ESTUDIOS FILOLÓGICOS, N° 34, 1999, pp. 201-203
DOI: 10.4067/S0071-17131999003400015

RESEÑAS

 

LÓPEZ GARCÍA, ANGEL. Gramática del español. II. La oración simple. Madrid: Arco/Libros. 1996. 615

 

Virginia Bertolotti


 

La obra de Angel López García (en adelante ALG) se presenta como una gramática de la conciliación: da cuenta de diversas descripciones y explicaciones de gramáticas y corrientes lingüísticas a las que integra en un modelo de interpretación que lo habilita para realizar una interesante y acabada descripción de algunos aspectos de la lengua española.

Desde un enfoque cognitivo, trabaja con esquemas gestálticos, que suponen un concepto de jerarquía, siempre subyacente al de función. Al mismo tiempo, ALG ahonda en las características de las categorías presentes en los diferentes esquemas perceptivos analizando qué propiedades las habilitan a formar parte de ellos. Esta "gramática perceptiva del español" tiende un puente en la discusión acerca de cuáles son los primitivos en la teoría gramatical: las categorías o las funciones. Ambos conceptos son tomados como figura, percepciones primarias, o fondo, percepciones secundarias, de acuerdo con los fenómenos que se estén describiendo.

La metateoría y la teoría gramatical planteadas son extremadamente interesantes; sin embargo, y a diferencia de lo que puede suceder con modelos más cerrados, algunas soluciones propuestas resultan ad hoc. No obstante ello, consideramos que, en buena medida, el objeto del trabajo mantiene los principios formulados por Andrés Bello hace ya más de un siglo en el Prólogo a su Gramática de la lengua castellana: una gramática debe conciliar la descripción del uso con la explicación coherente y sencilla de los principios que lo rigen.

El autor (probablemente acompañado por un equipo de investigación, dada la extensión y exhaustividad de la obra) se plantea como objetivo -y lo logra- revisar el pensamiento gramatical "clásico" del español, así como también realizar un relevamiento crítico de lo que se ha producido en los últimos treinta y cinco años en la lingüística española, aunque no exclusivamente en ella.

Para ello, esta Gramática del español se divide en ocho capítulos. El primero de ellos, La expresión compleja, que quizás debiera haber formado parte del Tomo I, se ocupa de las subordinadas sustantivas. El análisis y la comparación de aportes modernos y contemporáneos llevan a una presentación original del tema.

La noción de la percepción de los hechos lingüísticos a través de esquemas gestálticos domina la obra. Así, en el capítulo Las funciones oracionales (cap. 16) se desarrolla la idea de que toda oración del español despliega sus funciones y categorías en una especie de cuadro perceptivo que se estructura en una escena (compuesta por una figura, un fondo, y una frontera) inmersa en un marco (con sus correspondientes figura, frontera y fondo). Los fondos son opcionales, no así las figuras, que son el elemento de mayor destaque en la percepción. Estos papeles encuentran su contrapartida en categorías, aunque la correspondencia no sea necesariamente biunívoca, estableciendo escalas de dominancia. Especialmente agudo, el análisis de ALG sobre las relaciones entre categoría y función recurre a enfoques prototípicos que se rastrean también en otros pasajes de la obra (en la consideración de actividad-pasividad, concordancia débil-concordancia fuerte, o de las relaciones temáticas como puntos extremos de un continuo). En este capítulo, el tratamiento prototípico se refleja en la descripción de las funciones oracionales. A modo de ejemplo: se destaca que no todos los sujetos son igualmente buenos; los "mejores sujetos", es decir, los sujetos prototípicos son aquellos que cumplen con su condición de tales en los tres niveles sintácticos que resultan operativos en el ámbito oracional: son agentes, son el tema y además concuerdan con el verbo.

En el capítulo siguiente, Los tipos de predicación, ALG busca conciliar, a través de la teoría de la Gestalt, dos puntos de vista acerca de las maneras en que el lenguaje asume y subsume el mundo: uno sinecdóquico, formal, otro metonímico, semántico. Una revisión de los gramáticos clásicos y de algunos contemporáneos (hispanogramáticos o no) desemboca en la postulación de tres tipos de predicación: estados, procesos y acciones, que surgen de las diferentes maneras en que se configura el marco actancial enunciativo. Una vez establecidos, ALG da cuenta de su significado. Para ello revisa la "teoría del caso", evalúa sus aspectos positivos y sus limitaciones y propone cuatro pares de rasgos a través de los cuales articula la relación entre los conceptos semánticos (que "no se apoyan en la denotación, sino en la captación cognitiva del mundo") y las funciones sintácticas de sujeto y objeto.

En el capítulo 18, La transitividad, ALG define esta noción, en la línea de la tradición académica, a través del concepto de rección. Desde una visión gestáltica, la transitividad es un fenómeno sintáctico en el cual lo perceptivamente primario y no marcado es que del predicador (verbo) dependa una figura y, al menos, un objeto actancial. Este enfoque perceptivo le permite caracterizar la transitividad y la intransitividad en forma diferente a buena parte de la gramática española. Los cinco esquemas (transitividad, ditransitividad, intransitividad, atransitividad y la semitransitividad) que se describen desde un punto de vista sintáctico se combinan con el tipo semántico del objeto o sujeto que pueda presentar. Finalmente se da cuanta de algunas propiedades sintácticas que se relacionan con las característica semánticas de sujetos y objetos.

En el capítulo dedicado a la copulatividad, los esquemas propuestos presentan un claro paralelo con las estructuras de transitividad (copulativo, dicopulativo, incopulativo semicopulativo, acopulativo). Asimismo, este capítulo merece destacarse por su originalidad y por la consistencia de las propuestas en las que hay una cuidadosa revisión de lo escrito sobre el tema en el pasado y en la actualidad; en él se estudian con especial agudeza las construcciones con ser, estar y parecer a las que se define como un grupo en función de su comportamiento gramatical. El tratamiento perceptivo de la copulatividad, insistimos, le permite establecer una atractiva vinculación con el tratamiento de los fenómenos de la transitividad. Esto se complementa con una revisión bibliográfica, prácticamente un estado de la cuestión sobre el tema, que lo lleva a concluir que la gramaticalización (debilidad perceptiva) de los verbos "copulativos" no les impide regir un sujeto y un conjunto indiferenciado de objetos, cuyo significado, tal como se había hecho al analizar los esquemas de transitividad, también se establece.
En el capítulo siguiente, La reflexividad y la pasividad (cap. 20), se establece qué es la concordancia, uno de los cuatro niveles que determinan el orden gramatical, y cuyo correlato gestáltico es la ley de la semejanza (la tendencia a agrupar lo semejante), la que permite explicar las escenas perceptivas que van desde los valores activos a los pasivos, escenas perceptivas que, efectivamente, analiza y describe.

El capítulo La informatividad se nos presenta como novedoso, en algún sentido, dentro de una gramática del español. Si bien muchos de sus asertos pueden rastrearse en otras obras anteriores, resulta innovador el tratamiento que se da a las viejas figuras de la sintaxis. El gramático analiza con detalle las consecuencias informativas del orden de palabras en español, relacionándolo con la caracterización semántica de los argumentos que ya había establecido al tratar el tema de las diversas diátesis en español. Luego de poner de relieve estudios procedentes de la pragmática, que relacionan orden de palabras y funciones sintácticas, desarrolla la idea de que el orden de palabras responde a factores perceptivos cuya consideración permite dar cuenta de las articulaciones de lo semántico con lo sintáctico y de esto con lo pragmático.

El último capítulo, La determinación contextual, resulta particularmente esclarecedor para aquellos que al incursionar en el mundo de la gramática tendemos a despachar bajo el rótulo de "pragmático" a todo aquello que no nos resulta fácilmente formalizable o que no logramos hacer responder a una taxonomía consecuente.
En términos generales, se trata de una obra que desarrolla una propuesta en forma consistente y que tiene la virtud de unir amenidad, claridad y sencillez con exhaustividad, rigor y originalidad.

A pesar de la existencia de erratas de deletreo y de numeración de subcapítulos en el índice y en el cuerpo del texto, dada la extensión de la obra, podemos afirmar que se trata de una edición cuidada. Sería de extrema utilidad para el lector que se pudiera incluir, en ediciones posteriores, un índice temático.

Como se ha mostrado, cada capítulo sintetiza lo conocido y aporta abundante bibliografía que revisa críticamente. Su oposición o acuerdo con teorías y descripciones pasa por el análisis, no por la destrucción o ridiculización de lo que otros dicen o han dicho. Por fin, realiza sus propios planteos. Muchos de ellos suscitarán controversias, muchos otros perfilarán líneas de investigación en la gramática del español y en la teoría gramatical. En definitiva, es una obra útil, interesante y sugestiva para quienes ya están iniciados en el mundo de la gramática.

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