del castellano hace más probable su existencia, especialmente cuando las clases están específicamente dirigidas a hijos de inmigrantes5.
3.5.Tiempo que los hijos asistieron a clases de castellano y su relación con el deseo de transmitir la lengua. El tiempo que los hijos asistieron a clases de castellano en Australia presenta también una correlación significativa con el nivel de castellano de los hijos.
Esto se muestra en la figura 12. Para entender la figura es necesario saber que muchas veces estas escuelas son vistas como un remedio rápido para un proceso de deterioro del castellano de los hijos. Sin embargo, en muchos casos, las mismas causas que militan en contra de la transmisión de la lengua operan en contra de la perseverancia en enviar a los niños a clases de castellano, sobre todo cuando se comprueba que recuperar la lengua no es una tarea tan sencilla. Es por eso que aquellos que reportan que no enviaron a los niños a clases tienen en general un nivel más alto de castellano (y una proporción menor de hijos que no lo hablan) que aquellos que los enviaron por un período corto (menos de 6 meses). Sin embargo, a medida que el tiempo que los hijos son enviados a las clases crece, también decrece en forma significativa la proporción de personas que reportan que sus hijos tienen un nivel bajo de castellano. La proporción de personas que declaran que sus hijos tienen un nivel muy bueno de castellano, sin embargo, supera la de aquellos que no los enviaron sólo cuando los hijos han asistido a clases por dos años o más. Esto puede ser debido a la razón que explicábamos anteriormente: las clases sirven como remedio para mantener la lengua cuando se está perdiendo.Pero debemos recordar asimismo que lo que estamos midiendo es el nivel de castellano de los hijos de acuerdo a la percepción de los padres. La relativa diferencia entre la proporción de personas que reportan que sus hijos tienen un castellano muy bueno entre aquellos que no enviaron los hijos a clases de castellano y aquellos que los enviaron (o los estaban enviando en el momento de la distribución del cuestionario) por menos de dos años, puede también deberse a que los que no los envían no juzgan el nivel de castellano de sus hijos con tanta severidad como aquellos que sí los envían, porque quieren que éstos mantengan la lengua.
Este último elemento, el hecho de que hay una decisión voluntaria de llevar a los niños a las clases, lo que muchas veces, sobre todo en el caso de las escuelas étnicas que ofrecen sus clases fuera del horario escolar de las escuelas públicas o los sábados, significa sacrificios tanto para los padres como para los niños, está evidenciado en la figura 13.
Ahí se ve que el uso interno del castellano, que, como vimos, es una indicación del apego de la persona a la lengua, también se correlaciona con el tiempo que los hijos fueron o están siendo enviados a clases de castellano.
En esta figura se ve una diferencia en el uso interno del castellano en la persona, que se traduce en una clara distinción en términos de identificación con la lengua entre las personas que han mandado a sus hijos a las clases de castellano por más de un año y los que los enviaron por menos de un año o no lo hicieron. Es por este elemento voluntario de conservar la lengua que se ha considerado esta variable como un grupo separado, a pesar de las conexiones con la demografía y el uso de la lengua en el hogar y en ámbitos sociales mencionados anteriormente.
4. CONCLUSION
Podemos concluir diciendo que desde un punto de vista global, y de acuerdo con la estadística, las variables sociales que presentan una correlación muy significativa o significativa con el nivel de castellano de los hijos de la persona son: el uso del castellano en el hogar y el uso social y personal (o interno) del castellano, tiempo en Australia y edad de llegada a Australia, la composición étnica de la familia, la ocupación y el nivel de educación de la persona, el lugar donde vive la persona en Australia y el deseo explícito de mantener la lengua, evidenciado especialmente en el tiempo que los hijos asistieron a clases de castellano en Australia. Lo anterior no significa que éstas sean las únicas causas de la transmisión de la lengua, sino que son las únicas, entre aquellas que pueden ser calculadas con los datos disponibles, que muestran una correlación estadística muy significativa con el nivel de castellano de los hijos, reportado por sus padres, y cuando se considera la relación entre ambas variables aisladamente.
Otra forma de apreciar el interés de los resultados expuestos anteriormente es considerar que hay un gran número de otras variables sociales que no tienen una correspondencia significativa con la transmisión o no del castellano cuando las analizamos con este método, y que, por consiguiente, no han sido incluidas en las tablas III y IV. Por ejemplo, variables como país de origen de la persona, razones por las que inmigró, tendencia política (es decir, que la persona sea de derecha o de izquierda o rechace la política), religión (es decir, qué religión practica la persona, si lo hace), nacionalidad (en el sentido de haber adoptado o no la ciudadanía australiana), tipo de lugar en donde la persona creció (gran ciudad, ciudad mediana, pueblo, etc.), etc., no tienen una correspondencia estadística con el nivel de castellano de los hijos. Esto no significa que no puedan tener influencia; lo que significa es que por sí solas esas variables no presentan una correlación significativa cuando se las combina con la variable nivel de castellano de los hijos. La importancia de las variables que no tienen una correlación estadística significativa con el nivel de castellano de los hijos cambia ligeramente si se consideran las variables juntas. Otras comunicaciones de este estudio, en preparación, presentarán el panorama que se obtiene cuando las variables son consideradas en su conjunto. Estas consideraciones, sin embargo, escapan a los límites de este trabajo.
Para finalizar, vamos a considerar brevemente cuáles son las inferencias que pueden hacerse, basándose en los resultados arriba mencionados, sobre el futuro del castellano en Australia. La relación entre dos de las variables más importantes que hemos considerado anteriormente puede darnos la clave de la situación.
La figura 14 muestra que el uso personal del castellano disminuye significativamente con la edad de llegada a Australia, de la misma forma que disminuye en general el uso de la lengua, como se advierte en el contenido de la figura 6. Dado que hemos visto que existe una conexión entre el deseo explícito de mantener la lengua y el uso personal de la misma, esto nos permite sospechar que hay algo de cierto en la hipótesis de que el aparente estado de salud de la lenguacastellana en Australia se debe más que nada a que allí la comunidad es socialmente joven. A medida que la misma envejezca socialmente, es decir, que los jóvenes de hoy deban transmitir la lengua a sus hijos, puede predecirse que la proporción de miembros de la comunidad que transmitan la lengua disminuirá, como disminuye la transmisión de la lengua a medida que el tiempo en Australia se incrementa, según el análisis de la figura 9.i, especialmente si la inmigración proveniente de países de habla hispana se detiene, o se restringe a personas con un alto nivel de educación, como parece ser la tendencia actual. Esto es simplemente porque resulta improbable que aquellos que vinieron jóvenes o nacieron aquí y no la usan nunca o casi nunca, la transmitan o, si desean hacerlo, puedan transmitirla efectivamente, y porque las personas con un alto nivel de educación tienen tendencia a no transmitir la lengua, como se ve en el análisis de la figura 10. ii. Sin embargo, dado el alto porcentaje de lealtad lingüística de los hispanohablantes de primera generación en general, un restablecimiento del flujo inmigratorio que mantenga o haga que disminuya más lentamente el porcentaje de inmigrantes de primera generación en la comunidad puede cambiar significativamente dicho panorama y el futuro del castellano en Australia.
NOTAS
1 En este trabajo, castellano y español se usarán como sinónimos. Para mantener la cohesión del discurso, sin embargo, se usará "castellano" en el texto y "español" en tablas y gráficos.
2 Cuarenta y siete respuestas fueron descartadas porque no correspondían con la muestra que se buscaba obtener, o por estar demasiado imcompletas.
3 Esta cifra está basada en la estimación realizada por el Bureau de Investigaciones sobre Multiculturalismo e Inmigración en la comunicación "Top 100 Birthplace Groups in Australia", fechada el 4/3/94.
4 A estos últimos inmigrantes europeos que reemigraron a Australia los llamaremos, en los gráficos, inmigrantes "en tránsito" en Sudamérica.
5 Estas escuelas son conocidas en Australia como "escuelas étnicas" (calco del inglés "ethnic schools") y reciben un modesto apoyo financiero del gobierno estatal.
The University of Queensland
Department of Romance Languages
Brisbane, QLD 4072, Australia
OBRAS CITADAS
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