ESTUDIOS FILOLÓGICOS, N° 34, 1999, pp. 193-200
DOI: 10.4067/S0071-17131999003400014

 

 

"Llevar a cuestas" en el Atlas Lingüístico y Etnográfico de Chile (ALECh)*

"To carry on the back" in the Linguistic and Ethnographic Atlas of Chile by regions (ALECh)

 

Claudio Wagner

* El presente trabajo utiliza parte del material recopilado para el proyecto 1970397 financiado por Fondecyt.


 

El estudio de las formas recogidas para expresar el concepto "llevar a cuestas" en el español de Chile muestra la existencia de cuatro vocablos predominantes, que configuran sendas áreas dialectales, aún sin delimitar.

Se hace una interpretación de este hecho a partir de la indagación etimológica y vinculándolo con las posibles fronteras dialectales que se han postulado para el territorio chileno.


The study of the collected forms to express the concept "carry on the back" in the Spanish of Chile shows the existence of four predominant words, which delineate dialectal areas, not limited yet.

This fact is studied etymologically, linking it to the possible dialectal frontiers postulated for Chile.


Con aproximadamente el 64 por ciento de las encuestas realizadas para el ALECh (Wagner 1998) a lo largo de todo el territorio chileno, incluidas algunas efectuadas en los países limítrofes de Perú, Bolivia y Argentina, ya se configura una interesante distribución areal de las expresiones usadas en Chile para el concepto "llevar a cuestas".

La interferencia entre este concepto (ítem 103 del ALECh) y el concepto "llevar a hombros" (ítem 102), producida por contigüidad física de los referentes (fuente frecuente de cambios semánticos), provoca respuestas aparentemente erróneas e incluso idénticas en varios puntos, exactamente lo mismo que puntualiza Alvar (1965) para el mapa 1444 (lámina 1334). (Llevar) a cuestas del ALEA.

1.La pregunta "Llevar a cuestas" ha obtenido 148 respuestas en un total de 155 encuestas realizadas hasta la fecha, que configuran ese 64 por ciento mencionado arriba.

Hay respuestas esperables, como a la espalda y a cuestas1, por corresponder al uso canónico; al cuello, por tratarse con toda probabilidad de una interferencia con el concepto "llevar a hombros"; y upa, a caballo y a camello, por constituir formas expresivas lúdicas. También, otras menos esperables, como cargar, cargado y titío, sin contar con las obtenidas en las localidades fronterizas de países vecinos2. Pero todas han sido registradas en contadas ocasiones, no sobrepasando ninguna el número de 9 veces en 148 encuestas, a lo largo de todo el territorio estudiado hasta ahora.

Ninguna de ellas alcanza, pues, los niveles de frecuencia de las expresiones a tota, al apa, en acha y a chique, que además se concentran en diferentes áreas del territorio, predominando en ellas, a expensas de otros vocablos con los que suelen coexistir o que, en muy contadas ocasiones, tienen la preferencia del informante. En efecto, a tota ha sido recogida hasta ahora sólo en la zona norte del país, específicamente en las tres primeras regiones, sumando 15 ocurrencias en 40 encuestas; al apa, en la zona central -hasta este momento, en las regiones V, VI y parte de la VII-, es la que muestra una mayor frecuencia, 28 ocurrencias en 37 encuestas, aunque la menor concentración, ya que es la única que aparece esporádicamente también en las restantes regiones norte, sur y sur-austral. Por su parte, en acha ha sido registrada en 24 ocasiones en 41 encuestas de la VIII y IX regiones, encontrándose además dos veces al norte de la X región, en tanto que a chique (y sus variantes) prevalece en la X región (21 registros de 37 posibles) y con probabilidad se la encontrará en la XI y XII3, según se puede observar en el mapa de síntesis que sigue.

Ahora bien, como falta aún el 36% de las encuestas, el límite entre los territorios del ALECh-Norte y ALECh-Centro, que situamos entre la IV y la V regiones, todavía no ha sido comprobado lingüísticamente, puesto que no se han realizado las encuestas en la IV región. Algo similar ocurre con los límites entre el ALECh-Centro y el ALECh-Sur: falta parte de las encuestas de la VII región (además de las de Santiago) (ALECh-Centro), y las de la VIII región (que pertenece al ALECh-Sur), cuyo límite podría ser potencialmente frontera dialectal.

ALECh : "Llevar a cuestas"
 

La única frontera lingüística que parece delimitarse es la que coincide con el límite político-administrativo que separa la IX región de la X, y que nos ha permitido establecer la separación entre el ALECh-Sur y el ALECh-Sur-austral. Esta frontera está fundada sobre un obstáculo geográfico (una cadena montañosa transversal, la cordillera de Mahuidanche) y una frontera étnica (la separación entre los mapuches y los huilliches, según Croese 1980). Aunque es preciso verificar esta aserción con el estudio de fenómenos fónicos y gramaticales, no deja de ser sintomático el hecho de que, predominando en la IX región la forma léxica en acha para el concepto que nos ocupa, a partir de la X región (hasta Chiloé, que es lo último encuestado) se imponga otra forma, a chique y sus variantes. Es más, precisamente en el área norte de la X región (provincia de Valdivia), a lo largo (o a lo ancho) de la frontera mencionada, en varios puntos coexisten ambas formas o se dan alternadamente, configurando una típica área de transición: en Contra se recoge en acha y a chique, en Liquiñe se registra (llevar) en acha, y en Lumaco aparece al apa. Esta última forma vuelve a aparecer tres veces más hacia el sur, pero sólo configurando islotes lingüísticos: en Amargos, en el Sector Guzmán, donde alterna con a chique, y en Castro, provincia de Chiloé, también en alternancia con a cheque y en boca de un informante de nivel bajo.

2.De las cuatro formas predominantes mencionadas, ninguna es reconocible como voz de ascendencia española. De hecho, al apa, en acha y a chique aparecen en diccionarios de voces indígenas americanas. Sólo para la expresión a tota no hay etimología conocida. Como ya se ha indicado, la expresión (llevar) a tota sólo se presenta en el extremo norte del país, aun cuando la palabra "tota" es reconocida y usada en el resto del territorio como sustantivo para referirse a la albardilla de protección que sobre el hombro utilizan quienes deben transportar objetos pesados, especialmente tablones, por lo que es usual en el vocabulario maderero del aserrío4, pero también en el de los estibadores de puerto. De acuerdo con esto, el sustantivo habría dado origen a la expresión adverbial, con una evidente interferencia conceptual, a la que ya hacíamos alusión más arriba.

La voz es recogida por Santamaría (1942: III 208) como "a la tota", con la imprecisión: "En Chile, a cuestas". No aparece en diccionarios mapuches, y cuando Lenz (s.f.: 728; par. 1358) (que la documenta sólo para Coquimbo) aventura un probable origen indígena, está pensando probablemente en las lenguas quechua o aymara y no en lenguas amerindias centroamericanas, puesto que los textos que recogen el vocablo lo adscriben sólo a Chile. Sin embargo, tampoco aparece en diccionarios quechuas (Cordero 1967; Lira 1982) o aymaras (Torres 1966). Lo que de todos modos desconcierta es el referente a que alude la mencionada palabra. En efecto, con ella se identifica un objeto cultural que presenta ya un cierto grado de sofisticación (una almohadilla rectangular con cubierta de suela o madera delgada, provista a veces con una lámina de metal de alrededor de 10 cm. por encima y a lo largo), que no parece propio del hombre andino que, para llevar la carga, a lo que se sabe, utilizaba la fuerza de los brazos o la espalda. Por lo tanto, habría que volver la vista a un posible origen hispano, pero ya no castellano sino dialectal. La discusión sobre el origen de esta voz, pues, sigue abierta.

3.Para el vocablo apa recogido bajo la expresión "al apa"-, Lenz (s.f.: 134; par. 39) piensa en una etimología quechua apay 'llevar, cargar', documentada por Middendorf, aunque señala que Bertonio le asigna un origen aymara: apa 'la carga', de apatha 'llevar', o mejor, 'llevar a cuestas'. Según Lenz, el vocablo puede haberse incorporado al español de Chile como término minero, ya que documenta también apir o apire, relacionado con apa en cuanto se refiere al minero que transporta a cuestas los minerales en capachos -sistema que aún hoy se mantiene- (Haverbeck 1992: 29), y estas voces provienen del aymara apiri 'el que lleva, portador' (Lenz s.f.: 137; par. 44).

El mismo Lenz anota como variante de apa la voz acha, que prevalece más al sur, en la VIII y IX regiones, alternando en un par de puntos con apa5. El cambio de p>s (ch) en este caso (o en el de pipí >pichí 'orina, especialmente la de los niños'), como el de t>s (ch) (poquitito>poquichicho), corresponde, al parecer -como lo señala Lenz-, al lenguaje infantil, que ha terminado por imponerse en el vocabulario del adulto, como ha ocurrido también, por ejemplo, con upa, ya mencionada.

La primera explicación de estas variantes, pues, sustentaría la hipótesis implícita de Lenz: el préstamo directo quechua, o aymara, apa en el español de la zona central6, y el vocablo acha en la zona sureña, como variante expresiva producida por el español ?expresividad de la ch se entiende?, de la cual se puede citar otro caso vigente, al menos en esta zona, fuera de los señalados por Lenz (el paso de s>s (ch): besito> bechito, sopita> chopita, susto> chusto...).

En esta hipótesis no queda claro, sin embargo, por qué se le atribuiría capacidad expresiva a los hablantes de un área geográfica y no a los de otras. En la práctica, acha delimitaría una subárea geográfica, en lugar de registrarse como voz alternativa en todo el territorio o incluso en un mismo individuo, como debería ocurrir si se admite el origen expresivo -que no reconoce fronteras- de este vocablo.

Esto lleva, entonces, a pensar en una segunda explicación: la mediación del mapudungu, es decir, la voz quechua o aymara habría sido acogida por el mapudungu y de éste la habrían tomado los hispanoparlantes chilenos.

Hay que recordar que cuando los incas llegaron a Chile, entre 1443 y 1470, sometieron a los mapuches hasta donde la naturaleza les permitió avanzar, esto es, el río Maule. Aunque se sabe que exploraron el país hasta el Itata y tal vez hasta el Bio-Bío, su avance -y por ende su ocupación- se detuvo, según las crónicas históricas, en las orillas del río Maule (aunque las evidencias arqueológicas sólo llegan hasta la cuenca del Maipo), ya que más al sur encontraron un país cubierto de bosques, frío y lluvioso -muy distinto a su país de origen-, donde se exponían a la abierta hostilidad de los mapuches no sometidos. Los de la zona central, por el contrario, al ser dominados por los incas, sufrieron los cambios de su influencia cultural en cuanto a modo de vida, trabajo agrícola, artesanías, vestido, vivienda y organización social. Por esto, la conducta de ambos grupos de mapuches fue también diferente frente a los conquistadores (San Martín 1972: 37-39).

De acuerdo con esto, cabría suponer que los mapuches sometidos, los de la zona central, acogieron el préstamo apa sin modificación, lo que no habría ocurrido con los mapuches que habitaban al sur del Bio-Bío hasta la cordillera de Mahuidanche (precisamente las regiones VIII y IX), quienes lo habrían adaptado a su lengua, más precisamente a sus variedades dialectales, todas inteligibles entre sí7. Para confirmar esta hipótesis faltaría contar, por cierto, con otros vocablos quechuas adoptados por el mapudungu en que se verificara el cambio aquí en discusión, es decir, p>s, cuestión que, por el momento, tendrá que esperar.

4.Más arriba, al final del párrafo 1, nos referimos a la frontera dialectal entre en acha y a chique. Agreguemos aquí que a chique se extiende hacia el sur cubriendo gran parte de la provincia de Llanquihue, con un islote a cheque en la ciudad de Osorno, y curiosamente en el hablante de nivel alto, que ya emplea incluso un verbo que no es "llevar": echarlo a cheque. A cheque es general en el área sur de Llanquihue y en el archipiélago de Chiloé, y usado no sólo con el verbo "llevar" (cf. Castro: llevar cheque, en el hablante de nivel alto), sino también con "andar" y "hacer": Guabún: andar, llevar a cheque; Detico, Yaldad, Cucao: hacerlo cheque; Calbuco: hecho cheque.

Esta mayor variedad en el uso de verbos -comparándola con las provincias de Osorno y Valdivia-, que genera expresiones sintácticas diferentes en torno al vocablo cheque, permite sostener que estamos otra vez ante dos subáreas de una expresión que encuentra su origen en el mapudungu chiquin 'cargar en las espaldas como a los chiquillos', documentada por Hernández, según Lenz, que recoge la voz especialmente para Chiloé y bajo la expresión "hacer cheque a alguien" (Lenz s.f.: 272; par. 377).

La forma chique se distribuye en el área ocupada históricamente por la rama meridional de los mapuches, los huilliches, cuyo dialecto no es mutuamente inteligible con los otros subgrupos (Croese 1980: 22), y que en la Isla Grande de Chiloé, por su mayor aislamiento del continente y por el contacto con otras lenguas nativas de grupos nómades marítimos, como los cuncos y los chonos (Mostny s.f.: 97), se fue diferenciando paulatinamente a su vez de los subgrupos huilliches de más al norte, llegando a autodenominarse "veliches", variante fónica de "huilliches". No es raro, entonces, que aquí una palabra como chique se articule cheque, e intervenga en construcciones muy distintas de las continentales.

En efecto, de estos grupos huilliches que se encuentran concentrados en áreas marginales de la X región, actualmente el núcleo que habita en la isla Huapi del lago Ranco (provincia de Valdivia) y junto a las riberas meridional y oriental del mismo, maneja muy poco su lengua vernácula, por lo que la situación de ésta es bastante precaria; otro grupo algo mayor, constituido por alrededor de 7.000 nativos (Contreras 1990: 103), se encuentra en la región montañosa de San Juan de la Costa (norponiente de la provincia de Osorno), cuyo dialecto ?el "tsesungun"? es hablado únicamente por personas mayores de 60 años y sólo de manera rudimentaria. Y de los "veliches" de Chiloé es posible encontrar algunas comunidades muy disminuidas en Yaldad (extremo sur de la Isla Grande) y en los alrededores de Compu y Chadmo, a 60 km aproximadamente al sur de Castro, con un dominio igualmente precario de su lengua nativa, con excepción de algunos dirigentes, "caciques", muy conscientes del papel político-social que desempeñan en sus comunidades.

La presencia de la forma cheque en el área sur de la provincia de Llanquihue, en torno a Puerto Montt, no indica sino que esta área ha sufrido y continúa sufriendo la influencia del habla chilota (así como de su cultura), que por décadas ha tendido a expandirse ?como hemos dicho? tanto hacia el norte como hacia el sur de la Isla Grande, como efecto de la gran movilidad de los chilotes, motivados fundamentalmente por la pauperización de las tierras y la carencia de fuentes de trabajo.

5.La distribución de las formas estudiadas -como ya se ha dado a entender- de manera muy sugestiva coincide aproximadamente con la distinción de las cuatro grandes zonas geográficas que hemos establecido para la conformación de nuestro Atlas Lingüístico de Chile por regiones (Wagner 1998: 124), aunque es posible también sostener que como apa y acha son variantes fónicas y no léxicas -como aparecen a primera vista-, la coincidencia no es completa, puesto que existiría un mismo vocablo cubriendo las áreas del ALECh-Centro y del ALECh-Sur.
De todas maneras, hay que esperar las encuestas que faltan para poder verificar el comportamiento de las formas en los puntos que restan por encuestar y, sobre todo, en las zonas limítrofes de que se ha hablado.

NOTAS

1 Esta última claramente predominante en Andalucía, salvo en su sector occidental, según se desprende de un vistazo al mapa 1444 ya aludido del ALEA

2 En Charaña, Bolivia, no hay respuesta; Mendoza da cuenta de un llevarlo a cuesta, mientras Bariloche (también en Argentina) registra dos formas totalmente desconocidas en Chile: a cococho y a babucha.

3 Dada la expansión histórica de los habitantes del archipiélago de Chiloé preferentemente hacia el extremo sur del país, con lo que configuraría una misma gran área dialectal.

4 La respuesta al ítem 1270. Albardilla, fue siempre la misma, sin variante ni alternancia: tota.

5 La construcción más corriente es (llevarlo) en acha. Sólo se ha registrado al acha en dos localidades: Curimón (prov. de Valparaíso) y Traiguén (prov. de Cautín), y en todos los casos con el verbo "llevar".

6 A través de los pobladores de las colonias y de las guarniciones militares establecidas por los incas, especialmente en el valle de Aconcagua y en las cuencas de los ríos Mapocho y Maipo (Concha y Maltés 1994: 38, 41 y 88; Villalobos 1980: I, 87-8).

7 El estudio dialectal de Croese sobre el mapuche actual parece confirmar esta hipótesis, ya que los llamados por él subgrupos dialectales III, IV, V, VI y VII corresponden aproximadamente a las actuales VIII y IX regiones y son mutuamente inteligibles; con los subgrupos I y II (la rama mapuche septentrional) , que con los años habrían traspasado la frontera del Bío-Bío (VII región), empujados por los hispano-chilenos a raíz de las guerras de la Araucanía, también se entienden, pero con alguna dificultad inicial de comprensión y comunicación (Croese 1980: 22).

Universidad Austral de Chile
Facultad de Filosofía y Humanidades
Instituto de Lingüística y Literatura
Casilla 567, Valdivia, Chile

OBRAS CITADAS

Alvar, Manuel. Colab. A. Llorente y G. Salvador. 1965. Atlas Lingüistico y Etnográfico de Andalucía. Tomo V. Granada: Univ. de Granada y C.S.I.C. 6 tomos 1961-1973.

Concha Cruz, Alejandro y Julio Maltés Cortez. 1994. Historia de Chile. 4 ed. Santiago: Bibliográfica Internacional.

Contreras, Constantino. 1990. "Palabras claves del mundo huilliche: observaciones sobre léxico y etnografía". Alpha 6: 103-18.

Cordero, Luis. 1967. Diccionario quechua-español, español-quechua. Anales, Tomo XIII. Cuenca: s.e.

Croese, Robert. 1980. "Estudio dialectológico del mapuche". EFil 15: 7-38.

Haverbeck, Erwin et al. 1992. Relatos de la tradición popular. Región de Atacama. Valdivia: Univ. Austral de Chile.

Lenz, Rodolfo. s.f. Diccionario etimológico de voces chilenas derivadas de lenguas americanas. 1905-1910. Ed. Mario Ferreccio Podestá. Theses et Studia Scholastica 3. Seminario de Filología Hispánica. Santiago: Univ. de Chile..

Lira, Jorge. 1982. Diccionario Kkechuwa-español. 2 ed. Cuadernos Culturales Andinos 5. Bogotá: SECAB, Instit. Internacional de Integración e Instit. Andino de Artes Populares.

Mostny, Grete. s.f. Culturas precolombinas de Chile. Santiago: Edit. del Pacífico.

San Martín, Hernán. 1972. Los araucanos. Colecc. Nosotros los chilenos 8. Santiago: Quimantú.

Santamaría, Francisco. 1942. Diccionario general de americanismos. Tomo III: R-Z. México: s.e. 3 tomos.

Torres Rubio, Diego de. 1966. Arte de la lengua aymara. 1616. Actualización de Mario Franco Inojosa. Lima: s.e.

Villalobos, Sergio. 1980. Historia del pueblo chileno. Tomo I. Santiago: Inst. Chileno de Estudios Humanísticos. 2 tomos.

Wagner, Claudio. 1998. "El Atlas Lingüístico y Etnográfico de Chile por regiones". EFil 33: 119-29.