Revista de Derecho, Vol. IX, diciembre 1998, pp. 255-261

RECENSIONES

 

Edmundo Pottstock Padilla, Proceso Civil y Proceso Penal, Editorial Jurídica ConoSur, Chile, 1997.

 


 

A la luz de la reforma procesal penal que inminentemente transformará nuestro ordenamiento jurídico procesal, y que es preocupación permanente de las Facultades de Derecho de nuestro país y de académicos, juristas, abogados y estudiantes en general, resulta interesante plantear la importancia del estudio del Derecho Procesal.

Este estudio, normalmente circunscrito a analizar los distintos procedimientos que nuestra legislación contempla, resulta evidentemente insuficiente a la hora de comprender una reforma legislativa que se ha denominado "la gran reforma del siglo". Estudiar etapas procesales, plazos y recursos no es suficiente para que los alumnos (y en general los juristas) sean capaces de enfrentar un cambio tan radical.

Es por lo anterior que resulta interesante la lectura de este libro, que más que un manual de estudio de Derecho Procesal y de los distintos procedimientos que nuestro ordenamiento contempla, es un buen proyecto de análisis del Derecho Procesal como ciencia jurídica.

En cuanto a la obra misma, resalta el especial método del autor para exponer sus ideas, que a diferencia de otros textos del área aborda las asignaturas del Derecho Procesal Civil y Penal como una unidad de estudio. Es conocida la discusión acerca de la unidad o diversidad de estas dos disciplinas, y que es de suma importancia por tres razones fundamentales:

a) para formular la Teoría General del Derecho Procesal, es decir, el conjunto de principios que orientan la consideración científica del tema,

b) para la interpretación de sus normas, y

c) para la integración de la ley procesal.

Determinar la unidad o diversidad del Derecho Procesal es en definitiva resolver el problema de si es posible formular un tratamiento sistemático común para ambas ramas del Derecho, para lo cual se hace necesario determinar si ambas comparten una esencia común. Determinar su unidad o diversidad es, en último término, concluir si desempeñan o no una misma función.

Las opiniones, en este sentido, defienden una y otra posición. Así, los autores separatistas plantean que el Derecho Procesal Civil y Penal no pueden constituir una sola rama del Derecho, pues cada una de ellas tiene características particulares que las hacen autónomas e independientes entre sí. Para quienes adhieren a la tesis de la unidad de ambas ramas, si bien existen ciertas diferencias entre el Derecho Procesal Civil y Penal, estas diferencias no impiden que existan muchas instituciones comunes, tales como jurisdicción, competencia, acción, excepción, cosa juzgada, teoría de la prueba, sentencia, recursos, etc., que permiten hablar de una sola rama del Derecho: el Derecho Procesal. Finalmente hay posiciones eclécticas que reconocen la unidad en la diversidad, con lo que se quiere significar que si bien existe un solo tronco que sería el Derecho Procesal, en general, se debe reconocer que este se divide en dos ramas diferenciadas: el Derecho Procesal Civil y Penal.

Sin perjuicio de reconocer esta discusión, es interesante para el estudioso del Derecho encontrarse con un texto que permita abordar el estudio de la función jurisdiccional desde sus bases, principios e instituciones comunes, para así iniciar el estudio de dichas instituciones y principios en cada una de sus ramas, y dentro de cada una de ellas, los distintos procedimientos que contemplan. En este sentido, es intención del autor terminar con la extendida pretensión de estudiar preeminentemente el Derecho Procesal Civil, y desde allí extender sus instituciones y principios al Derecho Procesal Penal, desvirtuando su esencia.

Delimitada la intención del autor, es relevante destacar la exposición de la obra a través de un método discursivo de lecciones, claro, directo y que con un lenguaje sencillo permite abordar temas complejos con una razonable simplicidad.

El autor estructura su obra en dos tomos, dentro de los cuales desarrolla diversos temas, dentro de los que destacan, en el primero de ellos: el concepto y función del proceso, la naturaleza jurídica y filosófica de la acción y de la jurisdicción, la clasificación de la acción y sus distinciones (especialmente acción civil y penal), los presupuestos procesales en ambos procesos, el dolo en materia civil y penal, la competencia, etc.

Destaca en este primer tomo el desarrollo que hace el autor del órgano del Ministerio Público, en cuanto a sus orígenes y a la discusión doctrinaria respecto a sus características y autonomía, debate algo abandonado por nuestros tratadistas y que vuelve a la actualidad a la luz de las reformas procesales civiles y penales que se pretenden imple- mentar en nuestro país. Dentro de este contexto, y en directa relación con lo anterior, se refiere a la labor que le corresponde al abogado defensor en el proceso civil y penal, cuestión que escaso desarrollo tiene en cualquier texto de estudio del ramo.

Mención aparte merece el análisis de la teoría de la prueba en ambas ramas del Derecho Procesal, especialmente en cuanto a la valoración de la misma, y a los sistemas de sana crítica y apreciación en conciencia, que por su compleja distinción justifican un tratamiento en detalle.

Dentro de esta materia destaca también la reflexión del autor acerca del arrepentimiento eficaz instituido en nuestro derecho penal en la Ley de conductas terroristas N° 18.314, y que posteriormente ha sido recogida por otros cuerpos legales, como la Ley 19.366 sobre tráfico ilícito de estupefacientes y sustancias sicotrópicas; institución que a juicio del autor atenta contra principios éticos, constitucionales, procesales y criminológicos.

Finalmente desarrolla ampliamente la institución de la cosa juzgada en materia civil y penal, y la relación entre ellas en ambos procesos.

Este primer tomo concluye con un análisis del proyecto del nuevo Código Proce- dimental Penal chileno, en base al proyecto actualmente en tramitación en el Congreso Nacional, a los aportes de los redactores del proyecto y de juristas extranjeros como el profesor Julio Maier, de Argentina, además de hacer mención a la influencia del Código de Procedimiento Penal modelo para Iberoamérica en las reformas legislativas de Latinoamérica.

En el segundo tomo de la obra analizada destaca el desarrollo de la teoría de los actos jurídicos procesales, de escaso desarrollo en la doctrina nacional. Dentro de este análisis se refiere al negocio jurídico procesal, al concepto, características, objetivo, contenido y clasificaciones de los actos jurídicos procesales y al fraude procesal. Dentro de esta teoría desarrolla también los principios orientadores de esta materia, tales como la preclusión, la oralidad y escrituración, secreto y publicidad, mediación e inmediación, etcétera.

Respecto a esta mismo tema, expone la valoración, interpretación, invalidación, inexistencia y conversión de los actos jurídicos procesales. En lo sucesivo desarrolla, dentro de los actos jurídicos procesales de prueba, la admisibilidad, el objeto de la prueba y los hechos evidentes, notorios, aceptados y presumidos en el juicio civil y penal; para posteriormente desarrollar el análisis y valoración de los medios de prueba y de los modernos medios de prueba, y dentro de este contexto la búsqueda de la verdad formal y material y de la verdad, certeza y convicción en materia penal.

Es interesante, dentro de la teoría de la prueba, el análisis psicológico que el autor hace de la prueba de testigos y de la confesión, y de su influencia en el desarrollo del juicio.

Para concluir este comentario, sólo queda hacer notar la admirable capacidad de síntesis del profesor Pottstock, quien mediante una amena presentación no sólo logra abordar todos los temas de estudio del Derecho Procesal a la luz de nuestra actual legislación, sino que también se preocupa de acercarnos a temas novedosos -en relación con otros textos del área-, tales como la función del abogado en los distintos procedimientos y sistemas procesales, la institución del om- budsman en legislaciones comparadas y las modernas tendencias de reforma en el derecho procesal civil y penal.

En este punto, especialmente, resulta de interés el acercamiento que nos permite en su obra a diversas legislaciones de Derecho comparado que enriquecen el análisis de las distintas instituciones de nuestro ordenamiento y que permiten formarse una mejor y más informada opinión respecto de las tendencias reformistas del derecho procesal. Lo anterior se ve reafirmado por la extensa y bien citada bibliografía en que basa el autor su obra y que permite a quien se interese en la materia, profundizar en el estudio de los diversos temas que trata.

 

Ximena Cristina Berlín Pugin