Revista de Derecho, Nº Especial, agosto 1997, pp. 13-15

ACTO INAUGURAL

 

DISCURSO INAUGURAL

 

Karin Exss Krugmann *

* Decana


 

En mi calidad de Decana de esta joven Facultad, siento hoy una sincera satisfacción ante el inicio de estas Jornadas de Derecho, que nos darán la feliz ocasión de asistir a la presentación de importantes trabajos de nuestros distinguidos visitantes y algunos de nuestros profesores.

La organización de esta actividad académica se enmarca dentro de la política que constantemente ha inspirado esta Facultad, desde el momento mismo de su fundación, en orden a contribuir con su modesto esfuerzo a incrementar la investigación en el campo de los estudios jurídicos, dentro de la Universidad y, en alguna medida, dentro de la comunidad jurídica de nuestro país.

Estamos plenamente conscientes de que una Facultad de Ciencias Jurídicas que aspire a alcanzar un nivel de desarrollo serio y sustentable no puede, en modo alguno, limitarse en exclusiva a la docencia.

Naturalmente que una docencia actualizada y de buena calidad, es la base y condición indispensable de una escuela profesional que quiere prestar un servicio auténtico a la comunidad, como es el objetivo de nuestra Escuela de Derecho.

Sin embargo, como se ha dicho tantas veces, la docencia debe nutrirse necesariamente del estudio y la investigación. Debe estar al tanto de los nuevos y verdaderos problemas que enfrentan las Ciencias del Derecho. Debe conocer el estado de los estudios jurídicos tanto en el país como en el campo internacional.

De ninguna manera pueden las Ciencias del Derecho y su enseñanza permanecer al margen del progreso general que experimentan las Ciencias Sociales en el mundo contemporáneo.

Tal es, en cierto modo, parte de la labor que nos corresponde desarrollar. Y no podría ser de otra manera, toda vez que pertenecemos a una Universidad con casi medio siglo de historia y tradición, tiempo en el que se ha ganado un lugar destacado en el sistema universitario chileno.

Sus profesionales son conocidos en todo el país y el nivel de la investigación goza de amplio reconocimiento. Todo lo cual obliga y compromete a esta nueva Facultad a realizar un verdadero esfuerzo para alcanzar las metas que, en el plano de la docencia y de la investigación, actualmente exhiben la mayor parte de las Facultades de esta Casa de Estudios.

Por esta razón, desde un principio creamos la Revista de Derecho, órgano de difusión jurídica que se publica regularmente cada año y que en sus páginas da cabida a los trabajos de investigación de los profesores de esta y de otras Facultades de Derecho del país y aun del extranjero.

En esta misma dirección se ha orientado la política de perfeccionamiento del personal académico. Hasta ahora, son varios los profesores que han realizado o están realizando estudios de Doctorado en el extranjero.

Creemos que un esfuerzo en este sentido hará posible no sólo el mejoramiento y actualización de la docencia, sino que también contribuirá a que aumenten en la Facultad los proyectos de investigación, los que ya existen en una proporción significativa pero son aún insuficientes.

Sin embargo, la labor de una Facultad como la nuestra no se puede detener aquí. Además de la docencia y de la investigación, debemos hacer todo lo que sea necesario para difundir el conocimiento y la cultura jurídica. Principalmente entre nuestros propios profesores y alumnos y, desde luego, entre todos los operadores del Derecho de nuestro medio local y regional.

La Universidad sirve a su medio social formando profesionales eficientes, contribuyendo a generar, aunque sea modestamente, nuevos conocimientos y, finalmente, difundiendo y divulgando el conocimiento más actualizado.

Sabemos perfectamente que la Facultad no puede vivir de espaldas a su comunidad; que requiere constantemente de su colaboración y ayuda, pero que, a su vez, tiene el deber de contribuir a iluminar el ámbito de los problemas y las preocupaciones jurídicas que se debaten, a veces acaloradamente, en el seno de la sociedad contemporánea.

Las jornadas que hoy felizmente se inician son, en efecto, una respuesta concreta a estos legítimos y tácitos requerimientos sociales y culturales de la comunidad. En este sentido, tenemos cifradas en ellas grandes esperanzas, tanto por lo que puedan dar de sí, como por la posibilidad de que ellas sean el comienzo de una tradición que pueda prolongarse por muchos años en esta Facultad.

Estas jornadas cumplen también con otro importante requerimiento y anhelo de la comunidad académica nacional dedicada al estudio y enseñanza del Derecho. Ciertamente, hoy más que en otros tiempos, el conocimiento necesita ser comunicado, contrastado, discutido y convalidado por quienes tienen la capacidad, formación y competencia para ello.

Es conveniente, entonces, que los profesores que cultivan e investigan diversas disciplinas jurídicas tengan la ocasión de exponer ante sus pares el producto de su trabajo, con lo cual, además de informar a la comunidad especializada del curso de sus investigaciones, de debatir e intercambiar información acerca del estado del conocimiento jurídico, puedan abrir un campo amplio, libre y pluralista que dé cabida a todos los puntos de vista y exija a los exponentes un esfuerzo dialogante de alta racionalidad.

En esta ocasión se ha elegido para su estudio y debate una problemática interesante y crucial para el Derecho chileno: los importantes y complejos problemas que se derivan para las Ciencias Morales y Jurídicas de la realidad concreta que se vive día a día.

Constantemente la prensa y los medios de comunicación nos sorprenden con importantes revelaciones, que implican serios desafíos para los hombres de derecho y las instituciones jurídicas, llamadas muchas veces a dirimir los desacuerdos y las controversias que se originan en el seno de una sociedad.

Estos desafíos se originan en la vida cotidiana como producto del ejercicio irrestricto que muchas personas creen poder hacer de algunos de sus derechos fundamentales, especialmente de la libertad de expresión y aun de la de conciencia.

Hasta dónde llega el límite legítimo de la libertad y dónde se encuentra y comienza a amagar otros derechos no menos importantes como lo son el derecho a la honra y a la integridad moral, es un importante problema que hasta aquí nadie ha podido resolver claramente.

Por otro lado, los avances de las telecomunicaciones con su inevitable intromisión en la vida privada, su influencia en la formación moral de la población, especialmente de los niños.

Los avances cada vez más audaces de la biología celular y molecular, que poco a poco ha ido revelando algunos de los más íntimos secretos de la vida y que, en estrecha cooperación con la ingeniería genética, están dando origen a ciertas innovaciones, antes reservadas en exclusiva a las Ciencias naturales que nos dejan francamente perplejos. Tal es el tema de la clonación y de la creación artificial de la vida animal y humana en los laboratorios.

A todo esto hay que sumar los problemas derivados de la propia vida humana.

Podemos entonces preguntarnos:

¿Tiene el hombre autoridad y señorío sobre su propia vida, de modo tal, que invocando la libertad personal y de conciencia pueda legítimamente detener el proceso de formación biológica del que está por nacer o poner término a la propia vida bajo determinadas circunstancias?

Estos problemas y muchos otros que sería largo enumerar, y que seguramente aparecerán en los debates a que darán lugar los trabajos que se expondrán en estas Jornadas, demuestran claramente que, de ninguna manera, están superados los eternos problemas de interferencia entre el Derecho y la Moral.

Es indudable que los conflictos así generados no se resuelven única y exclusivamente con criterios jurídicos, sino que, como tienden a presentarlos importantes pensadores contemporáneos, requieren también de criterios y puntos de vista éticos y tal vez políticos.

Discutir esta problemática es, entonces, nuestra tarea inmediata. Espero que la discusión arroje luz y sentido al estado general de confusión en el que se encuentran estas materias. Cualquier avance, por pequeño que sea, ha de ser agradecido por quienes deben tomar las decisiones y orientar de manera responsable y segura a la sociedad, en su legítimo deseo de conseguir el progreso espiritual y material.

En este sentido, no sentimos muy satisfechos, y desde luego gratificados, por tener la oportunidad de poder escuchar a nuestros distinguidos invitados, a todos los cuales les deseo, en nombre de esta Facultad, la más cálida bienvenida y permanencia en Valdivia, durante los días en que se desarrolle este interesante encuentro académico.