ESTUDIOS FILOLÓGICOS, N° 32, 1997, pp. 83-91
DOI: 10.4067/S0071-17131997003200008

Análisis de "La estación de los peces" de Rosamel del Valle

Analysis of "La estación de los peces" of Rosamel del Valle
 

María Eugenia Urrutia


 

En este trabajo se hace un análisis de "La estación de los peces", conjunto de poemas contenidos en la primera sección del libro Poesía (1939). Se trata de poemas insertos en los cánones estéticos de la modernidad. El poeta intenta la búsqueda de un mundo sumergido, subconsciente, a través de la dimensión órfica y visionaria.


 

In this work an analysis of "Fishes's Season", is made, which is a group of poems that appear in the first section of the book Poetry, whose author is Rosamel del Valle, a Chilean poet, whose books are inserted in the aesthetics keys of modernity. The poet intents the search of the submerged world, through an orphical and visionary dimension.


Nuestra tarea consiste en acercarnos a la poesía de Rosamel del Valle a través de una lectura que aborde de manera coherente, creativa, fiel, el espacio escritural creado por el poeta. Pero, ¿cómo adentrarse en esta obra de tanta riqueza poética y "alegórica" y que despliega la seducción de una escritura original, enigmática, en algunos textos decididamente hermética, pero llena de fascinación y siempre envuelta en una atmósfera de extraña y "negra música"? (Anguita, Teitelboin 1935).

Quizá si la clave más importante sea constatar que el hilo conductor es el pensamiento órfico y que el tema que brota constantemente en su escritura es, precisamente la poesía. La poesía como una forma de conocimiento, de visión, de interrogación en el propio ser y en el ser de las cosas y del mundo y, a la vez, la poesía como una forma de existencia.

Los poemas que analizaremos llevan por título "Estación de los peces" y pertenecen al libro Poesía. La denominación del libro es abstracta, general. Por esta misma falta de adjetivación entendemos que su contenido remite a los aspectos más universales de la poesía, a una poesía pura, sin calificativos ni adjetivaciones, tal vez, sin referencias a aspectos extrapoéticos o extratextuales. Sabemos que el título tiene un valor exegético (Carrasco 1984) que aporta elementos para orientar el sentido general del texto o discurso al que denomina. Entendemos por la titulación y por otro elemento extratextual histórico, el año de publicación, 1939, que el libro se orienta hacia una poesía autosuficiente, a un mundo poético de valor autónomo que establece y específica su ser, sin declarar preferencia ni vinculaciones con la realidad extraliteraria. El volumen Poesía fue publicado en Santiago por la Editorial Intemperie (1939). En su aspecto formal está organizado en cinco secciones, todas ellas con denominaciones que son significativas y cuya connotación es notablemente poética y sugestiva. Nos detendremos en la primera sección del libro "La estación de los peces".

LA ESTACION DE LOS PECES

El título "La estación de los peces" sugiere la búsqueda en las profundidades del ser, la experimentación del poeta en un mundo sumergido, la dimensión órfica, visionaria, la indagación en el subconsciente, que ha sido relacionado con el agua y el océano en las técnicas del psicoanálisis.

Se gestan así imágenes como la del océano, el subconsciente o memoria que se encuentra en "los caminos de la sangre". La metáfora de los peces se abre en una doble significación: peces son los buceadores o buscadores del mundo onírico, tarea que asume el poeta visionario, en la parte nocturna, sumergida, del hombre y de la realidad. Pesca es, a su vez, el material imaginario que puebla el mundo onírico, subconsciente: "asómate a la raíz de mi sangre que pasa entre la madera", "el sueño toma la forma de un signo que asciende entre húmedos dedos marinos", "El libro de invisible escritura que nadie abre en el ruido de las venas". Sin duda, el sentido de estas metáforas alude a la escritura, a la gestación de un mundo de signos poéticos. El poeta está entregado a la búsqueda de un lenguaje para su poesía. Es así como en el primer poema de este volumen nos encontramos no con una denominación lingüística, sino con una cifra, una fecha, 1926. Se continúa de este modo con la voluntad de suprimir cualquier connotación temática que pudiera constelar el título en una dirección extrapoética. La cifra nos sitúa, nuevamente, en el ámbito de la abstracción. El poema se abre y se cierra con una referencia a la poesía, en la que se despliega una atmósfera de indeterminación, de vaguedad sugerente, de irrealidad sensible (Friedrich 1974).

"Por seguir tu perfume sin atención de cuerda... Aparentas la nube con los ojos sentados en el vacío". La poesía asume la búsqueda de lo absoluto y se resuelve en la evanescencia de la nube, se deshace en la nada. En las estrofas siguientes bellas imágenes, hechizo y magia verbal se entrelazan para nombrar a la poesía: "voz de flor abriéndose", "espadas de pie debajo del agua", "rama cubriéndose en la boca de los túneles" (9). Estas imágenes atraen el resplandor de la belleza, de la gallardía, del mundo en movimiento, de la develación de lo oscuro. Son imágenes fragmentarias que rompen las reglas de la lógica vigente en el mundo real. Hay una despersonalización del sujeto de la enunciación, sin la mención de sentimientos, ni referencias a la realidad externa al texto.

"El perfume admirable sin anochecer en las astas de la ciudad... al lado de las nubes humedeciendo tu estatura viva de abeja en el cielo" (9).

La sensación de fragancia, como un rasgo sugerente, reitera la atmósfera de delicadeza extendiéndose en el espacio textual, del mismo modo que la connotación musical, sugerida por las cuerdas desde el primer verso. El poema se desvanece como las nubes, en cuya esencia se advierte una semejanza con el lenguaje poético en la cualidad de perenne transformación de formas. Se evidencia de este modo la capacidad de autogénesis del tejido textual. La dimensión de elevación, la sugerencia de infinito se mezclan con la imagen auditiva del zumbido delirante, de sutil lanceta, contenida en la abeja. Este símbolo, la abeja, es un motivo ampliamente reiterado en la poesía del autor con la connotación de escritura inquietante, de actividad creadora, de vuelo insólito. En "Alas del oído" el título nos sorprende por la fusión de elementos disímiles, en una imagen abstracta y que sólo alude a una realidad creada por el lenguaje. Sin embargo, creemos que esta unión de realidades diversas apunta al concepto de estética que subyace en el texto.

En el poema se asume la técnica diseñada por Mallarmé: con quien hemos señalado coincidencias centrales en la orientación estética y temática. Según Mallarmé, la poesía requiere "Evocar un objeto, poco a poco, para poner de manifiesto un estado de ánimo mediante una serie de desciframientos" (Balakian 1969: 105).

El poema de Del Valle dice: "Instrumental de colores en que duermen los deseos"... "Temblor de angustia que viene de otras imágenes"... "Invasión de fuego por arenas celestes". "Olas con labios pesados de enigmas".

Todos estos enunciados remiten a la poesía, ya sea en su virtualidad, en su capacidad expresiva y creativa o en su capacidad de velar misterios.

"Los años que desciendo por esta escala de relámpagos"... "El oído y el mundo y la imagen que el irse cierra las puertas detrás de la sangre" (10-11).

El poema se despliega en una secuencia de imágenes irreales, insólitas que crean una atmósfera visionaria. El hablante entrega un contenido textual que remite a lenguaje enigmático, a relámpagos de creación poética: la sensación de color, es un elemento que tiñe el mundo onírico. El fuego se entrelaza con arenas celestes, quizá aludiendo a la dimensión espiritual del acto poético. La violencia del transporte visionario y el descenso a las capas pre-lógicas del inconsciente se superponen a las otras imágenes que remiten a la creación poética.

"Escala de relámpagos", "visión de luz cegadora que circula velozmente y desaparece y cierra las puertas detrás de la sangre" (10-11). El hablante es depositario de un mundo de imágenes y fantasmas contenidos en la "memoria alegórica", o contacto con la mente colectiva donde perviven símbolos, mitos e imágenes del inconsciente poético universal.

En el texto el acto poético es un instrumento de búsqueda subterránea, profunda, a la vez que una forma de desplegar la capacidad de autogénesis del poema. El hablante está despersonalizado, enuncia como un mero operador del lenguaje. No hay referencias a la realidad extratextual, el poema se constituye en un verbo que se mira a sí mismo, creando su propia legalidad. De este modo se despega totalmente de la escritura tradicional concitando aspectos de la estética mallarmeana y simbolista: "Siempre debe haber un enigma en poesía" sugiere Mallarmé (Balakian 106), y por otra parte, la dimensión plurivalente, ambigua, sugerente, es esencial para la estética simbolista: "Lo sugerido es órfico, es decir, oracular, porque como el oráculo puede contener múltiples significados" (105). La poesía de Del Valle es órfica, sugerente, multifacética, ya que despliega varias posibilidades de sentido y, por eso mismo, es rico su clima lírico y poético.

En otro poema, "Transparencia de la sangre", se reitera la confluencia de imágenes que remiten al proceso creador. La sangre y las venas son elementos esenciales para la vida y la actividad creativa y se mencionan en éste y varios otros poemas, aludiendo a la raíz subconsciente del lenguaje visionario, y a la característica eminentemente humana del poeta. También se señala su entrecruzamiento con el simbolismo de los mitos.

Tarda en seguir la línea entre los apagados cristales de las venas...

Espacio de los mitos y de los jóvenes dolores que llegan aliado de los peces que cimbran lámparas llamándose en el ojo de la noche. Alguna vez será difícil descifrar lo que el sueño quiere decir con su golpe en la puerta (12).

En esta sección hay un poema notable por su lenguaje sugerente y por la relevancia de la función metapoética. Desde el título se instala en una textualidad divergente de los valores del mundo cultural y religioso tradicional: "Más bello el árbol que el paraíso". Por medio de la intertextualidad, el poema hace referencia a la historia del paraíso terrenal, tópico que a través de la nostalgia por la pérdida del paraíso, es utilizado por los poetas de la vanguardia. El poema "Altazor" de Vicente Huidobro alude a esta catástrofe primordial en la situación de caída y angustia existencial de Altazor, el héroe cósmico del poema.

"Más bello el árbol que el paraíso"
 
Recostada sobre arenas mentales, invisible hora adornada de terrores, de secretos, de páginas verdes por el alba.
Entre espumas del cuerpo, en constante trabajo desde que la noche se cierra.
A tientas entre las débiles llamas que vienen de lo no siempre olvidado. Y palabras que se refieren al mundo interno y a los sueños.
Dulce animal de distintos vestidos incorporados al sueño, propietario de olas, de selvas sumergidas, de almacenes de corales.
Casi siempre a punto de morir en el pecho poético del hombre.
Tan inclinado hacia el amor como que sientas palomas sobre sus rodillas.
Me parece reconocer el aire que trae estas ondas este ruido de maderas.
Sueños construidos al borde de ciertas hojas que saben sonreír,
Entre animales e insectos, entre nadadores terrestres, Cerca del abismo donde duermen los ángeles asesinados.
Entre climas mentales, invisible tiempo.
Poseído yo, de mis mensajes, de mis pruebas, de mis deseos sobre espinas,
Sin celestes alarmas, sin el olor blanco, blanco de las leyes.
Dispuesto yo a los llamados, a las nocturnas experiencias, al terror de las manos volcadas sobre los objetos,
A la súbita fuga de las abejas de ceniza en los sueños perdidos (15-16).

En el texto bíblico, el paraíso es el espacio de la felicidad, de la belleza, de la completa armonía con la naturaleza para Adán, el hombre arquetípico. Posteriormente, el hombre pierde el paraíso, al desobedecer a Dios comiendo del "fruto prohibido", el árbol de la ciencia del bien y del mal, y con ello asume todas las cargas y dolores del destino humano.

A través de la utilización de este tópico, Del Valle evidencia la conexión de su poesía con la modernidad y la vanguardia chilena, movimientos poéticos en los cuales el tema bíblico de la caída y la pérdida de la felicidad se homologan con la angustia y vaciedad de la vida del hombre contemporáneo. El hablante hace una afirmación paradojal: el árbol es más bello que el jardín edénico, es decir, se realza la búsqueda del conocimiento, la investigación del universo, la búsqueda de dimensiones no probadas por el hombre, por encima de la tranquilidad edénica de un mundo rutinario, sujeto a categorías de causalidad y lógica demasiado evidentes. De esta afirmación se desprende el carácter metapoético del texto. En él se hace referencia a la elaboración profunda del material poético que se gesta en el interior del ser del poeta. Se habla de la hora, tiempo interno de la poesía: "invisible hora... adornada de terrores", "de secretos" "de páginas verdes por el alba". Del ser y quehacer del poeta: "dulce animal de distintos vestidos incorporados al sueño". El hablante hace referencia al mundo fantástico de su imaginación y creación y a la indagación en el subconsciente: "propietario de olas, de selvas sumergidas, de almacenes de corales...". Habla de la necesidad expresiva y del trance doloroso del creador: "...Poseído de mis mensajes, de mis pruebas, de mis deseos sobre espinas". También hace referencia a la ardua búsqueda y docilidad del artista ante su misión creadora: "Dispuesto a los llamados, a las nocturnas experiencias"; a la dificultad de extraer con lucidez el material poético de las numerosas experiencias de su investigación y búsqueda: "a la súbita fuga de las abejas de ceniza en los sueños perdidos".

Podemos señalar que en la estructura del discurso aparecen rasgos de la modernidad, como la disonancia (Friedrich 1974). El contenido es polisémico, ambiguo, polivalente.

Al mismo tiempo, el lector es atraído por el hechizo y la magia verbal en las imágenes, tales como: "Invisible hora, adornada de terrores, de páginas verdes por el alba. Sueños construidos sobre ciertas hojas que saben sonreír". Es decir, hay numerosas imágenes bellas, pero oscuras, ambiguas, sugerentes, que dan lugar a diversas interpretaciones.

En el ámbito de la enunciación, constatamos la despersonalización del hablante lírico. El hablante es un sujeto extraordinario, que posee experiencias absolutamente diferentes a las del hombre común. Es "propietario de olas", "de selvas sumergidas". Hay aquí una doble alusión a realidades profundas del subconsciente, y a ciertos textos míticos, en los que se hace referencia a la existencia de continentes sumergidos, mundos pretéritos o quizá constituyéndose en las profundidades océanicas.

Por otra parte, la irrealidad sensible se establece por la disolución de lo cotidiano, y la manifestación de un mundo diferente, extraordinario, en el que se reúnen elementos dispares. Se muestra así una nueva realidad, que interesa a la poesía: la de la investigación onírica: "Hora recostada sobre arenas mentales", "A tientas, entre débiles llamas". Al mismo tiempo, el enunciado alude a un ser extraordinario, el poeta, con palomas, no posadas, sino existentes sobre sus rodillas, como símbolos de amor y ternura. Las ondas traen aire, las maderas, silenciosas en el mundo ordinario, conllevan ruido, sonido, quizá música. Las hojas se animan y transmiten un mensaje misterioso, parecen sonreír.

También penetra la experiencia del hablante a los recónditos abismos, donde hay una realidad de estupor: ángeles asesinados. En esta imagen se reúnen términos contradictorios, y a su vez, se muestran elementos fragmentarios en alianza para alumbrar una realidad insólita.

Al referirse el poema a un mundo de experiencias extraordinarias se separa de la realidad cotidiana, y se crea su propia realidad. Sin embargo, como incorpora un texto fuera del poema, no se mantiene el inmanentismo en el plano sintáctico pragmático.

Por otra parte, en el texto se hace evidente la importancia concedida al lenguaje en la conciencia de la forma, en la perfección sintáctica, en el cuidadoso uso de los signos de puntuación, en las mayúsculas a comienzo del verso y en la novedad y belleza de las imágenes. Del análisis de estos rasgos se desprende que el carácter metapoético es esencial en este poema, puesto que todo el enunciado remite al poeta y al proceso de la escritura.

La totalidad del clima creado en el poema apunta hacia la trascendencia vacua. La búsqueda de una realidad diferente que sustituye la tranquilidad de un mundo interpretado por categorías tradicionales, evidencia la necesidad de llenar un vacío. A través de la búsqueda poética se intenta llenar la vaciedad y darle un nuevo contenido a la existencia. El absoluto perdido se sustituye por la inquietante búsqueda poética, como una forma de penetrar en el misterio de la existencia a través de la capacidad intuitiva y visionaria del poeta órfico.

En esta misma sección poemática hay un texto muy relevante que muestra el proceso de creación y las características del poeta visionario. Es "El viajero y sus raíces". Al referirse a la misión del poeta en su ensayo "La violencia creadora" (1959), el escritor señala que hay que asumir el destino poético. Para Del Valle, el poeta es un viajero, un buscador de conocimiento en interrogación constante hacia las cosas, hacia sí mismo, hacia la vida. Es así como la experiencia poética llega a ser la manera más plena y auténtica de asumir y profundizar ese conocimiento para el hombre que ha perdido el absoluto buscado, y que siente el vacío de la existencia.

En este poema, el hablante, situado en un proceso de búsqueda poética, externaliza un especial estado del ser: el sujeto lírico actúa como receptáculo del mensaje poético, nocturno, a través del descenso en el inconsciente.

Cuerpo de cuerdas errantes en una invasión destruida al que se suman árboles y océanos cargados de eclipses. Mi pensamiento vive en ellos y duerme mientras huyen Los arcos de fuego, De las alondras perseguidas por el cielo que desciende (23).

El cuerpo y el ser del hablante se muestran como sumidos en un trance, para recibir las imágenes y mensajes simbólicos del mundo onírico. Este mundo fantástico y fragmentario lo llena de visiones que se anuncian y transforman constantemente; se gesta así un cosmos creado, una realidad que vive en la esfera de la imaginación y creación del sujeto lírico. Está constituido por elementos dispares, disonantes, que al unirse configuran una experiencia incitante, en constante hacerse y deshacerse de formas. Se integran los objetos en composiciones nuevas, diseñando una atmósfera de extrañeza, de cosmos en ruptura con la lógica de la realidad. El hablante parece sumirse en una experiencia de totalidad pues quiere dimensiones cósmicas, siderales, sin límites. Se describe conformado por elementos insólitos como árboles y océanos. Su ser traspasa los límites de lo humano en una atmósfera cuya connotación es la falta de luz. La realidad se desintegra y se constituye en otra, anulando constantemente las leyes de la gravitación y de la lógica. Es un cosmos con un orden y leyes de funcionamiento en discrepancia con las dimensiones de nuestro espacio físico real. En este universo, en metamorfosis, las alondras se transforman en arcos de fuego "perseguidas por un cielo que desciende". Se describe el espacio de la realidad poética a través de la transformación de los objetos.

En otro punto del poema, el enunciado pone de manifiesto a un ser agitado por la angustia de la constante pregunta poética y ontólogica. En este mundo deirrealidad sensible, el sujeto aparece despersonalizado, ajeno a toda demostración individual.

Hay un pensamiento reflejado en la línea que se rompe desde un punto. Donde la angustia enciende lámparas movibles, agitadas hasta el dolor del pecho y de los ojos, hasta el frío de los dedos y de las uñas. En fuga transparente y despiadada (23).

La sensación de pérdida del ser, de inestabilidad y caída en el vacío, de soledad, disgregación y fuga son las constantes metafísicas en el texto. En cuanto al ritmo, la continua agitación y movimiento interno del tiempo anímico y poético se perfila en violentas antítesis que dan cuenta de la búsqueda ansiosa y dialéctica de una realidad construida en la unión de contradicciones. La connotación de belleza, de vibración lírica se desrealiza y adelgaza hasta hacerse intangible.

Bella existencia, espacio de azufre, con soles de otoño. Viene con pulso de cuerda lejana y perdida en los alambres del aire. A mi siga, revoloteando, extendida, con pies cerrados y ágiles. A su lado descansan los lechos sin luces y preparados para el próximo cuerpo. Que es el de una gran imagen perseguida y sangrante (24).

En esta atmósfera de irrealidad, de despersonalización y de sombra se instala una nueva imagen que connota dolor, angustia, búsqueda inquietante, compromiso integral del poeta atormentado. El dolor se extiende por el espacio textual, reflejo de la escritura y la mente creadora del poeta. "Porque la angustia líquida tiñe de rojo el espacio que hay entre una mano y un árbol de frente asesinada" (24).

Por medio de una imagen expresionista de gran violencia visual, el leitmotiv de la angustia se reitera y se extiende sobre la realidad. La vaciedad y pérdida de sentido se muestran en la disgregación del ser en segmentos desarticulados de la unidad. El rojo tiñe el espacio; la angustia llena y penetra toda esa atmósfera. El dolor es el elemento dominante y constituye la esencia de esta escritura en la que transita el quehacer del poeta. Predomina la sensación de destrucción, soledad y derrumbe del hombre encerrado en un punto en que no hay horizonte, no hay sentido, sino el abismo, el límite, el vacío. "Despertar de un día sin nombre, de un día sin aire, sin sol, sin salida" (24).

El hablante manifiesta la vaciedad e irrealidad del mundo en un semidelirio en que la presencia onmiabarcante es la vaguedad, lo evanescente, lo que parece no tener existencia, y que sin embargo acosa y agobia. Esta atmósfera enrarecida que oprime, se superpone en la conciencia del hablante a la presencia de las cosas existentes y privilegiadas en la luz del ser.

Oh, vaga esencia de un mundo reducido
a crueles sueños,
En oposición con mis lejanos fuegos artificiales
extinguidos o en viaje.
... a la espera del ruido que rompa las murallas
de las sienes en suspenso
Magnífica selva de verdes agujas ruidosas que se corren
En transparencia de vidrios nocturnos.
... ¿Por qué cerrarse de pronto cuando el espacio
se enfría y el agua no alumbra? (24)

En el poema se mantiene la despersonalización del sujeto lírico, puesto que el poeta está hablando como si su discurso se refiriera a otra entidad distinta de sí mismo, se despliega una realidad creada absolutamente en la esfera del lenguaje. El hablante, agobiado por la experiencia de búsqueda onírica, clama por aflorar a la mente consciente.

Dejadme salir, dejadme salir aire de piel tensa y oscura dejadme salir.
Ojo incorporado de las piedras, de las raíces de las
aguas turbias, dejadme salir.
...Pecho de canales sangrientos con barcas de juncos ebrios y dalias desnudas, dejadme salir (27).

Las imágenes desmesuradas y alucinantes marcan la irrealidad del texto. El pecho es un mar donde el dolor desborda en canales. La belleza y hechizo de la naturaleza y la inspiración alucinada se enlazan en intertextualidad con la poesía visionaria de Rimbaud. "Corazón cerrado, angustia puerta de vidrio, dejadme salir"(27).

El discurso poético expresa el anhelo violento de salir de esa atmósfera cerrada, de romper esa fatiga, de liberarse de una experiencia que abarca todo el ser síquico y poético. Esta vivencia totalizadora se muestra a través de la imagen completa del cuerpo en trance, estado que compromete todo el ser, la mente, las vísceras, los huesos, la médula, la piel. Todo el ser está vibrando estremecido en la agitación del éxtasis creativo. El poeta es un ser excepcional, poseído por mensajes y visiones en constante fluir del inconsciente. Del contacto con ese centro brota la poesía, el lirismo, la belleza, la capacidad de auscultar y de ver con una mirada que anticipa y retrocede, en eje visionario. El discurso connota la angustia y el esfuerzo que implica el someterse a ese trance.

Estómago de buque balanceado y torcido por olas negras, dejadme salir (27).
Pies taciturnos, teñidos de césped, de inviernos muertos de orines oscuros, dejadme salir.
Dejadme salir, radiante cuerpo dormido y cubierto de peces de fuego,
Dejadme salir, dejadme salir (27).

En el transporte poético, el sujeto lírico yace traspasado por relámpagos de luz creadora. En esta especie de éxtasis, el poeta onírico vive en unidad el gozo y el delirio; experimenta en un todo indiviso el sufrimiento y la alegría estremecedora de la violencia creativa.

Este poema es muy importante en el conjunto de la creación literaria de Rosamel del Valle. Es un texto cuyo discurso es hermético, polisémico pero a la vez despliega una gran belleza lírica. La investigación en las capas profundas del inconsciente se designa con la metáfora del viaje. En este recorrido se recogen imágenes fragmentarias, visiones alucinantes que remiten a la estética surrealista. La irrealidad sensible, la despersonalización del hablante, unidas a la magia verbal y a la mostración de la actividad onírica del poeta, en constante aproximación al vacío, dan muestra de los abismos y alturas a que se aproxima el autor en la poesía metafísica. Los problemas planteados por la filosofía exitencialista, la angustia del ser ante el sin sentido del mundo, la lucha constante con el vacío y la nada, la pérdida del absoluto buscado se concentran en este poema traspasado de inquietud ontológica y angustia existencial.

LAS MARCAS DE ESTA POESIA

En este recorrido de lectura efectuado en los poemas contenidos en "La estación de los peces", comprobamos que se trata de una escritura sorprendente en su forma y contenido, por su extraordinaria originalidad, y por su palabra novedosa y sugestiva. La poética de Del Valle se instala de lleno en la modernidad, constituyéndose como categorías sobresalientes la disonancia, la despersonalización del hablante, la pérdida de absoluto y la irrealidad sensible (Friedrich 1974).

La permanente interrogación ontológica y la mirada en las capas subterráneas del subconsciente, unidas a un lenguaje alucinante y de gran intensidad lírica, recorren esta poesía sostenida en la constante búsqueda metafísica. El lenguaje, lleno de atractivo sugerente, remite a realidades creadas únicamente en el interior de los poemas, de tal modo que el tema dominante es la búsqueda poética, intentada a través de la experiencia onírica y la mirada alucinada del poeta vidente.

Bellavista 220
Departamento 34
Santiago Centro
Chile

BIBLIOGRAFIA

Azcuy, Eduardo: El ocultismo y la creación poética. Caracas, Monte Avila, 1982.

Bacius, Stefan: Antología de la poesía surrealista latinoamericana. México, Joaquín Moritz, 1974.

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Del Valle, Rosamel: Elina, aroma terrestre. Caracas, Ed. Monte Avila, 1983.

Del Valle, Rosamel: La violencia creadora. Santiago, Ediciones Héctor Matera, 1959.

Del Valle, Rosamel: Poesía. Santiago, Ediciones Intemperie, 1939.

Friedrich, Hugo: Estructura de la lírica moderna. Barcelona, Seix Barral, 1974.

Paz, Octavio: El arco y la lira. México, Fondo de Cultura Económica, 1982.